Al menos molestia nos debe causar que los incendios forestales, en las magnitudes que vivimos este año, se repitan año tras año, ya que no sólo afecta a quienes directamente pierden a sus seres queridos, a sus animales, sus campos, sino que además genera miedo en el resto de la población colindante a estos siniestros y coloca en riesgo la seguridad agroalimentaria de toda la nación. El temor, el miedo y la angustia afectan a muchos de los que sienten de cerca el fuego, pero todavía más, afecta más a los niños, adultos mayores o enfermos. Proyectos de vida, familiares y laborales son los que se destruyeron. La afectación va mucho más allá de lo meramente material. Los discursos de autoridades públicas sobre seguridad de nuestros poblados, de nuestros campos, de la flora y fauna no tienen ningún sentido si no se previenen los incendios de manera efectiva y se persigue y sanciona a quienes comenten este tipo de delitos. Sólo recordar que ante la gravedad de los hechos que vivimos, los funcionarios de la Conaf plegaron en noviembre del año pasado a la movilización de los guardaparques por problemas laborales y de seguridad, reclamando legítimas mejoras que no tuvieron una refrendación adecuada en la ley de presupuesto de 2023, por quienes hoy son autoridades de Gobierno. Los que cometen estos delitos generan un daño material e inmaterial, colocan en riesgo la seguridad agroalimentaria y generan miedo en la población general y es por eso, que vale la pena preguntarse hasta cuando las autoridades del gobierno central serán permisivas y actuarán con la fuerza que se requiere en la persecución de este tipo delitos durante todo el año y condenarán siempre la intencionalidad en este tipo de hechos.
Jaime González Kazazian
Abogado
Ideas Republicanas