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Así se vivió en San Antonio el 11 de septiembre, un día marcado por la incertidumbre que cambió la historia

Relatos personales y hechos históricos documentados permiten configurar el ambiente que se sintió ese día martes de 1973, cuando el puerto amaneció tomado por el Ejército, los líderes políticos fueron arrestados y las calles asediadas por los militares golpistas.
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Juan Olivares Meza

La incertidumbre es el concepto que se usa para referirse a la falta de certeza, de conocimiento completo acerca de un evento, una situación o un resultado. En otras palabras, la incertidumbre es una condición en la que no se puede predecir con absoluta seguridad qué ocurrirá en el futuro o cuáles serán las consecuencias de lo que está pasando.

El 11 de septiembre de 1973, Chile experimentó un giro dramático en su historia política y las consecuencias de ese día todavía resuenan en el imaginario colectivo, toda vez que el golpe de estado cívico-militar, liderado por el general Augusto Pinochet, derrocó al gobierno democráticamente elegido de Salvador Allende, sembrando desde esa misma mañana la incertidumbre por cada callejón de la patria.

Como en el resto del país, el clima en San Antonio también había estado agitado por la crisis política, el paro de camioneros que bloqueaban la ruta en Malvilla y las escaramuzas entre carabineros y manifestantes en las calles del pueblo.

"Me acuerdo que el sábado antes del golpe, mi jefe me mandó a buscar una pieza donde el maestro tornero, que le decían "Carita'e Gato" ahí al lado del correo, porque yo trabajaba en la concesionaria de Ford que estaba en Lauro Barros, donde está la Copec ahora y había una revuelta donde se estaban enfrentando los del MIR con carabineros. Ese día mi jefe, el maestro Francisco Tejo, que era español, me dijo casi llorando que esto terminaba con una guerra civil o un golpe de Estado", recordó para esta crónica Carlos Fuentes Vera.

Carlos Fuentes, actualmente de 67 años, contó que "como vivía en Cartagena y no había locomoción me venía a San Antonio en los camiones de la basura que me dejaban en el vertedero, más o menos donde ahora está el cementerio Parque Mirador, y de ahí bajaba por Bellavista hacia San Antonio. Ese día 11 me acuerdo que de lo alto me llamó la atención un buque que vi en la bahía, no supe distinguirlo, pero me llamó la atención".

Militares en la calle

Siguiendo con su relato, Carlos Fuentes recordó que "al llegar al Tropezón (antiguo local que se ubicaba en la esquina de Lauro Barros con Balmaceda) había unos viejitos carretoneros que estaban conversando que había un buque de guerra en la bahía. Yo no sabía lo que estaba pasando y como cabro quise ir a mirar el barco y me fui por Centenario, eran las 07.30 de la mañana y había una camioneta con militares, después en la plaza por el lado del banco, había otra camioneta con militares y pude ver que efectivamente había un barco de guerra, entonces me devolví al trabajo y en la radio escuché que al alcalde de San Antonio (Akín Soto) lo habían detenido a las 4 de la mañana, igual que al presidente de Rayonhil y los dirigentes de las pesqueras estaban todos detenidos".

En efecto, desde la misma mañana del 11 de septiembre, los sanantoninos se informaron de los planes de la Junta Militar a través de la radio Sargento Aldea, CB147, cuyas transmisiones quedaron a disposición de los militares, con la emisión de los bandos, informes de situación y citación de personas, entre música folclórica y marchas militares.

El radiocontrolador Alfonso Corales dijo años más tarde que recibió la instrucción de transmitir solamente marchas y música chilena, entre los comunicados que salían de la Escuela de Ingenieros Militares.

De hecho, en la radio Sargento Aldea se vivió uno de los episodios más vergonzosos del periodismo local cuando el mismo 11 de septiembre Roberto Araya Silva, un locutor que tenía un programa de tangos, llegó vestido de militar para tomar el control de las transmisiones y delatar a sus propios compañeros, dirigentes sociales y vecinales que luego fueron arrestados por los golpistas.

El dolor

Mónica Manríquez Mora tiene 73 años y para el 11 de septiembre de 1973 estaba embarazada de siete meses, vivía con su padre Guillermo, un viejo gruero del puerto, sus hermanas y su madre Flor, que en la casa del pasaje Suzini de San Antonio le daba pensión a los jugadores de San Antonio Unido.

"Estaban en la casa los jugadores del SAU, ese día estaba en la casa el "Peyo" Suazo, Juan Ubilla, uno que le decían "Conejito", Flavio Moscoso, también estaba Santos y Bello, que era el entrenador, todos ellos estaban en mi casa el día del golpe", rememora Mónica Manríquez, una ferviente militante y dirigenta del Partido Socialista hasta nuestros días.

Mónica recordó que aquella mañana "muy temprano mi papá, que estaba con otros portuarios, dijo que algo raro pasaba en el puerto, que estaba rara la cosa, porque ellos conocían todas las faenas y antes de las 8 de la mañana ya sabíamos que el Ejército se había tomado el poder, que estaban los militares en las calles y que se estaban llevando presos a los dirigentes políticos y sindicales. Fue una sensación de mucha incertidumbre y miedo porque fue todo muy repentino. Desde primera hora la radio estaba transmitiendo y diciendo que la gente no saliera de sus casas y como a las 10 de la mañana entró al pasaje un jeep con militares que venía a la casa de Joel Muñoz, que vivía al frente. En la tarde otra vez volvieron los militares y la sensación que teníamos era de mucho miedo, de no saber qué tan grande era lo que estaba pasando porque en mi familia estábamos muy involucrados con el gobierno de Salvador Allende".

La confirmación sobre la gravedad de la situación llegó al mediodía "cuando mi mamá fue a la Gobernación Provincial y vio que se estaban llevando presos a los compañeros, que andaban buscando al gobernador Jorge Romo, que habían detenido al alcalde Akín Soto. Al volver a la casa dijo 'está la cag…' y se puso a llorar", afirma la sanantonina.

Horas más tarde, relata Mónica Manríquez, cuando San Antonio estaba sitiado y dominado por los militares, "estábamos con varias radios escuchando las transmisiones, con tres radios diferentes nos enterábamos y comunicábamos a la gente que estaba en la casa lo que estaba pasando. En eso alguien llamó por teléfono y le avisó a mi mamá que Allende estaba muerto, fue muy doloroso, triste, y al mismo tiempo sentimos terror por lo que podría venir. Mi papá trataba de calmarnos, al tiempo que nos decía que era muy grave lo que estaba pasando, fue un día muy doloroso, de ahí en adelante todo fue peor, fue horrible".

En julio de 1973 Jorge Aurelio Romo Zúñiga, actualmente de 88 años, asumió como gobernador provincial de San Antonio, cargo que alcanzó a desempeñar apenas durante tres meses, antes de ser arrestado por los organismos represores de la dictadura.

La misma mañana del 11 de septiembre de 1973 el taxi de un compañero de partido recogió a Jorge Romo en su casa de la esquina de las calles Arauco con Mar Caribe, en la población Juan Aspeé, para esconderlo en un domicilio de Villa Italia. Como tantos otros actores políticos y dirigentes sociales y sindicales, el último gobernador provincial de Salvador Allende en San Antonio se había convertido en uno de los objetivos del régimen.

"Me andaban buscando, y me llamaban por radio Sargento Aldea diciendo que me presentara en el regimiento de Tejas Verdes porque si no me iban a fusilar donde me encontraran", sostiene Jorge Romo sobre los días antes de entregarse.

La incertidumbre persistió durante los años siguientes bajo el régimen de Pinochet. La represión política y los abusos a los derechos humanos se convirtieron en una realidad cotidiana para muchos chilenos.

Medio siglo más tarde la incertidumbre de aquel doloroso martes de septiembre persiste para quienes nunca encontraron a los suyos, y con los años la justicia se perdió en algún rincón sombrío de la noche estrellada, allí donde la incertidumbre todavía se cierne, misteriosa, inevitable, triste y aterradora.

"En la radio escuché que al alcalde de San Antonio lo habían detenido a las 4 de la mañana, igual que al presidente de Rayonhil y los dirigentes de las pesqueras",

Carlos Fuentes

"Me llamaban por la radio diciendo que me presentara en Tejas Verdes porque si no me iban a fusilar donde me encontraran".

Jorge Romo Zúñiga, Gobernador Provincial en 1973

"Alguien le avisó a mi mamá que Allende estaba muerto, fue muy doloroso y al mismo tiempo sentimos terror por lo que podría venir",

Mónica Manríquez

redes sociales
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en 1973 centenario tenía dirección en ambos sentidos y desde el mismo 11 de septiembre había militares en las esquinas.
así se veía la plaza de armas de san antonio en la década de los años setenta.
carta firmada por manuel Contreras hostigando a jorge romo en octubre de 1973.
mónica manríquez y Carlos Fuentes relataron cómo vivieron el 11 de septiembre de 1973.
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