La talentosa patinadora que volvió a las pistas tras sufrir una grave enfermedad degenerativa
Constanza Durán, otrora campeona sudamericana y nacional, debió someterse a una cirugía de columna, lo que le permitió recuperar en parte su calidad de vida y retomar su pasión.
La sanantonina Constanza Durán Salas recuerda, a sus 26 años, que hace tres vivió el momento más complejo que ha debido enfrentar, cuando estuvo a punto de quedar postrada como consecuencia de una grave enfermedad degenerativa que no le había sido detectada.
Esta joven mujer, que se tituló de técnico en enfermería, desarrolló una relevante carrera deportiva en el patinaje, la que coronó incluso como campeona sudamericana, además de varias victorias que logró a nivel nacional, por lo que el movimiento, las coreografías y las horas de entrenamiento debieron quedan suspendidas por largo tiempo.
La experiencia vivida con esta enfermedad, asegura ella, le sirvió para, a través de su ejemplo, promover la importancia de estar alerta cuando el cuerpo empieza a dar señales de que algo no anda bien.
Actualmente, Cony está feliz complementando su trabajo en un recinto de salud privado de Santiago con las clases de patinaje que imparte en el club @Dreams.Skating (Instagram), algo que asume como una segunda oportunidad que le dio la vida para desarrollar su gran pasión por los patines.
"Cuando yo partí existía solo un club de patinaje y en ese tiempo mi mamá iba a gimnasia al Montemar y afuera hacían patinaje. Ella me inscribió primero para que hiciera deporte, porque toda mi vida he tenido que luchar para poder mantenerme porque soy de contextura más gruesa, entonces todo se inició por eso. Cuando me llevaron a probar el patín desde ahí no lo solté más. Me gustó mucho y me dijeron que tenía aptitudes para el patinaje", cuenta sobre sus inicios en esta disciplina.
-¿Qué te motivó a iniciar una carrera deportiva?
-Partí en el club Montemar, después me cambié al club San Antonio, cuando en ese tiempo llegó un entrenador de Santiago y él me aconsejó que si quería llegar más adelante tenía que cambiarme a Santiago para poder optar a la Federación y me cambié al club San Miguel. Ahí empecé mi carrera deportiva en la Federación, la cual me dio la oportunidad de poder llegar a competir en nacionales y también en competencias internacionales.
-¿Cómo fue entrar a las ligas competitivas?
-En mi primer nacional quedé cuarta porque las primeras competencias que tuve a nivel federado eran muy diferentes a lo que yo competía. Al año siguiente debo haber tenido 10 años y ahí quedé primera. Dos veces quedé en segundo lugar y todas las otras en el primero. Me sacrifiqué harto porque en ese tiempo iba en el colegio y tenía que irme todos los viernes después de clases a Santiago a entrenar, me venía el domingo en la noche y los veranos los pasaba entrenando en Santiago, porque era la opción que tenía para entrenar más y llegar más lejos.
-¿Cómo financiabas los gastos?
-En general patinar sale caro porque hay que tener la implementación y es costosa. En mi caso tenía que financiar entrenamientos que salían a Argentina para perfeccionarme y nosotros no teníamos una situación económica muy buena, por eso teníamos que hacer muchas rifas y bingos, para cubrir esos costos.
-De todas las competencias en las que participaste, ¿cuál fue la más importante?
-La que más me marcó fue cuando fui campeona en el 2008 en el Sudamericano de Ecuador porque fue mi logro más importante.
-¿Pudiste seguir entrenando cuando ingresaste a la universidad?
-Lo que pasa es que cuando estaba en cuarto medio me lesioné en una competencia y después de ahí entré a estudiar kinesiología en la universidad Finis Terrae, en Providencia, y no me daba el tiempo para ir a entrenar a La Pintana porque salía a las 18.30 horas y no llegaba al entrenamiento a las 20 horas. Entonces tuve que decidir no seguir para poder estudiar y después lo retomé, pero ya no de manera competitiva porque no tenía el tiempo necesario para hacerlo.
Complejo estado
A fines del 2018 "Conito", como la llaman sus amigos, comenzó a sentir fuertes dolores lumbares. Una grave enfermedad degenerativa amenazaba con dejarla sin movimiento, sin embargo, su amor por el deporte la hizo ganarle a la adversidad.
-¿Cómo te diagnosticaron la enfermedad degenerativa?
-Al tiempo me lesioné de la espalda, tuve un proceso bastante malo donde casi estuve postrada, lo que me obligó a estar cerca de tres años sin hacer ningún tipo de deporte. Intentaba a veces, pero no podía porque estaba muy "drogada" de cierta manera, con tantos medicamentos que tenía que tomar. Llegué a tomar medicamentos fuertes como morfina. Fui a varios médicos y tuve malos diagnósticos. Finalmente, después de muchos diagnósticos pudieron decirme lo que tenía y tratármelo. De ahí tuve algunas intervenciones en la columna. Dentro de eso tuve que decidirme a dejar la carrera porque me vi muy mal y no iba a poder proyectarme como kinesióloga.
-¿Eso te pasó a consecuencia de alguna lesión?
-Fue un todo en realidad. Lo que tengo son enfermedades degenerativas en la columna. Creo que igual afectó todas las caídas que tuve en mi carrera deportiva porque nunca me las cuidé. Yo nunca supe que tenía eso, porque siempre seguía adelante y cuando me empezaron a dar los dolores más fuertes, lo asociaba a estrés o lo justificaba, hasta que un día me vi inhabilitada, no me podía mover y ahí fue cuando me empecé a preocupar, pero ya era muy tarde porque estaba muy avanzado el proceso degenerativo.
-¿Cuándo surge la idea de tener tu propio club de patinaje?
-Empecé a dar clases cuando iba en primero medio contratada en clubes que no eran míos. Partí dando en el club San Antonio, en Santiago en el club La Cisterna, hasta que en diciembre de 2016 se me ocurrió generar un taller de verano y resultó súper bien. Duraba tres meses y al finalizar hubo una finalización de taller. Hubo muchas niñas interesadas, por lo que ese taller se transformó en un club.
-¿No te dio miedo volver a patinar?
-Lo que pasa es que siempre tuve dentro de mí las ganas de patinar. Sabía que no lo podía hacer porque me causaba dolor, pero gracias a Dios se me pudo presentar una segunda oportunidad en la vida, se pudo tratar un poco el dolor, sobrellevar el problema de la espalda y aprender a fortalecer todas esas cosas que implicaban poder llevar una vida más normal. De a poco empecé a volver, suavecito, porque la final es lo que amo. He probado hacer otras acrobacias en telas, por ejemplo, pero realmente nada que se compara a patinar.
-¿Cómo les transmites a tus alumnas tu experiencia con esta enfermedad?
-Les digo que tienen que ser conscientes de su cuerpo, porque en patinaje siempre van a tener caídas. El tema está en que si yo tengo un dolor o algo, hay que tratárselo altiro. Como aprendizaje del error es que yo hablé cuando el daño ya estaba hecho, tenía discopatía, se me habían deformado unos procesos transversos que me apretaban el nervio, me había dado artrosis, entonces ya eran cosas que no tenían solución, solo se podían tratar para que no avanzaran tan rápido. Como soy técnico en enfermería pude dar una charla en el colegio Fernández León, donde yo estudié, y una de las cosas que me gustó fue poder enseñarles a crear un poco de conciencia porque el cuerpo es sabio y da señales previas de que algo no anda bien.
-¿Cómo ha funcionado el club?
-Por lo general todas las niñas que han llegado son nuevas en el patinaje, han partido desde cero y de a poco han ido creciendo en este mundo. También han llegado niñas más grandes que han participado en otros clubes y que de repente quieren dedicarse a esto solo como un hobby porque ya empiezan a estudiar y el tiempo no da. Mi club se formó un poco para eso, donde no se exige competencia, sino que se da la oportunidad para competir, pero si se quiere hacer patinaje de forma recreativa se puede realizar sin ningún problema.
-¿En qué estas actualmente?
-Este año terminé de estudiar técnico en enfermería y comencé a trabajar en el hospital de la Católica en Marcoleta. Tengo un sistema de cuarto turno, lo que me hace dividir un poco mi vida, ya no solo doy clases de patinaje. Eso ha complicado un poco las clases porque tengo que hacerlas cuando tengo libre, pero me vengo de inmediato a San Antonio a disfrutar con los niños haciendo lo que me apasiona: el patinaje.
"La competencia que más me marcó fue cuando fui campeona en el 2008 en el Sudamericano de Ecuador porque fue mi logro más importante",
Constanza Durán
"Me lesioné de la espalda, tuve un proceso bastante malo donde casi estuve postrada, lo que me obligó a estar cerca de tres años sin hacer ningún tipo de deporte".
"He probado hacer otras acrobacias en telas, por ejemplo, pero realmente nada que se compara a patinar",
Constanza Durán