Con aplausos y el cariño de sus colegas despiden a comerciante ambulante
Leonardo Araneda trabajó por años en Centenario, junto al quiosco de diarios frente a Bombero Molina. Falleció el domingo por una severa insuficiencia renal.
Al menos por un instante la mañana se detuvo en la avenida Centenario y ni los habituales transeúntes del centro comercial de San Antonio, ni los automovilistas que cada vez son más por estos lados, quedaron indiferentes ante el llorar de las bocinas, los aplausos, la música y las lágrimas que despidieron al comerciante ambulante Leonardo Araneda, el querido "Guatón Leo", que durante años trabajó vendiendo chucherías en la vereda.
Leonardo Araneda falleció el domingo recién pasado, a los 37 años, en un centro médico de Santiago, donde permanecía internado como consecuencia de una serie de severas afecciones que derivaron en una insuficiencia renal crónica que terminó por costarle la vida.
Antes de eso el "Leo" había sufrido la amputación de uno de sus pies por culpa de una diabetes muy mal tratada, y así las enfermedades se le fueron amontonando en el mantel de los productos que vendía en su puesto de la calle Centenario, justo frente a Bombero Molina.
Erika Espinoza Ulloa, comerciante ambulante histórica de la calle Centenario, lideró los aportes solidarios que tuvieron que reunir para poder cubrir los costos de sepultación de Leonardo Araneda que antes de caer gravemente enfermo, llegaba a vender sus productos junto al quiosco de la esquina, en una silla de ruedas.
"Nunca tuvo el tratamiento que necesitaba porque era solito, no tenía familia. Lo único que tenía era su compañera, la Angie, los dos niños que tenían en común y dos niños de ella que él crio como propios. Como siempre trabajó en la calle, no tenía previsión, nunca tuvo acceso a la salud y por la diabetes se le hizo una herida en el pie que terminó con una amputación y de ahí para adelante una cosa tras otra lo fue complicando hasta que finalmente falleció", relató Erika Espinoza.
La dirigenta de los comerciantes ambulantes del centro de San Antonio contó además que "entre todos aquí hicimos una colecta, pusimos una cuota para poder despedirlo como se merecía porque siempre fue un muy buen compañero de trabajo. Llegaba aquí con sus cositas a trabajar, era un cabro alegre, joven, que desafortunadamente murió por no tener recursos para tratar sus enfermedades. La diabetes le afectó los riñones, de hecho, estuvo en coma, lo tuvieron intubado también, había quedado ciego y después ya no aguantó más, porque lo que supimos es que su enfermedad era hereditaria y eso hizo todo más grave".
Leonardo Araneda vivía en la calle Bulnes de Cartagena, junto a su compañera. Le sobreviven hijos de 6 y 14 años que eran su principal preocupación y responsabilidad.
"Él trabajaba para mantener a su familia, aquí vendía dulces, después esas maquinitas para cortar cebolla y hasta camitas para perritos estuvo vendiendo porque era un cabro súper movido, siempre se las estaba rebuscando para tener algo que ofrecer", añadió Erika.
Despedida
Y precisamente ese cariño tan grande de sus colegas comerciantes ambulantes de la calle Centenario de San Antonio quedó demostrado la mañana del martes cuando el cortejo de Leonardo Aravena, el querido "Guatón Leo", ingresó desde Cartagena, rodeando la plaza y enfiló hacia Centenario, donde a la altura de su puesto se había instalado un toldo en su homenaje".
"Entre toda la pena que nos da esta noticia -dijo Erika Espinoza Ulloa- lo bueno es que pudimos despedirlo como él se merecía. Con mucho cariño, música, aplausos y hasta un sacerdote vino a hacer un oficio religioso para despedir a nuestro compañero de trabajo".
37 años de edad tenía el comerciante que falleció el domingo.