Raúl Abarca Pailamilla
Hace casi un año que María Isabel Soto, una de las dueñas del almacén San Sebastián, ubicado en plena avenida El Peral 406, en Cartagena, no puede atender su negocio familiar debido a una fuerte crisis de pánico y un cuadro depresivo que la afectan producto de una ola de violentos asaltos que sufrió al interior de su local comercial.
Su prima Andrea Soto (55), la otra socia de este negocio familiar que tiene más de 80 años de existencia y que heredaron primero de su abuelo y luego de su madre, cuenta que "esto (los delitos) nos tiene a todos muy preocupados porque de un momento para otro se puso muy malo y peligroso San Sebastián".
La mujer aclara que "no es por culpa de los veraneantes que llegan al litoral en verano, sino que los asaltos se han producido en la época de invierno y con mucha violencia".
Cuatro hechos delictuales, con poca distancia de tiempo entre ellos, dejaron a María Isabel con un complicado estado de salud, como cuenta su prima, quien ahora es la encargada de atender el local.
"Uno nunca sabe si son armas de verdad o no. En una oportunidad, los jóvenes llegaron y saltaron el mesón con mucha habilidad. Se notaba que eran muy chicos de edad y amenazaron a mi prima para que entregara toda la plata. Además, por ese entonces nosotros vendíamos pasajes de Pullman Bus. Se llevaron todo el dinero y desde ahí en adelante que no vendemos más pasajes", cuenta Andrea.
Como una extrema medida de seguridad, estas primas decidieron enrejar completamente el interior del local, de tal forma que ninguna persona tenga acceso al pasillo donde ellas atienden y donde está la caja.
"A nadie le gusta trabajar así. Imagínese a lo que tuvimos que llegar, pero la delincuencia no nos dejó otra opción", lamenta.
Miedo a trabajar
Mientras Andrea Soto atendía a uno de sus vecinos y clientes, este le contaba que al fin había comprado un terreno para cambiarse de casa, ya que, como él mismo le confesó, "me tenían de casero y me aburrieron los ladrones".
"La situación está mala. No sé qué le pasó a San Sebastián, porque de un tiempo hasta ahora se puso muy malo, muy inseguro", recalca el cliente.
Tan así es la situación que vive este sector de Cartagena que Andrea Soto afirma que para ella es "un tema levantarme y venir a trabajar".
"Vengo con miedo . No le puedo mentir. Uno cree que le va a pasar algo a cada rato. Me siento insegura. Esto no debería pasar, una debería venir tranquila a trabajar con la seguridad que no va a pasar nada, pero no es así la situación. Por eso tuvimos que enrejar todo el local por dentro, para sentirnos más seguras. Yo ahora tengo un palo por acá, pero de qué me puede servir si cada vez los delincuentes son más violentos y una no puede hacer nada", se lamenta.
"Son los delincuentes quienes deberían estar entre las rejas, no la gente trabajadora", culmina, precisamente, tras las rejas.