Panadería Solidaria de Bellavista necesita apoyo para seguir ayudando a los más pobres
Hace dos años que el municipio cesó la subvención que le entregaba a la iniciativa impulsada por religiosas, por lo que ahora deben solventar los gastos únicamente con la venta del pan que ofrecen a bajo costo.
En medio de la pandemia del covid-19, las religiosas de la capilla Nuestra Señora de Guadalupe, ubicada en calle Nueva Bruselas, en la parte alta del cerro Bellavista, con apoyo económico de la Municipalidad de San Antonio, habilitaron una Panadería Solidaria para ayudar con pan a bajo costo a los vecinos más pobres que sufrían los embates de la crisis económica.
Todo funcionó bien, ya que la subvención del municipio incluso solventaba los insumos, el pago del panadero y su ayudante, sin embargo, hace dos años ese aporte económico se dio por finalizado.
Desde ese entonces la hermana Verónica Yumani, a cargo de la panadería, debe hacer magia con lo que reciben de la venta de las hallullas, para adquirir la harina, la levadura, el gas y pagarle dentro de las posibilidades al maestro panadero que trabaja de lunes a viernes, ahora sin ayudante, apoyado sólo por una vecina que colabora de manera voluntaria en la atención.
"La panadería se inició el 2020 con ayuda de la Municipalidad de San Antonio que en ese tiempo entregó todos los insumos. Así trabajamos hasta el año 2022, cuando terminó la pandemia y hubo nueva administración municipal. Todo lo que nos habían dado antes lo fuimos ahorrando para que esto continúe, porque don Manuel Vidal (exjefe de Dideco) nos decía 'ahorren porque después va a llegar un tiempo en que no van a recibir nada'. Así lo hicimos, se ahorró lo que más pudimos, pero este horno siempre ha sido nuestra pesadilla. Lo hemos arreglado muchas veces, tiene muchas piezas nuevas, pero ya no se le puede hacer nada más", lamenta la religiosa mientras mostraba el equipamiento del recinto.
-Hermana, ¿cuánto pan elaboran diariamente?
-Entre 800 y 1.000, es relativo. La gente viene harto porque con 2 mil pesos se llevan 20 panes (casi el doble de si pagaran el costo real). Estamos ocupando 50 sacos de harina en el mes, por eso debemos tener los recursos para comprarlos, además de manteca, levadura, grasa y esas cosas.
-¿Les cuesta solventar las necesidades que tienen?
-Sí, pero siempre lo logramos. Ahora estamos organizando un bingo porque necesitamos renovar el horno, que tiene más de 30 años, la sobadora, la empolvadora, que son las que el maestro ocupa para hacer el pan. De las tres cámaras que tiene el horno, solo funciona una. Como el pan se hace de lunes a viernes, el maestro panadero es el que sufre y me dice 'ya pues hermana, cuándo va a renovar el horno'.
-¿Han recibido apoyo para el beneficio?
-El grupo de laicos Ravasco, asociado a nuestra comunidad y que está integrado por 20 personas, nos está apoyando. Ellos se preocupan de la parte social y les comenté el asunto del horno. Ahí me dijeron que hiciéramos un bingo y se pusieron en campaña para buscar los premios. Gracias a Dios ya estamos preparados y el bingo se va a realizar el 4 de mayo, a las 16 horas, en el salón de la parroquia de San Antonio. Son 10 premios grandes y 10 binguitos. Además, vamos a tener cositas para comer como sopaipillas, empanadas y queques.
-¿Les dieron alguna explicación cuando el municipio cortó la subvención?
-Sí, que era porque se acabó la pandemia y no había recursos económicos para seguir entregando. Como logramos ahorrar, pudimos seguir funcionando.
El panadero Andrés Caro comenta que el cese de la subvención municipal "nos afectó en el sentido de que no se recibieron más los insumos y la municipalidad también me pagaba a mí. No tengo trabajo en otro lado y hago mi aporte porque no le cobro lo que corresponde".
-Maestro, ¿es necesaria la amasandería para los vecinos del sector?
-La gente la necesita bastante, por eso sigue en pie. El pan está muy barato, lo que no deja mucho margen de ganancias para ir comprando los insumos, por eso hay que pedir apoyo sobre todo para conseguir el horno. La hermana hace malabares para comprar los materiales ya que todo está subiendo de precio. Ojalá que a través de esta entrevista aparezca alguien y le regale a la hermana harina o insumos para la panadería. Yo estaría contento porque ahí no gastaría la platita y así quedaría para otras cosas.
Voluntaria
La señora Margarita Santander tiene una voluntad admirable. Pese a no vivir cerca de la panadería, acude todos los días para apoyar en la entrega del pancito de manera desinteresada. "Vengo del sector 3 a colaborar y lo hago con mucha alegría y cariño. La gente me conoce desde siempre. La hermana dice 'si no viene la Margarita no se vende el pan', porque tengo una buena llegada con la gente", comenta entre risas.
La solidaria vecina afirma que "el pan se come todos los días y la gente pobre es la que más lo necesita. Acá se paga agua, luz, gas, manteca, aceite, sal, levadura y el maestro. Cuando pasa algún conocido en auto y me trae, lo que ahorro en el pasaje lo pongo en la cajita para cuando alguien pide pan y no puede pagar, porque se me parte el alma".
-¿Qué llamado haría a la comunidad?
- Hay personas que de forma anónima nos han aportado con dos sacos de harina o una cajita de aceite porque ocupamos para limpiar las bandejas. Si alguien quiere colaborar con algo puede traerlo acá. Nuevamente los dejamos a todos invitados al bingo del 4 de mayo en la parroquia de San Antonio.
"La gente viene harto porque con 2 mil pesos se llevan 20 panes. Estamos ocupando 50 sacos de harina en el mes",
Verónica Yumani,, religiosa a cargo de la panadería
4 de mayo, a las 16 horas, se realizará el bingo solidario en la parroquia de San Antonio.