El colectivero que en diciembre se transforma en el Viejito Pascuero
Hernán Muñoz lleva cinco años personificando al hombre de traje rojo que recorre el mundo en un trineo llevando los regalos de Navidad. Aquí cuenta su historia y la gran pena que lo aqueja.
Durante un año Hernán Muñoz se deja crecer la barba para que los niños puedan comprobar que es real y no se desilusionen cada vez que se la tiran mientras está personificando al carismático Viejito Pascuero, una hermosa labor que realiza hace cinco años.
En su vida cotidiana, este vecino de El Tabo trabaja como conductor de colectivo en el recorrido San Antonio-Algarrobo, lo que compatibiliza con el cuidado de su esposa Joyce De Santos, quien padece una severa enfermedad que la mantiene postrada hace siete años. Un dolor que él guarda en lo más profundo de su corazón.
Por otro lado, cuenta que vestirse como "Papá Noel" y ver las caras de grandes y chicos cuando están frente a él observándolo llenos de emoción, lo motiva a seguir en esta misión que partió como una anécdota, detonada por las bromas de sus amigos por la barba blanca que se dejó crecer en medio de un complejo momento familiar.
Durante diciembre se vuelven comunes las visitas a casas particulares y la participación en eventos como caravanas navideñas para este padre de tres hijos y abuelito de cinco nietas, que llena su corazón de cariño y alegría cada vez que un pequeño corre a abrazarlo, con ternura y emoción, al cumplir el sueño de conocer al Viejito Pascuero.
"Yo antes vivía en Santiago. Me vine hace 19 años a El Tabo", comenta.
-¿Por qué se vino a vivir al Litoral Central?
-Para cambiar de ambiente, Santiago estaba muy estresante. Fue un cambio grande, era todo totalmente diferente.
-¿A qué le costó acostumbrarse?
-El ritmo de vida que llevan acá lo encontraba demasiado pausado. Por ejemplo, el comercio cerraba a las dos y no abría hasta las cinco. Aparte que la gente es más calmada, el santiaguino es más acelerado, a eso me costó un año acostumbrarme.
-¿A qué se ha dedicado todo este tiempo?
-He trabajado en varias cosas. Fui inspector municipal, inspector en Pullmann Bus, jefe de seguridad en un supermercado de El Quisco y últimamente como conductor de colectivo. Está sucediendo que la gente sale temprano y regresa a su casa temprano. Después de las ocho no anda gente en la calle como antes de la pandemia.
-¿Le tocó ver muchos mecheros cuando trabajaba en el supermercado?
-Era show todos los días. En el verano se llenaba, no se lo recomiendo a nadie. Es el trabajo más difícil que he tenido. El problema más que la inseguridad son las leyes, porque protegen más al delincuente que al ciudadano común. Mientras no cambien las leyes y endurezcan las penas, no se va a solucionar el problema.
-¿Cómo fue la pandemia para usted?
-Cuando empezó el estallido social y después con la pandemia no trabajé en los colectivos por miedo a contagiarme, ya que mi señora está postrada y no quise llevar el bicho a la casa. Acá me reinventé con un montón de negocios: puse una frutería, hice delivery de verduras y así sobreviví en la pandemia.
-¿Cómo se organiza para trabajar y cuidar a su esposa?
-Nos turnamos con mis hijos y mi suegra que se vino a vivir con nosotros. Ella la cuida y hace el almuerzo para que yo pueda trabajar. Mi señora lleva ocho años postrada. Justamente yo trabajo en colectivo porque me da la libertad de retirarme en caso de que me necesiten. Me casé enamorado hace 37 años y cuando uno se casa hace un juramento. Soy criado a la antigua y aquí estoy al pie del cañón.
-¿Qué enfermedad tiene su señora?
-Ella tiene una hemorragia a la médula y cada vez que ha tratado de pararse le viene un derrame nuevamente, hasta que quedó definitivamente en cama. La tuve en el Centro de Rehabilitación San Antonio de Padua, en la población 30 de Marzo, que es excelente. Ahí estuvo dos veces caminando en paralelas y la tercera le vino una recaída. Al final nos dimos por vencidos, porque levantarse para ella implica un dolor tremendo.
Viejito pascuero
Cuando su padre falleció, Hernán no se afeitó durante más de un mes. Eso causó que sus amigos lo compararan con el hombre de traje rojo. Luego de pensarlo un poco, se atrevió y ya se ha hecho conocido como el Viejito Pascuero de la costa.
-¿Qué lo motivó a convertirse en Viejito Pascuero?
-Todo empezó como una humorada hace cinco años atrás. Estaba trabajando en los colectivos cuando se enfermó mi padre. Lo tuve un mes hospitalizado y durante todo ese tiempo estuve sin afeitarme. Cada vez que iba a verlo me decía '¡aféitate!', pero no me nacía afeitarme en ese momento. Falleció y en el velorio salió la anécdota entre los que fueron a despedirlo, diciéndome que me parecía al Viejo Pascuero, donde era gordo y estaba barbón. Después me quedó dando vuelta lo del Pascuero, siempre he sido guaguatero y mi papá también lo era, y en honor a él me atreví con el Viejo Pascuero.
-¿Cómo partió con el proceso de personificación?
-Me dejé la barba, no tan larga, como barba de duende. Me compré el traje e hice toda la inversión y así empezó la historia del Viejo Pascuero. El primer año me salieron tres eventos, con eso recuperé la inversión. La emoción de ese año fue ver la cara de felicidad de mis nietas para correr a abrazarme, eso es impagable.
-¿Cómo ha sido continuar con esta linda tarea navideña?
-El segundo año cambié el traje porque el primero no me gustó. Tengo un traje de gala que es único en la zona. Trabajo solo en eventos. Desde que partí llevo cuatro años participando como el Viejo Pascuero de los Bomberos de El Tabo. Este va a ser el quinto año consecutivo.
-¿Qué es lo que más le gusta de esta labor?
-Lo mejor es ver los rostros de asombro y felicidad de las personas, adultos y niños, cuando uno llega a algún sector. Antes de la pandemia fui al encendido del árbol de la Municipalidad de San Pedro y los adultos se acercaban a sacarse fotos con el Viejito Pascuero. Puedo decir que en mi pierna se han sentado importantes autoridades (ríe con ganas).
-¿Cómo es cuando llega a una casa y los niños lo ven?
-Tendrías que vivir la experiencia. Escuchar la campana los hace salir corriendo y cuando ven que tienen al Viejo Pascuero en sus casas, les hace sentir una felicidad que es impagable. Hay una familia de Santo Domingo, donde he ido tres años consecutivos, que tienen fotos de cada vez he estado con los niños. Ahí la emoción es para uno, porque los he visto crecer. Es bonito para mí recibir sus abrazos llenos de amor incondicional. Hay muchos niños que me tiran la barba para ver si es de mentira y le dicen a los papás '¡es de verdad!'.
-¿Cómo se cuida la barba?
-Me la dejo crecer el año entero. Me afeito el 27 ó 28 de diciembre y el 1 de enero me la dejo nuevamente. El Año Nuevo el Viejito Pascuero desaparece.
-¿Qué opina su familia de este rol de Pascuero?
-Es como una anécdota para ellos. Mis nietas aún creen en el Viejito Pascuero, hay solo una de las cinco que dejó de creer y trabajó conmigo hace dos años como duende. El año pasado ya no quiso ser duende porque le da vergüenza, pero fue como fotógrafa. Las cuatro más chicas están dudando donde me ven con barba todo el año.
-¿Qué tan importante es mantenerles la ilusión en los niños?
-Eso no se puede perder. Que el niño crea es parte de su niñez. Todos hemos creído en el Viejo Pascuero, es el recuerdo más antiguo de todo ser humano.
-¿Ha pensado que usted es parte de los recuerdos de los niños que ha visitado?
-Sí, para gran parte de ellos. Aparte de estar en sus recuerdos van a estar retratados conmigo. No hace mucho tomé a una pasajera que me dijo 'usted se parece al Viejito Pascuero'. Ella iba con su nieta. Ahí le dije que yo soy un ayudante de él y que me encarga que vigile a los niños durante el año. Después la señora me seguía mirando hasta que se acordó que me había visto en un evento y tenía una foto conmigo.
Eventos navideños
A menos de un mes de la próxima Navidad, este carismático Viejo Pascuero ya está listo para ser el protagonista en los festejos. "Para este año tengo tres caravanas, el 20 en San Antonio, el 21 en Santo Domingo y el 22 en El Tabo. Sin contar las entregas de regalos a partir del 12 de diciembre. El mismo 24 de diciembre reparto desde las 21 horas hasta la medianoche. Visito cinco o seis casas esa noche.
-¿Los niños lo esperan con algo para comer?
-Todos me esperan con galletitas. La verdad es que es tan rápido ese día que las pruebo y guardo el resto para el camino. El año pasado una niña aparte de darme las galletas y el vaso de bebida, me dio unas zanahorias para los renos.
-Si le pudiera pedir un regalo al Viejito Pascuero, ¿qué le pediría?
-Que mejore la salud de mi señora. Ese sería el mejor regalo.
"Cuando empezó el estallido social y después con la pandemia no trabajé en los colectivos por miedo a contagiarme, ya que mi señora está postrada y no quise llevar el bicho a la casa".
"Después me quedó dando vuelta lo del Pascuero, siempre he sido guaguatero y mi papá también lo era, y en honor a él me atreví con el Viejo Pascuero",
Hernán Muñoz