Hermanos de Lo Gallardo destacan por su trabajo en pintura y escultura
Mercedes y Víctor Hugo Ruiz tienen una reconocida trayectoria en las artes que desarrollan.
Mercedes y Víctor Hugo Ruiz tienen muchos recuerdos de su infancia junto a su madre, la que aseguran los incentivó al igual que a sus otros cinco hermanos, a desarrollar la creatividad sin ponerles condiciones ni exigencias.
En las paredes de su hogar ubicado en Lo Gallardo, hay pinturas realizadas por la propia Mercedes y varias fotografías de antaño enmarcadas de sus antepasados.
Varios gatos pequeños recorren el lugar hasta que logran su cometido de acurrucarse en los brazos de Víctor Hugo, quien se ha destacado como artesano escultor, actividad que aprendió siendo niño gracias a las jornadas que dedicaba a colaborar con los canteros en el arduo trabajo de los hombres que pican las piedras en el acceso a la localidad rural. Su prestigio como artista lo llevó a ser homenajeado por la Municipalidad de San Antonio en 2014 en el aniversario edilicio, como "Personaje Típico" de la comuna puerto.
Al fondo hay un lugar más iluminado y colorido que en el resto de la casa, es el taller de Mercedes.
-Mercedes, ¿Cómo aprendiste todo lo que haces?
-Es algo innato, pienso que nací con eso, lo heredé por parte de mi mamá porque ella era buena para dibujar y escribir. Estudié Dibujo Industrial Arquitectónico y como me enfermé de la tiroides me dijeron que me dedicara al arte y eso hice. Gracias a Dios me va bien, hay encargos que me hace gente que me conoce y eso me va dando más seguridad, sin dejar de ser humilde porque no me gusta andar impresionando a nadie.
-¿En qué consiste tu faceta artística?
- Hago xilografía que es como hacer un negativo, trabajo la madera y con un cuchillo, uso corta cartón porque me deslizo mejor, hago la figura y después le agrego la tinta, saco el papel y saco el negativo. Tengo grabados en el extranjero, en Alemania, Francia, España, Inglaterra y Estados Unidos. También hago tallado en madera.
-¿Has participado en exposiciones?
-Sí, pero no me gusta porque hay que estar todo el día ahí. Cuando exponía tenía que estar desde las 8 de la mañana hasta tarde. Aunque a través de eso me di a conocer y también con amigos que muestran lo que hago y me van encargando pinturas.
-¿Qué trabajos has realizado en el último tiempo?
-Hace poco me encargaron restaurar dos figuras, una es un Cristo del año 1800 y algo que es una reliquia enorme de una familia muy conservadora. Ahora estoy trabajando en un Cristo de 1910. Lo que pasa es que se va carcomiendo el yeso con el tiempo y que me quede igual como era no es fácil, por eso yo me encierro en mi taller y me concentro en lo que estoy haciendo.
-¿Hay alguna obra que sea importante para ti?
-Nunca me cuestiono porque cada cosa que uno hace lo va a entregar con temor de que si le agrada o no al cliente. Para el artista no es llegar y hacer algo, sino que tiene que sentir lo que va a hacer. Cuando hago algo que quedó como quería es una satisfacción muy grande.
-¿Crees que tu madre los motivó a ser creadores?
-Yo creo porque era difícil criar a siete hijos en esa época. A mi me gustaba ir al patio donde había unos tarros con restos de pintura y me ponía a pintar. Una vez le pinté el velador a mi mamá y eso que era de madera antigua, lo habían traído mis abuelos cuando llegaron a Lo Gallardo hace más de un siglo. También hacía dibujos y los pegaba en las paredes de los dormitorios. Todos teníamos nuestros talentos y ella nos dejaba hacer lo que nos gustaba, nos daba libertad.
-¿Fue fundamental potenciar los talentos desde niños?
-El talento para crear es algo hereditario. En la universidad te enseñan algo, pero el verdadero arte nace con uno. Yo me he comparado con muchas personas, por ejemplo, cuando estaba con un grupo de artistas, ellos venían con un planteamiento técnico opuesto a lo mío. Cuando vieron que me sentaba, dibujaba y creaba, quedaban impresionados porque yo los aterrizaba a la realidad.
-¿Qué es lo más complejo
de dibujar para ti?
-El cuerpo humano, no es fácil de dibujar, pero lo hago. Las formas, el color de la piel, la silueta, el color, las sombras, todo eso se va viendo con la observación nomás.
-¿Qué es lo que más te gusta de Lo Gallardo?
-La tranquilidad y la naturaleza porque si me pongo a ver este no es un lugar plano, acá hay árboles con distintas formas y colores. Acá todos nos conocemos y cada uno tiene su historia.
-¿Tú le has enseñado a otros lo que haces?
-Sí, la técnica, el color, a dibujar. No soy egoísta, me gusta ensalzar al pobre porque pucha que lo humillan y también tienen su talento, aunque lo escondan por timidez.
Aprendiz de canteros
Víctor Hugo Ruiz valora el trabajo de los canteros que veía trabajar en la piedra cuando era niño, los que lo inspiraron a querer darle forma a esas frías rocas.
-¿Cómo te motivaste siendo niño a dedicarte a la escultura?
-Luego de haber estudiado Arte me especialicé en el campo de las esculturas con materiales como la piedra y un poquito en el fierro. Desde los 11 años fui ayudante de los canteros viejos, desde ahí me fui acostumbrando con el tiempo al tema de cómo se trata y se ve la piedra. Me llamó la atención un viejito, el señor Martínez, él tallaba vírgenes y hacía morteros. Después empecé como ayudante de otro cantero antiguo también, que se llamaba Gerardo Atenas, él me tenía para que lo ayudara a tirar las piedras hacia abajo y donde se cortaban las piedras de construcción, los bolones de despunte que se ocupaban mucho en ese tiempo, lo que me motivó fue el dibujo en el fondo.
-Generalmente en el colegio descubren el talento artístico de los niños, ¿fue tu caso?
-En la escuela Poeta Huidobro de Lo Gallardo había dos profesoras muy buenas de Artes Plásticas, Margarita Araya y Helenita de Barquero. A través de todas habilidades que ellas me traspasaron resumí el dibujo y con el tiempo lo pasé a la piedra. Tengo hermanos y sobrinos que son pintores y otros escritores. Mi hermano mayor es poeta. Fernando es pintor y restaurador de pinturas. Hay una veta bastante fuerte dentro de la familia, incluso mi tía "Nené" dibujaba muy bien y también aprendí algo de ella. Nosotros pintábamos a carbón, con tizones que se iban quemando, que era el chilco y ahí aprovechábamos de hacer dibujos.
-¿Qué recuerdas de tu época escolar?
-Es importante rescatar la formación básica que entregaban las profesoras normalistas, que parece que era bastante buena esa escuela porque los educadores de ese tiempo enseñaban a peinarte, a abrocharte los zapatos, acá incluso aprendimos a nadar. Recuerdo al profesor Pato Zúñiga, Héctor Pardo, el señor Jeria, Alfonso Vásquez. Se rescataba el entorno, porque estábamos viviendo en la orilla de un río y ellos nos enseñaron a nadar en el río.
-¿El entorno de Lo Gallardo podría ser un incentivo para hacer arte?
-Sí, pero ha perdido el hábito de la lectura. Yo creo que los jóvenes van a tener que volver a los libros porque eso a la larga hace te bien, es importante para cuando lleguen a viejos.
-¿Ves interés de los jóvenes por aprender sobre la escultura?
-Le he enseñado a muchos, pero ellos tienen que retomar esa información y acercarse a la piedra o al fierro. Hay jóvenes no sólo de Lo Gallardo, sino que también de San Antonio que saben y se desarrollan bien. Yo no me considero escultor, me falta mucho. En el fondo nunca he terminado una obra, insinúo la obra, el sentido. Soy un tipo que logró un movimiento distinto a los otros, el título te lo da el tiempo.
-Pero, usted tiene una importante trayectoria.
-Eso lo logré con el tiempo y gracias a los viejos que me ayudaron en esto, porque los viejos canteros te enseñaban, te corregían, no te dejaban solo, me acuerdo de eso. No era estar sentado descarpando y tirando cosas para abajo, había todo un cuidado en eso. La palabra cuidado me la repetían muchas veces para evitar un accidente. El olor a humedad, el color del maicillo y de la roca, todo eso. Es un trabajo pesado, durísimo pero bonito.
-¿Se está perdiendo en el tiempo?
-El artista nunca se va a perder, siempre hay, pero él tiene que descubrirlo. La visión de un artista escondido también es importante. Aquí había viejos artesanos de muy buenas terminaciones que son don Nato Acevedo y don Arturo Rojas. Eran viejos que andaban caminando tranquilos, pero sabían lo que hacían.
"Tengo grabados en el extranjero, en Alemania, Francia, España, Inglaterra y Estados Unidos",
Mercedes Ruiz.
"Desde los 11 años fui ayudante de los canteros viejos, desde ahí me fui acostumbrando con el tiempo al tema de cómo se trata y se ve la piedra",
Víctor Hugo Ruiz.