El duro entrenamiento de los sanantoninos que se preparan como policía militar
Los muchachos cumplen con su Servicio Militar de forma voluntaria en el Regimiento de Policía Militar N° 1 de Santiago. Serán los encargados de asegurar la protección de sus compañeros y de los cuarteles. A continuación cuentan cómo ha sido su preparación.
Sebastián Aylwin, de 18 años, siempre tuvo ganas de integrarse al mundo militar. Dos de sus familiares más cercanos fueron parte del Ejército y almacenan buenos recuerdos de su estadía en la institución. Por eso, al joven algarrobino no le costó mucho decidirse por entrar voluntariamente al Servicio Militar apenas supo del llamado el año pasado.
Hoy el muchacho forma parte de los 122 hombres de la provincia de San Antonio que se encuentran realizando el "Servicio" en el Regimiento de Policía Militar Nº1 de Santiago, dependiente de la Comandancia General de la Guarnición de Ejército de la Región Metropolitana.
No se trata de cualquier unidad, pues esta tiene el objetivo de organizar, equipar, instruir y entrenar a las unidades de la Policía Militar. En palabras sencillas, son los que cuidan a sus compañeros y los cuarteles.
El entrenamiento no es fácil, pero es cada vez más humano. Aseguran que nada tiene que ver con las típicas películas gringas y con los mitos que dicen que los superiores maltratan y manduquean como quieren a "los pelados". De partida, tienen contacto diario con sus familias de San Antonio, algo que siempre se agradece y los anima a seguir adelante.
Los soldados sanantoninos pertenecen al Batallón de Protección, al mando del teniente coronel Mario Villegas De Witt, y realizaron la Fase de Formación Inicial del Combatiente Individual (FFICI) en el predio militar Pullally de la Escuela de Suboficiales, en la comuna de Papudo.
Fue su primer acercamiento con el combate. Fueron entrenados para sobrevivir en un ambiente hostil y bajo las inclemencias del tiempo. ¿Fue fácil? No. ¿Les gustó? Claro que sí.
"Ha sido una experiencia muy enriquecedora", dice el joven Sebastián muy correcto y ordenado con la institución. Asegura que le han difundido el "compañerismo y el amor por su país".
Su compañero, el llolleíno Fabián Venegas, es más relajado. "Ha sido súper emocionante y me ha gustado mucho. Se siente la adrenalina al estar ahí apoyándonos entre compañeros, animándonos, en el suelo de punta y codo", contó a pocas horas de la Ceremonia de Entrega de Armas en el Campo Militar de Peñalolén, a la que acudieron con mucha emoción las familias de cada uno de los muchachos.
Según cuentan desde el Ejército, el ser custodios de un arma simboliza "la transformación de estos ciudadanos en hombres de armas" y de la responsabilidad de ser "custodios de la defensa de la patria".
Sebastián, quien parece ser uno de los más aplicados de la sección, explica que el entrenamiento "es integral", pues además de la disciplina, algo que reconoce siempre le ha gustado, también han sido entrenados para la guerra y para participar en el apoyo a la comunidad en catástrofes naturales, de las que ya estamos cada vez más acostumbrados.
"Yo estoy muy contento y tengo ganas de seguir, de hacer una carrera militar", reconoce.
-¿Y qué pasa con la familia, se extraña mucho?
-Estamos en contacto con ellos siempre. No es como antes, cuando parece que pasaban encerrados mucho tiempo. Igual de pronto se extrañan, pero son sacrificios que uno tiene que hacer por algo que nos gusta. Además, esto no lo hacemos solo por nosotros, ahora sabemos que también es por nuestro país.
Los cambios
El propio sargento Ricardo Chamorro Chamorro, instructor de la Primera Compañía del Batallón de Protección, reconoce que los aires dentro de la institución castrense son muy diferentes a los que corrían cuando el entró hace 18 años.
"Ahora es mucho más humano. Estamos preocupado de ellos, apoyándolos siempre", reconoce.
El cambio se debe fundamentalmente a que el ciento por ciento de los jóvenes que hoy cumple el Servicio Militar, al menos bajo sus órdenes, son voluntarios. "Vienen con otra disposición", confidencia.
"Antes había obligados y era más difícil", describe.
El paso de los años también alteró el físico de los conscriptos. "Mucho computador, mucha tecnología", cree el sargento Chamorro, que ha hecho que los jóvenes de hoy tengan menos resistencia que antes y eso "se nota mucho", aseguró.
Sobre los muchachos de la provincia, solo felicitaciones. "Buenos muchachos", considera.
Tras la ceremonia de Entrega de Armas y unos días de descanso, los soldados volvieron a sus tareas. Aún resta para completar el año de servicio y salir, si es que quieren, pues muchos de ellos están decididos a continuar, como Sebastián y Fabián. Este último aprovechará de terminar su enseñanza media dentro de la institución más antigua de las Fuerzas Armadas. En una de esas, dentro de los 122 sanantoninos está el futuro comandante en jefe. Uno nunca sabe.
"Ha sido súper emocionante y me ha gustado mucho. Se siente la adrenalina al estar ahí apoyándonos entre compañeros, animándonos, en el suelo de punta y codo",
Fabián Venegas, conscripto
"Yo estoy muy contento y tengo ganas de seguir, de hacer una carrera militar",
Sebastián Aylwin, conscripto
"Es muy importante que aquellas personas que por cualquier circunstancia no puedan hacer uso de sus horas nos llamen con al menos tres días de anticipación",
Claudia Ugarte