A José Luis no le gustaba cortar el pino de Navidad
" Recuerdo que las navidades las pasábamos en general en el negocio o el restaurante de mi familia "La Fritanga" , característico recinto de dos pisos de color anaranjado y que estaba ubicado al final de los puestos de pescado saliendo hacia Cartagena cerca de la plaza de San Antonio. Allí nos reuníamos con nuestras primas y algunos amigos.
También recuerdo, aunque no me gustaba, que había que acompañar a los adultos al cerro Centinela en el sector cercano al Cementerio Parroquial a buscar un trozo de pino insigne, especie exótica o introducida y había que cortarlo y llevarlo cuesta abajo. Quizás lo más entretenido era armar el árbol con los adornos que tenía mi abuelita Cristina, que eran elegantes luces con caras de viejitos pascueros, renos y otros.
A los 9 años, cuando ya estábamos al final de seguir creyendo en el Viejito Pascuero, nos llevaban engañados de un lugar a otro y cuando daban las 24 horas se nos decía que el Viejito había pasado y que había que buscar los regalos y hábilmente nos iban conduciendo hasta donde estaban escondidos y la sorpresa era grande, pero cada vez era más difícil sorprendernos con lo busquilla y el espíritu explorador que teníamos ya desde pequeños.
Pero jamás olvidaré una vez en que se nos dijo que el viejito estaba pasando con su trineo y que acababa de despegar de la plaza donde había dejado regalos escondidos y con mi hermano Cristian lo vimos y así lo recordamos; y en esa misma ocasión estábamos tan alucinados que creímos haber visto sus botas y su característico traje rojo. Fue una de las Navidades más recordadas y entre los regalos estaba mi primera bicicleta. Después al morir mi mamá, esa navidades jamás regresaron y ahora sólo están en mi recuerdo y en mis sueños.
En ocasiones me las doy de Viejito Pascuero y reparto algunos regalitos simples a niños que conozco". J