El extrabajador de Rayonhil que milagrosamente sobrevivió a una descarga de 12 mil voltios
Gilberto Riquelme Henríquez cumplió 100 años a principios de esta semana, momento en que rememoró importantes hechos que han marcado su existencia.
No nació en San Antonio, pero Gilberto Riquelme Henríquez echó raíces en esta tierra de la que nunca más quiso irse, cuando llegó junto a su familia y un amigo que lo motivó a trabajar en la conocida fábrica textil Rayonhil a mediados de la década del 40.
Este residente de Cristo Rey fue dirigente social del sector cuando la población recién se estaba formando. Además, fue tesorero del club deportivo, lo que lo hace ser una persona muy querida especialmente por sus vecinos más antiguos que saben el aporte que hizo a esa comunidad llolleína.
El lunes pasado, justo en el 1 de mayo, Gilberto Riquelme cumplió un siglo de vida, jornada donde los recuerdos de momentos alegres y también los tristes se hicieron presentes en el corazón de este hombre sencillo, sensible y esforzado que dedicó su vida al trabajo buscando salir adelante junto a los suyos.
Hasta su hogar llegaron su hijo con su esposa, su yerno en representación de su hija y todos sus nietos y bisnietos para agasajarlo como a él le gusta, en familia y en la casa que él mismo levantó para ofrecerles un lugar donde las risas, abrazos y el cariño no pueden faltar.
-Don Gilberto, ¿por qué se vino a vivir a San Antonio?
-Nos vinimos con el padrino de matrimonio de nosotros, míster Kranton. Él era inglés y vivimos muchos años en su casa. Él trajo Rayonhil y me llevó a trabajar allá. Nos ayudó harto, si arrendábamos nos pagaba él, era una persona muy buena.
-¿Qué trabajo realizaba en la fábrica textil?
-Trabajé en Rayonhil desde 1947 a 1982 y fui presidente del sindicato. Estaba a cargo de la Planta Fuerza, una máquina que generaba corriente, una turbina. Ahí yo tuve un accidente y me dio la corriente con 12 mil voltios, me salvé por un milagro, eso lo reconozco. Estuve como tres meses hospitalizado en Santiago y como fue accidente del trabajo me atendieron bien. Después estuve un mes y medio en la casa y volví a trabajar.
-¿Le dio miedo volver después de haber sufrido ese grave accidente?
-No, incluso cuando volví me querían poner a hacer otra cosa y les dije que no, que quería quedarme donde mismo y me dejaron hasta que en el año 82 me acogí a jubilación.
-¿Cómo se siente al cumplir 100 años?
-Por el momento me siento bien, parece mentira de que sean 100 años, es harto, ¡cómo viví tanto! Tengo nietos y bisnietos, hijos sólo tuve dos, un hombre y una mujer, la hija falleció. Estoy feliz de vivir tantos años, lo pasé bien y también tuve llanto por la compañera que se me fue (se emociona). Alegrías sentí por la victoria que se logró cuando era dirigente de la Cooperativa Cristo Rey, cargo que dejé después que entregué las escrituras de los sitios. Las casas las hacían cada uno como podía. Después que dejé de ser dirigente pasé a ser un socio más.
-¿Cuándo fue dirigente del club Cristo Rey estaba recién partiendo?
-No, ya llevaba un tiempo el club. Nunca tuve problemas como dirigente porque siempre que ocupaba un puesto me cuidaba de no hacer algo que no me correspondiera. En ese tiempo se le entregó un sitio al club, así es que tuvo su propiedad cuando estaba en la directiva.
-¿Siempre lo motivó ser dirigente social?
-No tanto, pero me elegían y aceptaba. Cuando dejé los cargos de dirigente me dediqué a arreglar la casa, algo que nunca se termina, porque siempre hay que estar haciendo mejoras. También fui carabinero durante tres años y me retiré porque el sueldo era muy bajo. No me echaron, yo me retiré y me puse a trabajar como civil. En Santiago trabajé en una oficina de cambio de dinero, pero no en un escritorio, sino que estaba para hacer los mandados.
-¿Qué le gustaba hacer para entretenerse?
-Me gustaba hacer mejoras en la casa, cualquier cosa que pudiera lo hacía. Nunca me gustó ir a fiestas, no tomaba ni fumaba y sigo así hasta la fecha. Yo creo que por eso me mantengo sano.
Padre ejemplar
Sergio Riquelme Muñoz, tiene 74 años, es hijo de don Gilberto y al igual que su padre no representa la edad que tiene. Con orgullo habla de su progenitor y del ejemplo que fue para él y su hermana que falleció muy joven.
"Es un papá muy recto y es la formación que nos dio. Es muy sincero, si bien es cierto que es serio, tiene mucho cariño interior. Fuimos una familia de cuatro, mi hermana falleció a los 50 años hace 25 años aproximadamente y mi mamá la siguió el 2010. Me crié con ellos hasta los 14 años y me llevó a Santiago donde los "tatas" que lo criaron a él. Yo no podía portarme mal, tenía que seguir una senda muy recta. Nos veíamos todos los fines de semana hasta los 20 años. Después me fui a estudiar a La Serena, ahí fui papá muy temprano y el caballero me dijo 'si usted se las bancó, aguante', y acá estamos con mi señora pronto a cumplir 50 años juntos. Con una mirada o una sonrisa dice lo que hay que hacer. Ese es mi papá", resume Sergio.
-¿Recuerdas la etapa en que fue dirigente?
-Sí y fue un precursor porque vinimos a hacer patria cuando nos llegamos a vivir aquí como todos. Estaba un sector de este cerro construido y dentro de todos sus compañeros de trabajo formaron la cooperativa, porque faltaba que hicieran algo de manera seria. Después se hizo cargo del club deportivo para que las cosas siguieran adelante.
-¿Destacarías algo que hacía en su juventud?
-Él dice que jugó en Magallanes y yo se la creí siempre (ríen). No tenía pasatiempos, era muy reservado, escuchaba música y las noticias en la radio. Es un inventor sin recursos, cualquier cosa que haya que arreglar o hacer se las rebusca y lo soluciona, hasta hoy. Es una persona muy meticulosa y perfeccionista.
-¿Recuerdas cómo fue el accidente que sufrió en Rayonhil?
-El accidente ocurrió cuando estaba limpiando el sector donde trabajaba en la "Casa de Fuerza" al recibir 12 mil voltios de alto voltaje. Estaba haciendo aseo en la caseta telefónica y se dio cuenta de que había un fierro que estaba sobre el techo. Lo sacó y no se subió a algo, sino que saltó y al alcanzarlo, se aferró a el, "hizo palanca" con el techo, se dio vuelta el fierro y pasó a llevar la corriente de alta tensión. Lo tomó la corriente y por suerte que andaba con zapatos de seguridad que en esos tiempos (1958), eran bototos hechos con suela de neumático doble. La electricidad le entró por las manos y le reventó en los dos muslos y lo soltó. Voló entre 12 y 15 metros desde donde estaba. Paró la fábrica y cuando se dieron cuenta de que fue un accidente mayor, llamaron una ambulancia. Había un olor a carne quemada, le decían ¡Riquelme, Riquelme! y no reaccionaba. Le dieron los primeros auxilios, le pusieron oxígeno y de inmediato decidieron trasladarlo a Santiago.
-¿Qué pasó después?
-Antes viajábamos constantemente a Santiago y cuando iba en la ambulancia se sentó y preguntó si iban camino a Melipilla y cayó. Llegó al hospital de la Católica y al tercer día recuperó el conocimiento y dijo '¿estamos en Santiago?', porque este no es el hospital de San Antonio" y cayó de nuevo inconsciente por tres días más. Estuvo tres meses hospitalizado y acá está.
-¿Tuvo secuelas producto de lo que le pasó?
-Todo el mundo en ese entonces decía Riquelme va a quedar con una discapacidad mental, no va a poder caminar, no va a tener motricidad en sus brazos, no va a conocer a nadie. Y acá está sin ninguna discapacidad. Se recuperó de sus piernas, le hicieron injertos, de sus nalgas le sacaron piel. Le sacaban la carne quemada con cuchara, es algo que él recuerda porque lo anestesiaban desde la cintura para abajo. Míralo, ahí está feliz celebrando sus cien años junto a su familia.
"Estaba a cargo de la Planta Fuerza, una máquina que generaba corriente, una turbina. Ahí yo tuve un accidente y me dio la corriente con 12 mil voltios, me salvé por un milagro, eso lo reconozco",
Gilberto Riquelme
"Estoy feliz de vivir tantos años, lo pasé bien y también tuve llanto por la compañera que se me fue",
Gilberto Riquelme






