El terapeuta ocupacional que dejó todo para cumplir su sueño
Franco Herrera Marambio renunció a su trabajo en el área de salud al darse cuenta que su pasión por el deporte era más fuerte. Hoy tiene su propio centro de entrenamiento y quiere expandirse a otras comunas de la provincia.
Franco Herrera Marambio comenzó desde niño a dar sus primeros pasos en el deporte, específicamente en el kung fu, motivado por un familiar que era instructor de alta competencia de este arte marcial, lo que lo impulsó a seguir con su práctica, llegando a participar a los 14 años en el Campeonato Mundial de Chay Lee Fut.
Con el paso de los años, este exalumno del colegio Lyons' School de Cartagena estudió la carrera de terapeuta ocupacional con mención en rehabilitación física, sin embargo, cuando ejerció se dio cuenta que su pasión por el deporte era más fuerte. Así este vecino de Las Cruces no se detuvo hasta conseguir su sueño de dedicarse a lo que lo motiva cada día, siempre confiado en la gran fe que tiene en Dios.
Después de superar varias pruebas y obstáculos, actualmente tiene su centro de entrenamiento "EmpireFit" (@empirefit.chile en Instagram) en el balneario de Las Cruces, donde comparte sus conocimientos con sus alumnos y con su pequeña hijita que sigue sus pasos y que ya se luce ejercitándose con sus orgullosos padres.
-¿Crees que el kung fu fue clave para darte cuenta de tu vocación por el deporte?
-Sí. Comencé a practicar kung fu a los ocho años cuando mi cuñado, Ángelo Cornejo, que era instructor de arte marcial, me tomó y empecé a hacer deporte competitivo. Como él era instructor de alta competencia desde niño recibí instrucciones en el ámbito del alto rendimiento. Por lo tanto, desde pequeño tuve relación con el entrenamiento físico, con la competición en el aspecto marcial y me gustó el deporte. Eso duró toda mi infancia y juventud. Cuando llegó la hora de entrar a la educación superior, elegí terapia ocupacional, porque quería enfocarme en la rehabilitación física, debido a que siempre me ha gustado y hasta el día de hoy aún la ejerzo
-¿Qué logros destacarías de tus inicios en el kung fu?
-A los 14 años estaba compitiendo en un mundial acá en Chile. Fue una muy bonita experiencia porque fui seleccionado nacional representando a la provincia de San Antonio y a mi pueblo de Las Cruces. Tener que viajar a Santiago a entrenar y ser disciplinado tan chico no lo hace cualquiera. Mi maestro de kung fu es alguien que me ha inspirado mucho en mi vida.
-¿En el colegio te apoyaban por ser deportista?
-Cuando salí de cuarto medio me condecoraron como deportista del año, pero fue por tenis de mesa, ya que representé a San Antonio en dos ocasiones en campeonatos regionales en Viña del Mar. Siempre fui muy deportista.
-¿En qué momento te diste cuenta que tu profesión no estaba enfocada en lo que querías?
-Cuando me titulé trabajé casi dos años en el área de salud como terapeuta ocupacional en el Cesfam, siempre en rehabilitación física, traumatológica y neurológica. En ese transcurso me di cuenta que mi ocupación no me llenaba, no me hacía feliz. Un día, mientras atendía en un box, me empecé a cuestionar qué hacer con mi vida. Le pregunté a Dios qué podía hacer porque no entendía nada. Ganaba un buen sueldo para un joven recién egresado, pero eso no era suficiente.
-¿Cuándo surge la idea de entrenar a otras personas?
-Al poco tiempo tuve esta idea y decidí, con mucha fe y solo con lo que traía desde niño de preparación, comenzar a realizar clases de acondicionamiento físico. Tuve mi primera alumna en un lugar que me prestaron, que era un gimnasio. A las dos semanas, ya tenía a seis personas tomando clases conmigo. Llamé tanto la atención que me dijeron que me retirara. Después arrendé en el condominio Ilimay y ese pasó a ser el segundo lugar donde hice clases, en paralelo con el trabajo en salud. Después me prestaron una cancha de tenis en Las Cruces donde tuve 15 alumnos de distintas comunas de la provincia.
-¿Cómo te convenciste de dejar tu trabajo por el deporte?
-Llegó un momento en que estaba tan frustrado en el área de salud que decidí salirme y eso fue algo bien heavy, porque mi familia entera, mi pareja incluida y mis hermanos, estaban en contra de la decisión. Ellos no veían la pasión que yo tenía por emprender con el entrenamiento físico, querían que me quedara en mi "zona de confort" trabajando en salud.
-¿Cuándo comenzó a dar buenos resultados tu idea?
-Cuando estaba nervioso y con miedo al ver que no lograba lo que esperaba, me puse a hacer un proyecto. Hice muchas copias para entregar por toda la provincia de San Antonio. Fui con mi pareja, llegamos a la Municipalidad de San Antonio y esto fue mágico. Le pregunté a alguien dónde estaba la oficina de Deportes y me llevó. Cuando llegamos a la oficina el encargado sale a hacer un llamado y nos hace pasar. Me presento, le digo que soy profesional de la salud y del área fitness, y que tenía un proyecto para ofrecerlo a la municipalidad. Me pide que le cuente de qué se trata. A los siete minutos me preguntó cuándo podía empezar.
-¿Cómo fue esa experiencia con el municipio?
-Al mes siguiente inicié un taller de crossfit en el gimnasio Montemar. A nivel cuantitativo ha sido el lugar donde he tenido más alumnos en una clase. Llegué a tener 305 alumnos. Era tan masivo el asunto que tenía que pedirles a los alumnos que cuando llegaran se anotaran los primeros 30 y los que quedaban fuera no alcanzaban a entrar. Mi clase era a las siete de la tarde y a las seis llegaban los alumnos a anotarse y hacer la fila. Eso para mí era algo muy lindo porque la gente valoraba la calidad de mi trabajo.
-¿Te entusiasmó el éxito de ese taller municipal?
-En el verano no seguí haciendo clases en San Antonio y me fui a probar suerte a Santiago. Cualquiera podría decir que me fue mal, pero es lo mejor que me pudo haber pasado, porque no tuve éxito alguno en cuanto a alumnos, pero terminé volviendo a la playa que era el lugar donde la gente me conoció y tenía que estar. Al regreso empecé a hacer clases en una cancha de baby fútbol de pasto sintético. Estuve un año y capté gente de todos lados.
Sueño logrado
Después de años de buscar cómo lograr materializar su anhelo de vivir haciendo lo que realmente disfrutaba, Franco encontró una alternativa donde menos lo imaginaba. "Al lado de la casa donde vivía con mis papás había un terreno grande con una casa que nadie tomaba en cuenta y que siempre la había mirado desde mi ventana. Al dueño yo lo conocía, un día conversamos y un par de meses después la remodelé y se convirtió en el lugar donde vivo y fue mi primer centro de entrenamiento. Entonces logré cumplir mi sueño y me siento muy orgulloso porque comencé de la nada", afirma.
-¿Pasaste por momento difíciles en el camino?
-Mi medio de transporte cuando vivía en Ilimay para llevar las cosas era un carro de feria. Después de eso, usaba un carro de supermercado para llevar los implementos, una vez se me dio vuelta, se cayó el parlante y se deterioró un poco.
-A pesar de todo ya es un sueño cumplido...
-Sí, de la nada hoy, gracias a Dios, a mi esfuerzo y al apoyo de mi familia, tengo un centro de entrenamiento de 450 metros cuadrados, al aire libre, que tiene los más altos estándares de servicios porque somos profesionales de la salud y también del fitness y el deporte. Todo el piso es de pasto sintético de 30 milímetros, absorbe el impacto totalmente, si llueve se drena el agua automáticamente, y además resiste los rayos del sol.
-¿Tienes un próximo proyecto por cumplir?
-Mi aspiración en poco tiempo más es tener un centro de entrenamiento, porque me lo han pedido mucho, en San Antonio y también en El Quisco o Algarrobo.
La hija SIGUE SUS PASOS
Antonella, la pequeña hija de Franco Herrera, tiene siete años y ya disfruta entrenando con su papá. "Ella ha hecho deporte desde que estaba en la guatita, porque su mamá entrenaba. Y desde que nació yo comencé a hacerle estimulación temprana, mucha estimulación física, entonces cuando fue creciendo la empecé a entrenar y hoy día, con siete años, ella es atleta de crossfit y arte marcial. Antonella es mucho mejor que yo cuando quizás tenía ocho años. He llorado de alegría al ver que es tanta mi pasión, que ella también la trae en los genes y que le gusta".
"Desde pequeño tuve relación con el entrenamiento físico, con la competición en el aspecto marcial y me gustó el deporte",
Franco Herrera
"Un día, mientras atendía en un box, me empecé a cuestionar qué hacer con mi vida. Le pregunté a Dios qué podía hacer porque no entendía nada".