La mujer que ha dedicado su vida a la educación especial
La docente Miriam Cortés Muñoz lleva 41 años como directora del Instituto Psicopedagógico de San Antonio, establecimiento que ha brindado espacios de inclusión y educación a cientos de niños y jóvenes con discapacidades.
Miriam Cortés Muñoz confiesa que ella es parte de la historia de la educación especial en San Antonio. Y no exagera. La docente recuerda que partió su carrera profesional en la primera escuela especial que se fundó en la comuna puerto, para luego dirigir el Instituto Psicopedagógico, labor que realiza hasta la actualidad y que no contempla dejar porque es su mayor motivación.
En todos sus años de labor ha visto concretarse avances en el ámbito educativo en el que trabaja, pero asegura que aún falta mucho por hacer para que la inclusión sea una realidad y no un discurso que se repite sin sentirlo.
Su preocupación permanente está puesta en sus alumnos que, cuando cumplen los 26 años, deben dejar las aulas de la escuela ubicada en calle 4 Sur, en Barrancas, porque sabe que no hay alternativas para que ellos continúen desarrollándose, especialmente en el plano laboral.
La mañana del 7 de diciembre realizaron su tradicional Muestra Navideña, una instancia donde la comunidad educativa recibe la visita de vecinos, apoderados y amigos con alegría, algo que a los niños no les falta, al igual que su sinceridad y ganas de mostrar con orgullo sus creaciones.
"Anualmente preparamos una muestra navideña con los trabajos que los chicos han hecho durante el año. Hace dos años que no habíamos podido hacer esta actividad por la pandemia, pero ahora hemos retomado nuestra normalidad y por eso quisimos abrir a la comunidad esta muestra", cuenta con orgullo.
-¿Qué trabajo realizan en el establecimiento?
-Esta es una escuela y los niños vienen a clases, tienen sus asignaturas que nos pide el Ministerio de Educación y además de eso tienen talleres, dirigidos a los chicos que están en una edad como para iniciar la vida laboral. En este momento tenemos tres talleres laborales, en ellos trabajan en costura a máquina, envasado y etiquetado, y este año empezaron a envasar frutos secos. También tenemos un pequeño huerto urbano y el último curso de octavo que está trabajando reciclaje para luego pasar a los talleres laborales.
-¿La educación especial ha tenido avances en los últimos años?
-La educación especial es muy ignorada. Hemos avanzado porque se ha hecho visible lo que era invisible. En este momento la gente ubica que hay escuelas que atienden a niños con discapacidad ya sea visual, motora o intelectual. Por lo menos nosotros hemos logrado que San Antonio nos dé un espacio, que la comunidad se abra un poco hacia nosotros.
-¿Hay apoyo entre las escuelas especiales de la comuna?
-Tenemos una muy buena red, apoyo, amigos de la escuela y de todas las escuelas especiales. Gracias a eso hemos ido cumpliendo metas como unir a las escuelas especiales para tomar acuerdos en conjunto. Además de eso, planificamos actividades en beneficio de la discapacidad, como por ejemplo paseos anuales y olimpiadas especiales para nuestros estudiantes.
-¿Qué hace falta para que la inclusión de estos niños y jóvenes sea real?
-La inclusión nosotros la hacemos a diario. Para mí incluir a un niño especial no es tenerle lástima, ni es tratarlo de pobrecito. La inclusión es aceptarlo en sus habilidades y también con sus no habilidades. Incluirlo por ejemplo como persona que requiere atención, pero también deben ejercer un derecho.
-¿Qué situaciones evidencian que no hay inclusión verdadera?
- Nosotros pedimos a la locomoción colectiva que sean más humanos con los niños, que cuando los vean en los paraderos sean más empáticos, porque estamos iniciando una etapa en que ellos se van solos a sus casas y los padres los esperan en el paradero. Este proceso es todo un trabajo y muchas veces nos encontramos con choferes muy amables que tiene la paciencia de esperar que lentamente se suban nuestros niños o recibirles y cobrarle el pasaje escolar como a todos los niños. Sin embargo, hay otros que simplemente los ignoran y no les paran. Para nosotros es una frustración porque la comunidad debería estar unida para incluirlos, eso es inclusión, no ir a dar una moneda por lástima. A lo mejor la moneda se necesita, pero incluirnos es aceptarnos.
-¿Son muchos los obstáculos que le pone la sociedad a quienes creen "diferentes"?
-Estos jóvenes a veces se ven los tremendos chiquillos, pero no saben leer ni escribir y no van a andar con un letrero que diga yo soy de una escuela especial. Nosotros les enseñamos de otra manera y después de todo este proceso, llegamos allá y que la micro los ignore es doloroso. Nosotros tratamos de salir mucho con los chicos, de ir a los supermercados, a las ferias libres para que conozcan la vida tal como es, que compren, vayan al banco, pero a veces la gente no tiene paciencia de atendernos.
-¿Tienen apoyo por parte de la comunidad que los rodea en Barrancas?
-Sí, en el barrio nos aceptan. Nuestros vecinos nos visitan, nos quieren. Los almaceneros se preocupan de darles bien el vuelto, de no hacerlos lesos. En los restoranes los atienden con el garzón para que sepan cómo hacer un pedido. Ha sido todo un proceso, no hay nada que sea con una varita mágica ni que se aprende de un día para otro.
-¿Qué opina de las agrupaciones que apoyan a los niños con discapacidad?
-Las organizaciones sociales o fundaciones tienen una labor social, nosotros en la escuela hacemos algo diferente porque tenemos que cumplir metas, tenemos un plan y programa de estudios. Es una maravilla que las fundaciones los atiendan en una segunda jornada, pero no tienen que cumplir metas ni calificarlos. Como escuela tenemos exigencias, por eso nuestro trabajo es lento y requiere un tremendo equipo de profesionales con fonoaudiólogo, kinesiólogo, sicólogo, terapeuta ocupacional, asistente social y además profesoras especialistas, no cualquier voluntariado.
-¿Cómo fue para ustedes el inicio de la pandemia?
-Como atendemos niños de tantas partes distantes de la escuela, nos organizamos primero para atender a los chicos a través de WhatsApp y videollamada que fue el medio más rápido, porque la mamá sabía a qué hora tenía que poner al niño al teléfono. Nuestros niños no tienen computador o donde viven no hay conectividad, entonces para nosotros la videollamada era maravillosa. Una vez a la semana los apoderados retiraban las tareas en los cuadernos. Entremedio postulamos a proyectos para implementar en el colegio termómetros digitales, jabón de alcohol gel, separadores acrílicos para las mesas del comedor y en cada sala se instalaron cámaras purificadoras de aire con ozono.
-¿Cómo es la relación con los apoderados?
-Yo me siento orgullosa de nuestros apoderados porque ellos van en micro con sus hijos orgullosos, se sienten felices de lo que son capaces de hacer y son apoyadores. Vienen a la escuela, están pendientes, se sienten contentos y acogidos en la escuela, porque sabemos la carga emocional que llevan. Es una tremenda mochila y no es fácil ser papá o mamá de un niño especial porque hay noches en que no se duerme. Ser mamá de un niño especial es ser doble mamá.
-¿Cómo han funcionado los talleres laborales?
-Gracias a Dios tenemos gente que nos da oportunidades. Por ejemplo, hay un comerciante que nos trae frutos secos y los niños los envasan y los entregan con etiquetado y sellado perfecto. Este ha sido un año exitoso, porque confiaron en nosotros, en que ellos van a estar con toda su indumentaria limpia, con mascarilla y con guantes. Esa es la tarea: educar. Estamos contentos con los logros alcanzados. Podemos hacer este y otros servicios. Ojalá nos apoyara el comercio, que nos digan, mire, péguenos una etiqueta o haga tal cosa y esa parte enseñársela a los niños, para que el día de mañana puedan hacer algo similar y arreglárselas en su vida laboral.
-¿Qué pasa cuando los alumnos terminan el ciclo educativo?
-Cuando salen de aquí es lo más triste para nosotros y para los padres. Yo quisiera ofrecerles un taller protegido a ellos, acá nos hace mucha falta tener uno porque hay chicos que no van a ser capaces de ir a trabajar y necesitan seguir su rutina. No puede ser que después de hacer un trabajo de tantos años para prepararlos para la vida, lleguen a los 26 años a su casa a sentarse a esperar morirse. Esa es la realidad y no queremos eso. Queremos darles una oportunidad, que sigan con su rutina como lo hacen los adultos mayores en talleres de baile o pintura. A los 26 años necesitan otra oportunidad y no se la estamos brindando.
Una misión de vida
Para Miriam Cortés, su trabajo con los niños de la escuela que dirige es parte de su vida, por lo que declara que lo hará hasta el último día. "Aquí llevo los mismos 41 años que tiene la escuela. En San Antonio yo soy parte de la historia de la educación especial porque llegué cuando la única escuela especial estatal que había, que después pasó a ser municipal, todavía no cumplía un año. Entonces estuve en su primer aniversario. Era una mediagüita chiquitita y ahí trabajábamos metidas en el barro, pero logramos salir adelante. Los padres consiguieron cuatro mediaguas y fue por iniciativa de ellos que se abrió. Para mí, de estar metida en el barro a estar aquí en esta escuela, ha habido un gran cambio.
-¿Qué momento la ha marcado en todos estos años?
-Son muchos. El fallecimiento de colegas que dejaron su vida aquí y se nos fueron es doloroso. También alumnos se nos han ido porque estos chicos nuestros están propensos a muchas enfermedades. El terremoto nos afectó y el estallido social porque estamos en el centro cívico de Barrancas. Imagínese, ardía el Diario El Líder, VTR y Habitat y nosotros aquí mirando desde la escalera que no llegaran las llamas a nuestro colegio que es pura madera. Es inentendible ese tipo de actitudes, pero hay que dar vuelta la página y seguir adelante.
-¿Ha pensado en cómo va a ser para usted cuando se jubile o retire?
-Yo he dedicado toda mi vida y le voy a dedicar toda mi vida a la escuela, hasta el último suspiro voy a estar aquí. A mí no me queda más que estar en la escuela hasta cuando Dios quiera, es mi misión en este mundo y la voy a cumplir.
"La educación especial es muy ignorada. Hemos avanzado porque se ha hecho visible lo que era invisible",
Miriam Cortés
"Para mí incluir a un niño especial no es tenerle lástima, ni es tratarlo de pobrecito. La inclusión es aceptarlo en sus habilidades y también con sus no habilidades",
Miriam Cortés