El artesano que ha dedicado su vida a difundir el patrimonio cultural de San Antonio
Cerámica, madera, marfil marino y piedra moscovita son la materia prima con que Samuel Tobar crea figuras y elementos relacionados con las culturas Bato y Llolleo, los que ha promovido incluso fuera de nuestras fronteras.
Durante su infancia Samuel Tobar Silva (73) vivía en el sector de Balmaceda, en el centro de San Antonio, donde recuerda que luego de cada lluvia disfrutaba corriendo descalzo en la calle en medio del abundante barro. Tal vez, esta es la razón por la que prefiere definirse como un "barrero" y no como ceramista.
Para este sanantonino del cerro Bellavista, cada creación que elabora con sus propias manos, al igual que su esposa Rosa Soto, la hace de corazón, ya que para él ser artesano autodidacta es una profesión y no un pasatiempo o una segunda opción. Esto se evidencia en la larga trayectoria que ha desarrollado tanto en Chile como en el extranjero, donde ha destacado por la calidad de su arte el que se puede ver en su cuenta de Instagram @artesmelo_tobar.
Gracias a su trabajo, en el que utiliza diferentes materiales como madera, marfil marino -como llama a la espada de la albacora-, cerámica y mica moscovita, piedra que extrae de la cantera del sector de Faro Panul, le ha dado forma a tortugas, peces y ballenas, además de jarrones y vasijas que son parte de la cultura patrimonial de San Antonio.
"Soy artesano desde niño, no soy una persona a la que se le ocurrió de la noche a la mañana porque jubiló o que lo tomó como un hobby. Para mí esta es una profesión, he vivido siempre de la artesanía con mi esposa y mis hijos. Nos casamos cuando ella tenía 17 años y yo 20. A esa altura ya hacía exposiciones de artesanía en cerámica, pintura y escultura. De hecho, fue un periodo tan difícil del '70 al '73, donde en el '72 realicé mi primera exposición, siendo joven, indocto en muchas cosas, criado en el barrio de Balmaceda, en el centro de San Antonio, que en esos años era todo de tierra. A mí me interesó la artesanía desde chico", rememora en el living de su casa ubicada en avenida San Antonio de Las Bodegas.
-¿Por qué le da valor al barro?
-Primero trabajo la cerámica, donde muchos dicen yo soy ceramista. La diferencia es que yo digo que somos barreros. Incluso existen las escuelas del barro en Europa, las que dan mucha connotación, pero aquí mis compañeros que trabajan la greda dicen que son ceramistas. Les digo 'la cerámica la hace el fuego y yo hago barro'. Si dejo el barro al exterior y le cae agua se va a disolver, pero si la pongo al fuego se me va a hacer cerámica.
-¿Qué lo motivó a ser artesano?
-Por lo que sabía mi abuelita. Cuando yo tenía 7 u 8 años ella hacía sus propias vasijas para cocinar, pero lo había dejado porque mi abuelito tenía buen trabajo y las compraba. Un día le consulté: 'abuelita, ¿cómo puedo cocer la greda?' Y me dijo 'con bosta, que es el desecho de los caballos'. Esa fue toda la enseñanza que tuve como artesano. Hice un fuego, puse el barro y se coció, quedé maravillado con lo que pude hacer. Desde ahí nace una persona que trabaja el barro. Tuve horno, taller, cerámica esmaltada como el vidrio para loza. Los dos con mi esposa trabajábamos y vendíamos, era muy bueno. Estamos hablando del año '71 y '72. El '73 el queque que venía cociéndose en el horno se bajó.
-¿Cómo pudo seguir con su trabajo?
-Se terminaron las compras de cerámica, el esmalte se fue acabando, retrocedimos y empecé a dedicarme a la madera, después al marfil marino y ahora estoy en la piedra. Con 73 años de edad miro hacia atrás y veo que mis inicios siempre fueron con lo natural, reciclando, nunca he ido a comprar greda, piedras o madera. Por ejemplo, cuando se desarmó el ferrocarril, había unas bodegas en los '80 que se usaron para vender vino y tenía madera muy buena de raulí y roble, eso lo reciclé por cantidad. Hice trabajos y los vendí. Luego vino el "boom" de la albacora y no sabía qué hacer con la punta de la albacora. Yo soy uno de los primeros en trabajar la espada de la albacora por allá en los '80. Después se masificó y yo la llamé marfil marino.
-Usted ha logrado importantes reconocimientos durante su carrera…
-Sí, gané el primer premio que se ha dado en San Antonio en arte con mención en artesanía con la espada de la albacora, con una escultura de los pelícanos. Eso me significó el único premio que se ha dado en artesanía, porque se ha dado en literatura, cine y música. La trayectoria que tiene uno como artesano desde niño ameritó que recibiera esa distinción.
Cultura patrimonial
Un sello propio de la artesanía de Samuel Tobar es la difusión del patrimonio cultural de San Antonio a través de piezas que se relacionan con los orígenes de la comuna puerto, como los jarros pato, inspirados en la alfarería ancestral.
-Uno de sus objetivos es promover el patrimonio cultural de la zona…
-Me dedico mucho a lo que es cultural, no solamente hago artesanía para encantar a la gente y ganarme mi sustento, sino que también hago alusión a los ancestros que tuvimos en esta zona. Trabajo la cultura Llolleo y la Bato, que son fundamentales. Hubo tres esculturas en el centro de Llolleo, que fueron destruidas por vándalos. Esas las hice con mi esposa y mi hijo que me ayudan. Esa parte la difundo donde quiera que vaya. Antes del '80 fui a Argentina llevando la cultura Bato y Llolleo. En ese tiempo, dejé algunas piezas en la embajada de Chile, cuando estaba Onofre Jarpa como embajador. Cuando ingresé al hall lo primero que vi en la entrada de la embajada fueron los trabajos que yo había hecho. Le dije a la recepcionista 'si toma ese jarro y lo da vuelta, abajo dice Melo, San Antonio, Chile. Lo revisó y efectivamente tenía eso escrito. Donde voy, dejo el rastro de San Antonio.
-¿A qué está dedicado en estos días?
-Hoy estamos trabajando en la piedra mica moscovita. Llegamos hace unas semanas de Concepción, estuvimos en una exposición internacional donde se presentaron 150 artesanos. También había algunos extranjeros, que los conozco porque nos hemos encontrado en otros países que le daban una connotación a la piedra. En San Antonio tenemos una riqueza, algo para exportar y tenemos que hablar de ella. De hecho, yo la he llevado a Europa, Puerto Rico, Argentina, a todas partes donde voy, pero tengo que ser sincero en que yo antes no conocía esta piedra.
-¿Cómo llegó a ella?
-Aquí había un geólogo que en ese tiempo, antes del '80, que debe haber tenido unos 40 años o menos, quien en una ocasión me dijo que me iba a hacer un regalo y me invitó a la cantera donde está el faro. Fui y me dijo 'esta piedra se llama mica moscovita y te la regalo para que veas qué puedes hacer con ella'. La traje, hice una vez un pez que quedó muy lindo, después la usé para plataforma. Luego vino el periodo de la alcaldesa Lucía Menares donde me asignaron un local en el Bellamar y hablé con mi esposa. No sabía si vender las espadas de albacora o los trabajos en madera y ahí pensé en poner artesanía en piedra. Primero partimos de una manera muy discreta, hasta que de repente prendió.
Samuel Tobar agrega que "actualmente hay un problema con la piedra. Cuando se pusieron los camiones en el aparcadero taparon todo el sector y ahora sólo puedo recoger cascajos de piedra, así es que estoy recogiendo lo que cae del cerro. Es peligroso, pero es mi fuente laboral, de ahí saco el producto con el que trabajo.
-De todos los materiales que ha trabajado, ¿cuál es el que más le gusta?
-Pasamos por la cerámica, el barro, la madera, la resina poliéster, luego el marfil marino y la piedra, que yo creo que ahí me voy a quedar, pero estoy pensando en volver a la cerámica. De hecho, nunca he dejado de hacer barro, porque ese es mi fundamento, eso soy yo, un barrero.
"Soy artesano desde niño, no soy una persona a la que se le ocurrió de la noche a la mañana porque jubiló o que lo tomó como un hobby. Para mí esta es una profesión",
Samuel Tobar
"Con 73 años de edad miro hacia atrás y veo que mis inicios siempre fueron con lo natural, reciclando, nunca he ido a comprar greda, piedras o madera".





