El imitador de "Ruperto" que encontró en San Antonio el amor y la felicidad
Su padre murió cuando él tenía apenas 6 años, pero eso no fue impedimento para salir adelante. Hoy, en la ciudad puerto, Claudio Labra tiene una microempresa de radiotaxis en la que trabaja junto a su esposa y familia.
Lo que más le sobra a Claudio Labra Herrera (35) es su buen sentido del humor. Parece ser de esas personas que jamás dejan que los problemas les abrumen como para andar por la vida tirando mala onda a los demás. Lo suyo es la alegría, la sencillez y la talla a flor de labios.
En San Antonio, Claudio lleva viviendo sólo cuatro años. Nació en la comuna de San Bernardo, en la Región Metropolitana. Ahí creció bajo las enseñanzas de su familia. Su madre Ivonne y su padre Horacio tuvieron tres hijos, con quienes enfrentaron cada una de las necesidades que surgieron en los complicados años 80.
Lo más triste de aquellos días de infancia está relacionado con la muerte. Cuando Claudio tenía sólo 6 años de edad, su papá falleció. "Fue una muerte súbita, él se durmió y nunca más despertó", recuerda sobre el triste final del hombre que trabajaba en la construcción.
A partir de ese momento, la vida se pondría cuesta arriba. Pese al dolor, su mamá pudo conocer a un nuevo amor y reiniciar todo, incluso le dio un nuevo hermano a la familia. "Mi mamá estuvo sola dos años, pero después rehizo su vida y así nació mi hermano menor".
Vida de esfuerzo
Claudio jamás le dijo no a los desafíos. "Yo estaba estudiando en la básica y ya trabaja como peoneta en una panadería de Santiago; tenía como 12 años y estuve ahí mucho tiempo".
A los 17 años, y con un permiso notarial que le dio su mamá, Claudio era ayudante en la instalación de sistemas de calefacción en casas y edificios. Firmó su primer contrato. Era el año 1998. "Vino la famosa crisis asiática y me despidieron", rememora.
Como empezó a trabajar de muy niño, llegó sólo hasta octavo básico. Cuando hizo el Servicio Militar, a los 18 años, trató de terminar la enseñanza media, pero le faltó un poco. "Tengo planeado hacerlo ahora", admite.
Llega la cigüeña
Cuando estaba aún en el Ejército, Claudio y su polola de aquella época se transformaron en padres de una niña. Yaritza, que hoy tiene 16 años, fue la pequeña que vino al mundo para hacer que él madurara rápidamente. La relación con la mamá de su hija duró 12 años, y él tendría una nueva oportunidad. "Ser papá muy joven fue complicado, pero me ayudaron mis viejos (su madre y su padrastro, José Miguel Brevis). Él (su padrastro) me dijo que colaboraría con lo del embarazo y que se haría cargo hasta que yo llegara de vuelta. Mis planes eran hacer carrera militar, pero por la falta de conocimiento, yo reconocí a mi hija apenas nació, entonces cuando postulé, no me dejaron seguir en el Ejército".
Tras salir del Servicio Militar, asumió que había mucho por hacer. Entró a trabajar en la bodega del laboratorio Durandin, que fabrica los productos Simonds, donde estuvo cinco años. También fue guardia de seguridad, conserje, repartidor de gas y tío del furgón escolar de un colegio.
La relación con la madre de su hija duró hasta el 2010. Fue en ese tiempo cuando tuvo la idea de comprar un auto para usarlo como taxi. El problema es que mucha plata no tenía, pero vino algo que lo ayudó a cumplir su meta.
"En los años 2009 y 2010, cuando estaba en plena popularidad el personaje 'Ruperto' en el Morandé con Compañía, se me ocurrió imitar la voz y algunos movimientos de él en una fiesta familiar. Después, para un cumpleaños al que me invitaron, me caractericé de Ruperto y así nació el doble de este personaje", recuerda.
Tan buena es su imitación, que pudo ganar "buenas lucas" con los eventos en que empezó a actuar. "Iba a muchas actividades benéficas, pero también a varias pagadas; todo se lograba gracias a contactos de amigos. Una empresa me pagó 300 mil pesos por una presentación. Eso fue lo que más gané y recuerdo que fue en Providencia".
Copiaba los rasgos generales de "Ruperto" y le agregaba algunos chistes relacionados con las personas que estaban en las fiestas en las que actuaba. Causaba furor y lo aplaudían con ganas.
Adios a ruperto
Como la imitación era sólo una suerte de hobby, Claudio Labra no quiso continuar con esa "carrera artística". "No seguí por un poco de vergüenza, tuve la oportunidad de ir a un concurso de dobles, pero no lo hice, no me atreví. Y como después ya había comprado mi primer auto, me dediqué a trabajar como taxista".
Trabajando en la Ciudad Empresarial, en Huechuraba, conoció a Carolina Cáceres, una bella mujer que se desempeñaba como jefa de recursos humanos de una empresa constructora. Iniciaron un romance que pronto se consolidaría. "Llevamos cinco años juntos, y cuatro casados; el matrimonio por el civil fue el 10 de marzo de 2011 en Punta de Tralca".
Antes de casarse con Claudio, Carolina ya tenía a sus hijos Felipe (17) y Stefano (11). Hace dos años, a ellos se les sumó la pequeña Florencia, la niña que fue fruto de este amor que aún perdura.
Con su hija Yaritza la relación ha sido distante en los últimos años, ya que él y su mamá no han logrado mantener una comunicación sin conflictos. Claudio admite que quiere que esto cambie porque extraña a su niña, la mayor de sus retoños. "En el año 2014 estuvo viniendo a mi casa, pero después hubo algunos problemas".
A san antonio
En 2012, Claudio y su esposa quisieron darle un nuevo rumbo a sus vidas. "Un domingo decidimos venirnos a San Antonio, y ya el martes estábamos acá. Nos vinimos para estar juntos como familia, ya que los hijos de Carolina estaban en San Antonio con mis suegros".
Acá en el puerto se instalaron en una casa de la calle Del Canelo, en Llolleo. "Lo primero que hice fue trabajar como pirata con mi taxi en el supermercado Hiper Lider; estuve un mes y me fue muy mal. Después me fui a trabajar a radiotaxis Libertad, en Barrancas, y ahí intentamos hacer una sociedad con el dueño de la empresa, después él no quiso y se arrepintió. Y ahí surgió la idea de hacer una empresa de radiotaxis de nuestra familia".
La nueva empresa se llamó Radiotaxis Del Canelo, que hoy tiene ocho vehículos que prestan diversos servicios dentro y fuera de la provincia. Todos en la familia cooperaron con el negocio: Claudio consiguió una patente para operar en forma legal e hicieron publicidad con unos humildes volantes que entregaban en las calles.
"Estamos trabajando junto con mi esposa en esto. Con su apoyo y el de su familia, sobre todo de mi suegra, Nieves Cárdenas, logramos hacer crecer la empresa. Trabajar con mi mujer ha sido muy grato porque ella es súper empeñosa. La verdad es que nos da para vivir bien tranquilos", confiesa.
El sueño que ambos tienen es consolidar la empresa, dar trabajo a más personas y sumar nuevos vehículos para el traslado de los pasajeros, incluso un par de van para el turismo. "Yo trabajo como mucha gente joven, trato de darles una oportunidad a ellos", explica.
De San Antonio, Claudio Labra dice que se siente agradecido, ya que, a su juicio, en esta comuna se le abrió la posibilidad de emprender.
"Mi visión es que San Antonio va a crecer mucho y ya está creciendo. Vivir en San Antonio fue un cambio notable para la calidad de vida, porque es 100% recomendable vivir acá, por la tranquilidad, por el clima, por la gente, por el aire provincial que hay acá pese a que está cerca de la capital. Hay hartas cosas que son favorables: por ejemplo, en Santiago jamás podrías ir a dejar a tus hijos al colegio y después irte a trabajar. Si bien hay cosas que faltan en el área médica, la vida es más rica acá que en Santiago; yo llevo cuatro años acá y estoy feliz".
Por estas razones, a Claudio le gustaría que los sanantoninos tuvieran otra actitud hacia su propia ciudad. "La gente debiera pensar un poco más positivo, no echarse para abajo; San Antonio es una ciudad que promete progreso y futuro, hay que avanzar en varias cosas, como embellecer el acceso a la ciudad y mejorar también nuestras propias casas con una manito de gato", remata.