Satélites, meteoritos y ovnis: los momentos en que el cielo sanantonino ha dado que hablar
El tren de luces que causó expectación el jueves pasado fue solo uno de los momentos que han llamado la atención en la zona y hasta fuera de las fronteras nacionales.
El paso de más de cincuenta satélites por sobre la provincia de San Antonio el jueves pasado hizo a muchos pensar en una pregunta eterna y que aún no tiene una respuesta satisfactoria: ¿Estamos solos en el universo?
Las películas de ciencia ficción y los falsos expertos que circulan por la televisión e internet han convertido al fenómeno de los avistamientos en un tema de poca credibilidad, que circula -muchas veces- entre teorías conspirativas tan rebuscadas como absurdas.
Y es que el espacio es tan grande que aún no es posible conocer todo lo que hay allá afuera. El 7 de julio de 2022, por ejemplo, lo que se creyó inicialmente como un ovni finalmente se trató de un meteorito. El hecho fue visto en toda la zona central del país y acaparó hasta la atención de los medios internacionales.
Por supuesto, no es el primer hecho que llama la atención y tampoco será el último. Esta es una recopilación de los episodios más notorios.
De acuerdo a la Agencia EFE, Chile es considerado como el quinto país del mundo con el mayor número de avistamientos de ovnis después de Estados Unidos, Perú, Brasil y Rusia.
Por eso, San Antonio ha sido escenario de fenómenos difíciles de explicar. Lo del jueves -más de cincuenta satélites en tránsito para ponerse en la órbita de la Tierra- era esperable, pasó también en mayo y en 2020. Todos ellos son parte de un proyecto para llevar internet satelital a distintos rincones del mundo, sin embargo, hay otros episodios que aún no encuentran respuesta.
En 2014, la Armada declaró que en el espacio comprendido entre los puertos de San Antonio y Quintero se captó, gracias a una cámara infrarroja de alta definición, un objeto que no pudieron identificar.
Según un comunicado de la institución, el avistamiento fue realizado por los tripulantes de un Airbus Cougar AS-532, cerca de las 16.48 horas del 11 de noviembre, cuando el oficial operador de la cámara detectó un objeto desconocido que volaba a una velocidad constante similar a la del helicóptero y que se desplazaba adelante.
El avistamiento fue confirmado visualmente por los dos oficiales que conformaban la tripulación (piloto y operador de cámara) y tuvo una duración superior a los diez minutos.
El informe del Comité de Estudios Aéreos Anómalos da cuenta de que "los oficiales interrogaron al Control de Tránsito Aéreo cuyo radar no logró detectar el objeto". Agrega que tampoco "recibieron respuesta del tránsito desconocido al intentar interrogarlo en la frecuencia dispuesta para estos casos".
La investigación desarrollada por la Fach dio cuenta de que el sistema de control de radar de la Dirección General de Aeronáutica de Chile, tampoco logró captar el objeto, pero confirmó a su vez, la ausencia de tráfico autorizado en las cercanías del helicóptero.
El caso, que fue dado a conocer recién tres años después, en 2017, quedó sin respuestas y con varias teorías sobre la temperatura del aire o los equipos, pero nada que sea de consenso para los expertos.
El fenómeno no es nuevo. En la Guerra Fría, en medio de la lucha por controlar el espacio entre Estados Unidos y la Unión Soviética, San Antonio también tuvo su pequeño momento de fama.
En 1964, antes que la Nasa alcanzara renombre internacional por llevar al primer hombre a la luna el 20 de julio de 1969, una delegación suya llegó hasta la zona.
Viajó desde Washington, Distrito de Columbia, a Santiago, y desde allí a la comuna de El Quisco para interrogar a un comerciante local que había sido testigo de un suceso pocas veces registrado hasta entonces en América Latina.
El caso está detallado a la perfección en el libro "Los sin nombre", de los periodistas Manuel Sáenz y Willy Wolf. Fue lanzado por la Editorial Orbe, de la Universidad Católica, en 1967, y tuvo por lo menos siete ediciones. Pocas copias subsisten hasta hoy.
En el Archivo Nacional de la Biblioteca Nacional de Santiago hay dos de ellas y la historia fue contada con más detalles en 2017 en las páginas de Diario El Líder.
El mencionado libro relata que "al anochecer del jueves 9 de abril de 1964, un comerciante de la zona, Florencio Ferrer, después de visitar a su madre, abandonaba la hostería Santa Elena, en Isla Negra, para dirigirse con su esposa e hijos hacia el balneario de El Quisco. En el furgón viajaba su esposa, quien estaba en un avanzado estado de gravidez y siete niños", consigna el texto, que también da cuenta de la escasez de viviendas que había por aquellos años en la zona.
"Las casas están muy espaciadas", dice.
"La noche estaba sin luna (…). Luego de recorrer unos tres kilómetros, al llegar a una curva llamada Seminario, fueron sorprendidos por un resplandor potentísimo que iluminó totalmente el vehículo alrededor de las nueve y cuarto de la noche", agrega el texto, que sigue siendo el recuento más completo de un avistamiento.
"Ferrer detuvo el furgón y bajó a mirar. En el cielo, a escasa distancia, un extraño artefacto desprendía una intensa luz, similar a la de los focos de gas de mercurio (ampolleta antigua), que bañaba los alrededores y el vehículo con un extraño color", prosigue.
"Como los niños empezaron a gritar y llorar, decidió reanudar el viaje. Sin embargo, pocos metros más allá (hacia el norte), en el pequeño puente Seminario, se detuvo nuevamente y apagó el motor. Ahora el brillo de la luz era más fuerte. El ovni no debía estar a más de cincuenta metros de altura sobre ellos. El resplandor era tan enceguecedor que no se podía apreciar su forma. En ese momento el terror de los niños llegó a su límite: era una verdadera histeria", detallan los investigadores.
"A pesar de las circunstancias, Florencio conservó la sangre fría. Dio nuevamente contacto al motor y continuó la marcha. La luz comenzó a desplazarse paralelamente a ellos a una distancia de unos cincuenta metros".
"Después de recorrer un kilómetro y medio, siempre acompañado por el ovni (…) llegaron al balneario. Durante el trayecto los focos del furgón no fueron encendidos y a pesar de no haber luz de luna, la visibilidad en el camino era óptima", aseguró el comerciante a los reporteros.
En las páginas sucesivas, el libro habla de testigos que habrían confirmado la forma "discoidal" del aparato, que "permaneció frente a la bahía en completo silencio por cerca de veinte minutos y realizó virajes en ángulos muy cerrados, imposibles de efectuar por cualquier avión o helicóptero. Luego el disco volador se alejó velozmente en dirección hacia Valparaíso".
Pasados algunos días, dos expertos de la Nasa que llegaron a Chile le solicitaron una entrevista exclusiva. Ferrer accedió. Los representantes de la agencia se presentaron con una extraña caja, que no abrieron en un primer momento.
"El interrogatorio se basó en los colores que emitía (el objeto). El testigo (Ferrer) manifestó que había distinguido tres tonalidades. Cuando el ovni estuvo cerca del furgón, solo vio luz blanca; a orillas del mar la tonalidad cambiaba al azul con matices rozados. Ante la insistencia de los técnicos negó haber visto otros colores. Solo entonces abrieron la caja. Contenía un panel con un juego de luces de todas las gamas, a las cuales se les podía dar distinta intensidad", agrega la publicación.
Esta lejana historia no es la primera. El reporte más antiguo que se tiene de un avistamiento en la zona es de 1947, se habría producido en San Antonio, pero no se tienen más detalles.
Sin embargo, nunca se confirmó nada. Por el contrario, nunca se descartó que haya sido producto de "ingesta alcohólica".
¿Sabremos alguna vez de qué se trata?