Bahá'ísmo en Chile: Donde la fe es lo último que se pierde
Diario El Líder se sumergió en una de las religiones más desconocidas del planeta y que hoy tiene un imponente templo en Santiago con forma de cúpula. Empápese de su mensaje de unidad y discurso de igualdad.
Dicen que de tanto intentar, la sabiduría brota. Si usted ya lo probó todo y nada, tal vez esta sea su última carta. La fe de creer en algo. Para siempre.
La carretera sinuosa obliga a fijar la atención. A nuestro objetivo se puede acceder por nueve entradas situadas a intervalos. El escenario es desconcertante: sobre la colina, que evoca la ondulada geografía de Los Andes, asoma el templo Bahá'í de Sudamérica, cuna de la unidad entre los seres y el respeto entre las religiones. Hoy es su apertura oficial y la ceremonia de dedicación, a 14 kilómetros de Santiago.
Los bahá'íes se refieren a los templos como Casas de Adoración, pero la esencia es la misma: acercarse a la conciencia de Dios, acercarse al universo. Nosotros, mientras tanto, nos acercamos al templo. Llegamos. Las paredes blancas del santuario no tienen adornos, regla en ellos. Sólo en la cúpula resaltan letras escritas en dorado de la estrella de Baháù`lláh.
La luz natural se cuela desde arriba. Bajo esta especie de pirámide circular, el reflejo resalta a una veintena de jóvenes en pie. En eso, uno de ellos, a capella, emite un canto: "Sois los primeros en ser creados por espíritus. Y los primeros en inclinarse hacia él…". A continuación, una chica lee un salmo, que aquí los hay estampados en sus muros. Silencio.
Luego, el angelical eco de una voz femenina: "Dios es suficiente para mí. Él es el que satisface todo". Tras cartón, el armonioso coro. Algunos de los presentes en la corrida de asientos -en madera de nogal y cuero- de más adelante, a la misma altura del atril, ladean la cabeza. Otros oran. Hay silencio. Paz...
El bahá'ísmo, con cerca de 7 millones de fieles en el mundo, aquí muestra credenciales: es la segunda religión monoteísta independiente más extendida del mundo. Sus miembros incluyen mujeres y hombres de dos mil etnias y tribus, de más de 259 territorios soberanos. Y no es todo: tiene registro como ONG desde 1948 en las Naciones Unidas.
Nacida en 1844 en la antigua Persia (hoy Irán), de la mano de un comerciante conocido como Báb -en árabe, La Puerta-, su principal profeta fue el religioso Baháù`lláh ("Gloria de Dios"). Preso y encadenado a estar de pie en aguas fecales, en aquel momento Baháù`lláh tuvo la revelación: creyó ser el profeta del que hablaba el Báb. Al abandonar la prisión, comunicó a todo el mundo que él era la manifestación de Dios. Así, en exilio, fundó el Bahísmo y el Kitab-i-Aqdas, el libro de las leyes de la revelación.
Adiós imágenes
Seguimos en la Casa de Adoración Bahá'í de Sudamérica, ubicada en Diagonal Las Torres 2000, Peñalolén. En Chile, el mensaje de Bahá'u'lláh se escuchó por primera vez en 1919, cuando una bahá'í norteamericana lo transmitió por el país. No fue hasta 1950 cuando la comunidad obtuvo su primer reconocimiento legal a través del Consejo Local Bahá'í de Santiago. Hoy, a nivel nacional, cuentan con casi 6 mil seguidores.
Leon Tolstoi, el novelista ruso, era Bahá'í. Kahlil Gibran, poeta y autor del 'Profeta', era Bahá'í. Dizzy Gillespie, famoso jazzista, era Bahá'í. Que quede claro: no hay ritos, líderes, ni personas visibles. Acá cada cual debe llegar a la verdad, como una búsqueda personal.
En esa línea, el templo chileno (octavo del mundo y tercero en el continente americano) goza de una superficie construida de 1.200 m2. Impresiona. Sus 30 metros de alto por 30 de diámetro, intrigan.
Los otros templos repartidos geográficamente se encuentran en Alemania, Australia, India, Samoa Oriental, Uganda, Estados Unidos, Panamá y el santuario en la ciudad de Haifa, Israel, al que deben peregrinar al menos una vez en la vida.
Detrás de este templo, la cordillera de Los Andes. De frente, Santiago y su amplia panorámica. En seis hectáreas de terreno e inmaculados jardines al goteo rodeados de especies nativas, con reforestación para seis mil árboles, se justifican los 15 años que les tomó edificar una megaconstrucción a prueba de sismos. Bajo lupa, estas 83 hectáreas de propiedad en total parecen proporcionales a los 30 millones de dólares del financiamiento de la obra. Monto que proviene de los mismos Bahá'í dispersos por el mundo.
Por fuera, el blanco del templo irradia vibra: su vidrio fundido enaltece la ornamentación. Por dentro, la cubierta es de mármol traslúcido tratado en una cantera portuguesa. La estructura de metal forjada al bronce, resalta entre más vidrio. Al medio, nueve extensas lámparas iluminadas al natural se adosan a la cúpula divina.
El nueve en los Bahá'í significa mayor amplitud, perfección y belleza. Algo común a todos sus templos. La idea es que todos se sientan bienvenidos y reflexionen sobre la realidad espiritual de la existencia humana. Como un ovni estacionado en los faldeos cordilleranos, la ovalada imagen está diseñada arquitectónicamente de acuerdo a sus expertos para resistir 400 años.
Al costado del templo, una extensa fuente -a modo de nueve espejos de agua- busca reflejar los cambios de la luz a través del día. Para su arquitecto, el canadiense Siamak Hariri, de Hariri Pontarini Architects, "este edificio toma vida con la luz. Eso se refleja en los espejos de agua", frase que toma eco en Juan Grimm, paisajista chileno a cargo del jardín tipo Edén. "Mezclar el paisaje: que sea uno solo", dice.
Cerca de él, Eduardo Rioseco, de la comunidad Bahá'í Chile, agrega: "Es la más joven de las religiones independientes del mundo. Dios hay uno solo".
Voces de esperanza
Si preguntas a un Bahá'í, todos dirán lo mismo. Para pertenecer no hay ningún tipo de ritual, no tienes que hacer nada. En el momento que aceptas la fe y enseñanzas, ya lo eres. Puedes venir aquí y participar en las oraciones. De martes a domingo.
En 2002, el ministerio de Justicia reconoció a la fe Bahá'í como religión independiente en Chile, según la Ley de Cultos. Actualmente existen Bahá'ís de Arica a Punta Arenas. Pertenecen a diversos grupos étnicos, económicos y sociales. Proyectan programas de empoderamiento espiritual para jóvenes y círculos de estudio: combinan reflexión con acciones de servicio en educación, salud y medio ambiente.
Resulta complicado distinguir a un Bahá'í. No suelen llevar ningún símbolo. Salvo alguna pequeña estrella de Baháù`lláh al cuello.
Pancho Amenábar derrocha carisma. A sus 67 años, como músico que es, hace poco deslumbró con un concierto en el Teatro Oriente. Allí aplicó disciplina en el salterio, un instrumento persa de 120 cuerdas y que dio origen al piano en el 1500 AC.
Nacido al alero de las ex oficinas salitreras al interior de Iquique, un día, hace 46 años en Madrid, se hizo Bahá'í: "Está formada por personas de todas las etnias, religiones y condición social", dice. Una fe que, según Naciones Unidas, es la que más crece en el mundo. "Hoy soy judío, cristiano, budista, musulmán, hinduista. Dios es absoluto. La religión es relativa".
Admirado, su lente no le quita mira a la cúpula. "Es una obra de arte", señala. Francisco González, gráfico español, a sus 56 años, de joven era católico. Hoy es Bahá'í. Su mentor, el carismático Pancho Amenábar. En los '90 materializó su proyecto, un libro llamado "Arquitectos de Unidad", donde grafica los siete templos Bahá'í en el mundo.
Daniela Zárate está encargada de la oficina de asuntos externos de la comunidad en Chile. Para ella, Dios es uno: "Somos parte de un solo proceso, de una gran familia. Lo que trasciende es el alma". En este caso, afirman, que todos los profetas conocidos de la historia, desde Moisés a Buda, Jesús a Yahvé, todos son la misma persona. En el Bahá'ísmo se prohíbe el consumo de alcohol, drogas, partidismo político. Miran de reojo el tema homosexual. Uno de los principios Bahá'í más seductores es la protección a los animales. También la ciencia. A pesar de ello, el aborto no es considerado opción.
Los matrimonios interraciales están permitidos, aunque se castiga el adulterio. Igual la pereza, ¡hay que trabajar!, acotan. Y en eso estamos, tratando de aferrarnos a una fe... quizás la última esperanza.