Vecina de Lo Gallardo continuó la tradición familiar del tejido artesanal
Jacqueline Román aprendió a tejer siendo niña junto a su madre, usando sólo un par de clavos. Desde hace 12 años se dedica a la venta de productos tejidos a palillo, crochet y telar.
Tejer es parte importante en la vida de Jacqueline Román Vidal. Puede estar conversando o viendo televisión, pero en sus manos no puede faltar un par de palillos y una madeja de lana. Esta vecina de Lo Gallardo recuerda que el tejido es una tradición de su familia. Aprendió a tejer siendo sólo una niña cuando su mamá que disfrutaba tejiéndoles chalecos para ella y sus dos hermanas, la motivó a aprender, algo que piensa hizo de la misma manera su abuela con su madre.
Los años de oficio se notan en la calidad de cada producto que crea. Pieceras y ropita de lana para bebés y niños, como chalecos, botines y gorritos son su especialidad, aunque su talento le permite hacer muchas más cosas con sus manos.
En la Feria de Productores, que se ubica cada semana en la plaza de Llolleo, exhibe sus tejidos, los que ofrece a precios muy convenientes, tomando en cuenta la calidad de los insumos que usa y las horas que debe emplear para llevar a su puesto lindos y coloridos productos hechos a mano, con la alegría que siente al poder hacer lo que la apasiona.
Su emprendimiento taller de telar "Hechicera del Río" está ubicado en avenida San Juan 2177, en Lo Gallardo (a pasos de la escuela) y se puede contactar en el WhatsApp +569 87637564 o directamente los viernes y sábados en su puesto de la plaza de Llolleo.
-¿A qué edad aprendió a tejer?
-Mi mamá me enseñó a tejer a palillo cuando tenía 7 u 8 años, antes los palillos eran caros, así es que empecé usando unos clavos y le tejía ropa a las muñecas. Cuando estuve más grande tejía chalecos a mis hermanas y para mí, no ofrecía para vender porque era muy tímida. Mis hermanas saben tejer, pero no les gusta, en cambio a mi me fascina. Después me regalaron palillos y siempre tejí pero no para vender. Me hacía mis chalecos, después nacieron mis hijos, de repente los tenía un tiempo con un suéter, lo desarmaba y lo hacía de otra manera.
-¿Cuándo incorporó el tejido a telar?
-El 2011 aprendí a tejer a telar cuando estuve en Prodemu (Fundación para el Desarrollo de la Mujer). Pertenecía a un grupo que lo integraban señoras del sector rural y estuvimos tres años aprendiendo. Pasamos por muchas etapas porque nos enseñaban desde valorarnos como mujer hasta a salir al campo laboral. Ahora soy artesana de Indap y Prodesal. Ellos son mi apoyo referente y lógicamente a la familia, por eso participo acá (Feria de Emprendedores de Llolleo) por el Mercado Campesino de Indap.
-¿Cuándo empezó con su emprendimiento?
-Cuando me empecé a capacitar en Prodemu. Al principio vendía solamente cosas de telar aquí o en las ferias costumbristas. Un día iba a ir a una feria artesanal y tenía varios chaquetoncitos que había tejido y mi marido me dijo que los llevara, lo hice y los vendí todos. Ahí me dijo que implementara venta de tejidos a palillo y crochet y me ha ido bien. Puede que no venda una piecera de 50 mil, pero puedo vender varios chalequitos de 8 mil en el día.
-¿Su familia la ha apoyado?
-Sí, siempre. Una vez pensé en no seguir porque cuando empezamos en Prodemu éramos diez emprendedoras, después se separó el grupo y quedamos dos. La otra señora trabajó un tiempo, pero no pudo seguir porque se enfermó su mamá. Ahí yo dije, ¿cómo voy a seguir sola? Y mi marido y mis hijos me dijeron, ¿por qué no?, si nosotros te apoyamos. Mi hijo, depende de los turnos, me viene a dejar, a buscar y cuando no se puede me trae mi amiga o me vengo en Uber, pero llego. El apoyo de la familia siempre es fundamental.
-¿Trabaja a través de redes sociales?
-No me gusta mucho la tecnología, me costó aprender a usar Facebook y WhatsApp, pero los uso porque son útiles para mi trabajo. Mi hijo me ayuda con eso, me hizo el logo y las tarjetas. La gente me llama, me manda mensajes y en ese sentido me sirve. Lo que sí me gusta es YouTube, se puede aprender mucho. Ahora hasta con una regla se puede tejer y salen puntos maravillosos.
-¿Cree que a los jóvenes les interesa tejer?
-No, al menos a mi hija le he intentado mil veces enseñar a tejer, pero no le gusta. Yo le digo que hay que tener cierta coordinación con las manos, porque si tienes los dedos tiesos y no te adecúas nunca vas a aprender. A los jóvenes no les interesa mucho el tejido. A los talleres de esto van señoras adultas mayores.
-¿Aprendió nuevas técnicas desde que partió con el tejido?
-Sí, por ejemplo, yo tejía a palillo muy apretado y cuando estuve en Prodemu, la profesora me explicó que si era para negocio no servía, porque gasta más lana y queda muy tosco el tejido. Ahí tuve que soltar más mis dedos.
-¿Qué hace en sus ratos de descanso?
-Me siento a ver tele cuando estoy en el taller que tengo aparte de mi casa. Tengo todo el día la televisión encendida, pero no puedo estar sin tejer, estoy escuchando y tejiendo, termino una cosa y empiezo la otra. A veces me aburro, lo dejo y sigo con otro tejido y al final termino todo junto. No puedo estar sentada sin hacer nada. Como digo yo, hay que producir para el negocio, porque ¿o sino que traigo a Llolleo?.
-¿Cómo fue la llegada de la pandemia para usted?
-Producía mucho y vendía muy poco, casi nada la verdad. Cuando en la ciudad estaban todos encerrados, nosotros podíamos ir al río, al cerro o a la plaza y estaba la pura gente de ahí. En la casa íbamos a la chacra toda la tarde, ahí teníamos de todas las verduras. En las ventas estuve un año parada, pero ya volví con todo normal.
De lo gallardo al mundo
Jacqueline cuenta con orgullo que varias pieceras que ha confeccionado en el telar que tiene en su taller fueron por encargo que envió al extranjero. Eso la llena de alegría porque lo asume como una manera de valorar su trabajo.
-¿Cuánto tiempo dedica a tejer?
-Esto es telar (piecera). Cuando está bordado me demoró como una semana y si es sin bordar, tres días, pero no trabajo todo el día, sino que siempre después de almuerzo. En un poncho me demoro diez días, en un echarpe me toma menos tiempo. Eso depende de la lana, porque si es buena puedes tirarla porque en el telar tiene que estar bien tirante, entonces se va cortando y hay que empezar todo de nuevo.
-¿Qué prefiere tejer a palillos o en telar?
-Me gustan las dos cosas, pero me fascina el palillo y el telar es mi fuerte. El crochet lo encuentro rápido y tejo vestiditos, ahora no me quedan porque esta semana estuvo bueno y los vendí todos.
-¿Siempre ha vivido en Lo Gallardo?
-Sí, soy nacida y criada en Lo Gallardo, hija de gallardinos y casada con uno, mi cambio fue solamente atravesar la calle (ríe). Amo mi pueblo porque todavía es tranquilo, se puede conversar con la gente, dejar la ropa colgada y no va a pasar nada. Cuando muere alguien va uno de cada casa, somos muy unidos. A mi me fascina el campo y la tranquilidad, a pesar de que ahora pasan muchos vehículos.
-De lo que hace, ¿qué es lo que más vende?
-Últimamente han salido mucho las pieceras. Tenía varias la semana pasada y las vendí todas. También me piden mucho los chalecos para niño. Tejo hasta para niños de 4 ó 5 años, no más grandes porque hay compañeras que tienen y para no hacernos competencia. Aquí somos respetuosas en ese sentido. En invierno tejo chalecos con lana de oveja, ahí hago grandes como talla M, L y si me piden más grande también lo puedo hacer. Ahí hago más ponchos, bufandas y cuellos. Todas esas cosas trato de tejerlas con lana de oveja.
-¿Cree que es una buena vitrina este tipo de ferias de artesanos?
-Para mí sí, porque no tengo otro punto de ventas, porque mi taller está cerrado todavía. Tengo una pared que no la puedo sacar hasta que legalice el sitio y lo compré hace poco, pero esta es una muy buena oportunidad para todos porque nosotros empezamos en la calle Francia, éramos solamente el Mercado Campesino. Después se formaron agrupaciones, pero los seis primeros puestos son para los que somos del Mercado Campesino, por eso a mi siempre me van a ver aquí, porque este es mi puesto y de aquí nadie me mueve.
-¿Ha participado en otro tipo de actividades?
-En las ferias costumbristas. Ahora estamos invitados a la de El Tranque que será el 5 de febrero y a la de Lo Gallardo que es el 5 de marzo. Voy a todas las ferias costumbristas que me invitan porque me encantan. Es un muy buen punto de venta para darte a conocer. A veces no se vende ahí, pero uno le dice a la gente donde vas a estar o le pasas una tarjeta y llegan después.
-¿Qué sueño le gustaría cumplir con su negocio?
-Cuando recién empecé una profesora de "Gestión de Negocios" nos preguntó cómo nos veíamos a futuro. Salieron las bromas típicas, pero yo le dije que me veía trabajando con ellas o sin ellas. Cuento corto, soy la única que está trabajando en esto y éramos diez. Mi sueño a futuro es seguir en esto, pero abrir mi taller como sala de ventas. Yo me gané un proyecto por Indap y es la sala de ventas. Pienso que he cumplido gran parte de mis sueños porque sigo trabajando aquí y haciendo lo que me gusta.
"Mi mamá me enseñó a tejer a palillo cuando tenía 7 u 8 años, antes los palillos eran caros, así es que empecé usando unos clavos".
"No puedo estar sentada sin hacer nada. Como digo yo, hay que producir para el negocio, porque ¿o sino que traigo a Llolleo?".