Los tripulantes sanantoninos de la lancha LSG San Antonio cuentan sus historias de vida
La Lancha de Servicios Generales (LSG) San Antonio tiene una eslora (largo) de 33 metros, aunque en sus 15 años de operaciones en este puerto en ella se han escrito kilométricas historias humanas.
El teniente primero litoral Renzo Cuneo Loyola (36) es el comandante del buque que pertenece a la Gobernación Marítima de San Antonio y cuya misión esencial es patrullar el territorio marítimo de la jurisdicción, participar en los rescates y búsquedas en el mar, efectuar fiscalización pesquera y cumplir labores de Policía Marítima.
"La tripulación la componemos once personas: tres oficiales y ocho de gente de mar (marineros)", contó Cuneo, quien reveló que cada uno de ellos debe estar disponible las 24 horas del día para zarpar en cualquier momento.
La vida a bordo de la nave se pasa rápido. Así lo reconocen los tripulantes que, en verano especialmente, cumplen intensas jornadas debido a la afluencia de turistas y a los patrullajes que deben realizar en las playas de la zona. "Cada marino tiene su especialidad y cumple un rol específico; trabajamos en equipo para que todo funcione bien", sostuvo Cuneo.
Para el comandante de la LSG, que ya cumplió 20 años en la Armada, tener esta cargo "es un desafío súper importante ya que San Antonio es una zona especial en cuanto a la actividad marítima y además es el principal puerto de Chile".
dos sanantoninos
Al mando de Renzo Cuneo hay dos tripulantes sanantoninos. Los cabos segundo Oscar Aliaga Urra (25) y Luis Fabre Pezoa (26) son dos hombres que orgullosos siguieron el legado de Arturo Prat.
Aliaga, un joven que no esconde una timidez que lo retrata perfecto, nació en Lota, pero era un niño muy pequeño cuando su familia se vino a vivir a San Antonio.
"San Antonio es donde me gustar estar y siento un gran cariño por la ciudad", recalcó Oscar Aliaga.
En el buque, el cabo segundo Aliaga tiene la especialidad de maniobras, por lo que debe trabajar en cubierta como contramaestre y mantener siempre listos los elementos de salvataje de la nave.
A su cortos 25 años, Oscar dijo que aún no piensa en casarse o tener familia, pues está enfocado en terminar los estudios de Ingeniería en Prevención de Riesgos que comenzó hace muy poco tiempo. "Todavía no es el momento, aunque, como a todos, a uno le gustaría casarse y tener un hijo", ratificó.
Oscar recordó que su niñez y adolescencia las pasó entre San Antonio, Lota y Coronel. Manuel Aliaga, su padre, es un pescador y debía trasladarse a distintas caletas y puertos en busca de trabajo. Ambos dejaron de verse y hablar hace cuatro años. "Uno va creciendo, va madurando, y hay cosas que no es que no le afecten, sino que ya las toma con otro punto de vista", afirmó. El tiempo dirá si habrá un reencuentro para ellos.
En los tres años que ya cumplió a bordo de la LSG San Antonio, Oscar Aliaga ha cultivado fuertes lazos de amistad con sus compañeros. Todos ellos son parte de una familia y cuando hay cambios en las destinaciones para alguno, el resto se resiente. "Uno sabe que tarde o temprano (los compañeros) tienen que irse, y así va pasando a lo largo de la carrera en que uno va conociendo mucha gente, se va encariñando y llega el momento de partir".
"Ingresé a la Armada porque desde niño veía a los marinos y me interesó ser parte de esta institución, y cuando estaba en cuarto medio aumentó mi interés por entrar a la Armada. Ha sido una buena experiencia porque aquí he creado bastantes lazos de amistad", explicó Oscar Aliaga, quien vive feliz junto a su madre y sus tíos en una casa de Alto Mirador.
el alegre cocinero
En la cara de Luis Fabre Pezoa encontramos un rasgo evidente de la picardía chilena. Lo notamos al preguntarle si es el cocinero y el respondió así: "Sí, yo soy el cocinero, acaso no se nota", dijo haciendo alusión a su innegable robustez física.
"Ahora voy a hablar bonito", dijo al inicio de la entrevista que concedió sobre la cubierta de la LSG San Antonio, donde está a cargo de preparar los almuerzos y cenas para la tripulación.
Pese a que nació en Santiago, Luis Fabre se considera "sanantonino de tomo y lomo", ya que llegó al puerto de San Antonio cuando era un pequeñito. "Tenía tres años de edad cuando nos vinimos a vivir con mi mamá y mis hermanas", detalló.
Griselda Pezoa, la madre del cabo segundo Luis Fabre, enfrentó con hidalguía su rol tras la separación del padre de este joven marinero.
"Mi mamá, primero, cortó frutillas en el campo, y después se vino a trabajar al muelle pesquero para poner los espineles en las redes; ese fue el oficio que ella nos enseñó. Esos tiempos fueron muy tristes porque en realidad es una parte de mi pasado que no me gusta recordar; le doy gracias a mi mamá por haberme enseñado a trabajar y ganarme la plata en forma honrada. Fueron tiempos malos porque la gente tenía un trato muy déspota hacia mi mamá y hacia todas las mujeres que trabajaban ahí; uno como niño veía lo que pasaba", aseveró Luis.
Y aunque la plata en la casa nunca sobró para los Fabre-Pezoa, jamás faltó para comer. Lo único, admitió este marino, es que no había dinero para comprar las zapatillas o el regalo que él en esa época ansiaba. "Mi mamá siempre se las rebuscó para conseguir lo que necesitábamos", resaltó.
En tierras sanantoninas, los hermanos Olivia, Margarita y Luis Fabre Pezoa vieron nacer a la hermana menor del grupo familiar, Fanny, quien hoy tiene 19 años y es fruto de la relación con que su madre rehizo su vida tras separarse de su ex marido.
Los cuatro hermanos aprendieron que el sacrificio lleva a conseguir mejores condiciones para vivir. Todos ellos son profesionales en diversas áreas, a excepción de Fanny que recién comenzó sus estudios superiores.
"Cuando yo era niño sólo pensaba en salir de la pesca, y poder estudiar, trabajar o hacer cualquier otra cosa; no habían más opciones. En algún momento, cuando era chico, pensé en ser pescador pero siempre mi mamá me incentivó a más, no por desmerecer a los pescadores, sino porque es una pega muy peligrosa, muy matadora", afirmó.
En 2006, Luis Fabre terminó el cuarto medio en el Liceo Juan Dante Parraguez. No quiso rendir la PSU porque pensaba que le podía ir mal.
Evaluando sus alternativas, Fabre postuló a la Armada para realizar el servicio militar, lo que se concretó cuando lo destinaron a las Isla Quiriquina, frente a Talcahuano. Ahí fue cuando la pasión por esta carrera se apoderó de sus acciones y se hizo inevitable continuar en la misma senda.
"Conocí gente buena en el camino, como el suboficial Bernales y el teniente Rodríguez, que me ayudaron bastante y me orientaron para que me quedara en la Armada. La verdad es que mi madre siempre quiso tener un uniformado en la familia; así partió esto, además que yo siempre he estado ligado al mar. Luego se dio oportunidad de quedarme y al final aquí estoy: llevo casi nueve años y todo ha sido bueno gracias a mi mamá", expresó.
Luis Fabre reconoció que está enfocado en realizar bien su trabajo y que poco tiempo le queda como para pololear. "Muchas veces a las mujeres les va costar entender que uno va a salir a la hora que sea cuando está en este tipo de unidades de emergencia. Uno está disponible las 24 horas del día y los siete días de la semana. Estoy bien solo, tranquilo ahorrando para comprarme un auto, una casa, si es posible", recalcó.
A este hombre no le faltan motivos para sentirse contento. Vive con su madre en una casa del sector Bellavista. Ahí comparte sus ideales con su sobrino Leandro, que a sus 14 años, tiene una estrecha relación con su tío.
"He sido feliz en la Armada porque he podido cumplir muchos sueños como hacerle de nuevo la casa a mi mamá, poder tener cosas que antes no tenía porque no alcanzaba. Sobre todo acá existe mucho compañerismo, lo que no se ve en otros lados", añadió Luis Fabre.
Como cocinero, este marino debe preparar los platos que come la tripulación de la LSG San Antonio. "Acá se come harto el cerdo y el pollo. Hay varios platos que arrasan pero la empanada les gusta a todos porque la preparo con una receta que me enseñó mi madre", explicó.
Tanto Luis Fabre como Oscar Aliaga y el mismo Renzo Cuneo confesaron que sienten un gran orgullo por ser herederos de una tradición cuyo rasgo esencial es el amor por el mar y la defensa de los valores patrios. J