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El emprendedor que cambió las figuras a escala por los chocolates

Durante varios años Cristian Rojas se dedicó a pintar artículos de colección, hobby que dejó de lado cuando descubrió por casualidad los encantos de la chocolatería y comenzó a preparar exquisitos bombones.
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Juanita Ortiz Bonilla

Los chocolates son una tentación difícil de resistir y más aún cuando son de calidad. Este tipo de bombones elabora Cristian Rojas (35), quien cuenta que descubrió por casualidad el mundo de la chocolatería que actualmente lo tiene fascinado creando diferentes diseños, colores y sabores.

Este vecino de Llolleo Alto se caracteriza por ser meticuloso y perfeccionista, lo que se evidencia en el trabajo que realiza para preparar los chocolates. Desde un inicio se quiso capacitar e invirtió para adquirir los equipos especializados para que sus productos no pierdan la calidad que busca conseguir usando ingredientes de excelencia.

En una vitrina que se encuentra en un pasillo de su casa en el pasaje Los Cóndores 1830, hay muchas figuritas de personajes de acción que Cristian pintaba con todos sus detalles antes de iniciar "El Club del Chocolate".

"Yo tengo un trabajo a tiempo completo en el Casino de San Antonio, pero es por turnos, entonces me da tiempo libre suficiente para poder dedicarme a esto", afirma este emprendedor llolleíno.

-¿Cómo llegaste a la chocolatería ?

-Tengo como hobby las manualidades, modelos a escala, figuras que se pintan y justamente buscando tutoriales para mejorar las técnicas de pintado, me salieron tutoriales de pintado de bombones y no lo podía creer. Vi imágenes preciosas y me llamó mucho la atención, lo suficiente para tomar un curso al respecto. Ese fue el punto de inicio a la chocolatería.

-¿Partiste de niño con ese hobby de pintar figuras?

-No, porque es muy caro. Partí a los 24 años y actualmente tengo 35. Siempre me han gustado las manualidades y los modelos a escala llamaron toda mi atención como para dedicarme a eso. Antes de dedicarme al chocolate este era mi hobby, mi pasión. Pasé ocho años pintando monitos, armándolos. Al igual que los modelos a escala, el chocolate me permite ser creativo, porque puedo hacer bombones o barras e ir variando el color, diseño y el sabor.

Partir de cero

Este fanático de las figuras de colección recuerda que antes de llegar a la chocolatería no sabía nada sobre el tema, por lo que se atrevió a partir de cero y en el camino se motivó a convertirlo en una oportunidad para emprender.

"Antes no sabía ni hacer un queque (ríe). Aprendí a trabajar el chocolate primero en un curso exclusivo de bombonería que tomé en Santiago con una persona que se dedica a hacer bombones. Después llegó la experiencia que más me gustó, que fue en Colchagua, en un curso de chocolatería con Víctor Martínez, pastelero del (hotel) Marriot que nos ha representado en el extranjero en la copa mundial que se hace de pastelería. Ahí tomé un curso de chocolatería, pero no sólo de bombones, sino que también de helados, masas, galletas y muchas otras cosas. Después de ese curso me compré una máquina para hacer helados, me gustó bastante. Cuando empecé a capacitarme para mí esto era un hobby, pero con la gente de Sercotec me di cuenta de que esto, más que un hobby, puede ser una forma de ganarse la vida", confiesa Cristian.

-¿Cómo comenzaste con el emprendimiento?

-Cuando tomé el primer curso lo hice para aprender porque me gustaba. Con mi lista de insumos, proveedores y herramientas compré las primeras cosas y me funcionó súper bien desde el principio. Saqué 24 bombones la primera vez y me los comí todos, pero después no. Empecé a venderlos entre los más cercanos como familiares, amigos y gente del trabajo. Después me vi en la necesidad de usar redes sociales porque así se llaga a mucha más gente.

-¿Te apoyó tu familia cuando iniciaste el proyecto?

-Me apoyaron pero por temas familiares se tuvieron que ir y yo me quedé solo en esta casa. Un comedor para mí solo era mucho y lo transformé en una cocina. Además, el Servicio de Salud pide varias cosas y no era compatible la cocina que tenía antes con eso. Esto ya es más una fábrica con una pieza que una casa con una cocina.

-También te preparaste con equipos especiales para cocinar…

-Sí, hay cosas bastante técnicas. Tengo un molino de piedra que es el que utilizo para moler todos los frutos secos. Acá tengo avellanas, las tomo, las tuesto al punto que yo quiero, más o menos tostada y luego la tiro al molino. Eso me permite tener una textura más suave y cremosa que si lo hiciera con un electrodoméstico de cocina. Luego, tenemos la cava de vino, que es el equipo correcto para almacenar chocolate, porque no se refrigera. Cuando uno pone una botella en el refrigerador y la saca, se llena de gotitas de agua, la diferencia es que puedo secar la botella, el chocolate y queda esa humedad impregnada.

-¿Cómo fue la llegada de la pandemia para ti?

-Fue positiva en lo que se refiere a las ventas, porque la gente para compartir una fecha especial antes tenía la libertad de vitrinear o ir a cenar, y esa libertad se perdió con la llegada de la pandemia, entonces una caja de bombones quedaba súper bien.

-¿Qué sabores son los que más te piden?

-Trabajo con una carta de sabores que se renueva una vez al mes. Por ejemplo, en enero fueron cereza, yuzu, castaña de cajú, frutos rojos, frambuesa, coco, café, caramelo, maracuyá y avellanas. En la carta de febrero tenemos boldo y navegado. La caja se arma con ocho sabores, vienen dos bombones por sabor, está pensado para compartir. Si me piden una caja de un solo sabor sería un pedido especial y eso se hace para bodas, por ejemplo. Ahí saco el bombón con forma de corazón y pueden ser 200 con relleno de bailys o lo que prefiera el cliente.

Cajas de madera

Cristian Rojas hace todo en su negocio-hogar. Desde elaborar los chocolates, tomarles fotos con equipos que adquirió para ello, hasta confeccionar a mano las cajitas de madera en que los empaca, lo que implica incluso hacer el diseño que llevan dependiendo de la ocasión.

-¿Te ha costado mantener los precios por la inflación?

-Este producto tiene ciertas barreras porque no es económico. Tiene un precio bajo el mercado porque es acorde a los ingresos de San Antonio. Todo lo que uno encuentra en un supermercado es un producto de manufactura industrial, donde se elaboran miles de unidades en líneas de proceso. Acá es un trabajo artesanal, hecho a mano, no tengo una línea de ensamblaje. Todas las cajas se cortan y las hago manualmente.

-¿Por qué quisiste usar cajitas de madera?

-La gracia de usar cajas de madera es que la gente no la tira, sino que la sigue usando para guardar cosas en ella. Lo importante es que no se va a la basura como sí ocurre con un envase plástico o de cartón. Incluso, el proceso de reciclaje no es tan bueno como reutilizar el producto, por eso me decidí por madera. En ese sentido me gusta saber que tengo un packing sustentable. Una de las cosas que hago en el taller es personalizar las cajas según las temporadas, por ejemplo, tenemos con motivos de amor para el 14 de febrero y con logos de empresas que encargan para regalarle a los trabajadores. En general no hay límites, lo que el cliente se imagine lo podemos llevar a una cajita.

-Se nota tu preocupación por cada detalle y la calidad de lo que haces.

-Me preocupo de usar un buen chocolate, trabajo un producto que no se ve normalmente que es el bombón pintado. Tengo por una parte buenos insumos, por otra un diseño que considero atractivo y finalmente le sumamos cajitas de madera. En general trato que todo el packing sea sustentable, no genere desechos ni basura. En este caso en particular, además es reusable, porque la gente no tira una caja de madera, como sí lo haría con una de cartón.

-¿Te instalarías con un local propio?

-No, la verdad es que estoy contento con el trabajo que se ha hecho con Javer, le han puesto cariño al tener el producto ahí. Tengo contacto con las vendedoras y se les hizo una capacitación para que pudieran responder al cliente cosas esenciales. Me gustaría tener un punto de ventas en Llolleo, pero no me he dedicado a buscarlo.

-¿Tienes algún proyecto en carpeta a futuro?

-Sí, estoy tratando de vender a Santiago ahora. La próxima semana tengo que mandar el primer lote de productos y vamos a ver cómo funciona. Santiago es una buena oportunidad porque son muchos más habitantes, aunque también no hay un chocolatero, sino que muchos, están todas las grandes cadenas, pero creo que el mercado es grande y hay espacio para vender un par de cajitas extras.

"Siempre me han gustado las manualidades, y los modelos a escala llamaron toda mi atención como para dedicarme a eso. Antes de dedicarme al chocolate, este era mi hobby, mi pasión".

"Antes no sabía ni hacer un queque. Aprendí a trabajar el chocolate primero en un curso exclusivo de bombonería que tomé en Santiago",

Cristian Rojas

"Cuando empecé a capacitarme para mí esto era un hobby, pero con la gente de Sercotec me di cuenta de que esto, más que un hobby, puede ser una forma de ganarse la vida".

Durante ocho años este vecino de Llolleo Alto se dedicó a pintar figuras a escala.
sus contacto @_elclubdelchocolate_ en Instagram y en el WhatsApp +569 62930134.
Cristian Rojas habilitó en su casa la cocina con equipos especializados para su oficio.
todos los bombones vienen en cajas de madera.
Una gran variedad de bombones ofrece este llolleíno.
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