La difícil misión de atracar los buques en el puerto de San Antonio
Guiar una nave gigantesca por una bahía no es una tarea sencilla. Y eso es lo que hacen diariamente los tripulantes de los remolcadores "Mirlo" y "Tordo".
No es un secreto a voces que el puerto de San Antonio ha adquirido un gran protagonismo en los últimos días debido a la llegada de cruceros. Un hito que comenzó el año pasado y que actualmente continúa marcando historia.
Y desde que se dio inicio a la temporada, han sido varias las naves turísticas que han recalado en el afamado Litoral de los Poetas, aquel mágico lugar que inspiró con sus paradisíacos balnearios a dos de los cuatro grandes de la poesía chilena: Vicente Huidobro y Pablo Neruda.
Tal vez mucha gente piensa que acercar un buque de inmensas proporciones a una bahía como San Antonio es una tarea sencilla (si sólo se observa la faena desde la distancia), sin embargo, la comunicación, la coordinación y el trabajo en equipo son factores primordiales al momento de realizar tales maniobras.
Lo anterior es, justamente, lo que efectúan a diario los tripulantes de los remolcadores "Mirlo" y "Tordo", de la empresa Saam, embarcaciones gemelas encargadas de auxiliar a las naves mayores que esperan pacientemente recalar en el puerto local.
"Llevo más de 25 años de trabajo en remolcadores, desde Arica hasta Talcahuano. Acá lo que siempre desarrollamos es un trabajo cotidiano de atraque y desatraque para cada nave que llega al puerto. Estas maniobras muchas veces no se realizan de igual manera, ya que influye mucho el tamaño del barco, que puede ser desde 290 hasta 366 metros de eslora (largo), y las condiciones climáticas", comenta Marco Barrera, capitán del "Mirlo", momentos antes de zarpar para remolcar al Prinsendam, uno de los cruceros protagonista de la segunda recalada doble que tuvo el puerto de San Antonio el sábado pasado.
Según cuenta el mandamás del remolcador, la comunicación y la coordinación son fundamentales a la hora de efectuar los trabajos de atraque de cada buque, puesto que toda la labor dependerá del visto bueno que dé la lancha del práctico (especialista que se encarga de informar sobre los procedimientos y las maniobras a tomar al momento de conducir el buque al puerto), siendo esta la primera línea de "combate" que tiene el puerto.
"La lancha es una embarcación que transporta al práctico, que es un capitán de alta mar en retiro o un ex funcionario de la Armada con conocimiento de la zona. Este se convierte en el asesor del capitán del buque que quiere arribar al puerto, aconsejándole sobre la condición del viento y del clima. Nosotros quedamos sujetos a las órdenes de él, puesto que somos un factor de apoyo en caso de que el barco se quede sin máquina y se desvié de su aproximación al puerto. Luego de eso viene el otro proceso, que es la aproximación hacia el muelle. Este es un trabajo más delicado y que requiere de alta concentración", detalla el capitán del "Mirlo".
Inicio de faenas
Son cerca de las 7 de la mañana del sábado 20 de enero y se escucha desde la radio de la embarcación el aviso de la lancha anunciando que el práctico está a bordo del crucero Prinsendam. Inmediatamente los marineros de cubierta comienzan a desamarrar el "Mirlo" del muelle para zarpar en dirección hacia el buque de turismo.
Desde el puente de mando, el capitán comienza a encender los radares que indican la posición y la distancia de la nave turística y de la lancha del práctico. "Dos palos de aproximación", se escucha desde la frecuencia del remolcador, frase que es respondida con un "afirmativo". Al mismo tiempo, cada tripulante acude al puesto principal para oír atentamente las instrucciones que se les entregan.
La coordinación reina en el ambiente y en la mirada de los cuatro integrantes del remolcador se nota que cada uno de ellos sabrá cumplir con su deber. Las olas golpean fuertemente al "Mirlo" y al "Tordo" en su avanzar, pero estos ni se inmutan y continúan su travesía para realizar su misión.
Pasan unos minutos y el "Mirlo" se detiene. "Allá está el crucero y la lancha del práctico. Ahora vamos a esperar las instrucciones para comenzar las faenas de atraque del buque", informa el capitán. Se aprecia pequeñamente desde la distancia a la nave turística y a la lancha del práctico aproximándose a los dos remolcadores. Nuevamente la radio se escucha en el puente de mando del "Mirlo" informando que ya se pueden acercar al barco.
Ya en sus posiciones, el "Mirlo" empieza a aproximarse al gigantesco crucero por adelante (proa), mientras que el "Tordo" lo hace por la popa. Los marineros de cubierta comienzan a amarrar el crucero al remolcador con las cuerdas, cerciorándose de que esté bien atado.
"En estos momentos estamos ´abarloando´ (amarrando) el crucero a la embarcación para así trasladarlo hacia el muelle del puerto. Esta labor requiere de mucho trabajo y coordinación, ya que el buque debe estar en una posición determinada para entrar al puerto. Han ocurrido casos en que, a causa de las marejadas, los barcos se desvían de su posición, por lo que procedemos a realizar un ´encarnereo´ (empuje) para restablecer su postura", señala Alejandro Díaz, coordinador local de la flota de Saam.
Mientras se realiza el amarre, los turistas del Prinsendam observan detenidamente a los tripulantes de cada remolcador. Algunos graban con sus celulares el momento, mientras otros saludan cariñosamente a los integrantes del "Mirlo" y el "Tordo".
Una vez terminada la labor, se empieza a remolcar el crucero en dirección al terminal de Puerto Central. Unas válvulas que posee el "Mirlo" comienzan a rociar agua al navío turístico en tanto es empujado hacia la bahía.
"Los remolcadores le tiran agua al buque con el fin de que no se dañe su casco por la fricción", explica Díaz. "En estos momentos están haciendo el ´encarnereo´ para mantener la nave en posición y así evitar que se desvíe de su trayecto", señala el experto.
Impresiones
Los minutos pasan y poco a poco se aprecia cómo el crucero se aproxima cada vez más al muelle de San Antonio. Uno a uno los tripulantes entregan sus impresiones sobre el buque turístico en el puesto de mando del remolcador.
Cristian Oviedo, uno de los marineros de cubierta del "Mirlo", lleva 15 años trabajando en este rubro y dice que "la llegada de los cruceros a San Antonio ha sido una experiencia muy bonita, ya que en un principio nuestra labor se fijaba en remolcar barcos que transportaban vehículos o contenedores. Pero esto resulta muy distinto, porque uno ve a los pasajeros de la nave que te saludan, y eso es algo que nunca se olvida".
La misma opinión tiene Ernesto Zúñiga, otro de los marineros de cubierta, quien agrega que "para San Antonio esto es algo muy importante, ya que estos barcos turísticos hacen que éste sea un puerto multipropósito. Me siento muy orgulloso de mi labor, la cual desempeño desde aproximadamente siete años".
Misión cumplida
Mientras comentan sus experiencias, cerca de las 8 de la mañana el Prinsendam recala con éxito en el sitio 4-5 de Puerto Central. Se llevan nuevamente a cabo las labores de empuje del barco y el desamarre. Se escuchan por la radio las instrucciones finales y los remolcadores "Mirlo" y "Tordo" regresan a sus respectivos puestos en el muelle después de efectuar correctamente la impresionante hazaña.
Un barco se aproxima al crucero para abastecerlo de combustible, mientras que los pasajeros de a poco comienzan a desembarcar y a subirse a los buses que los esperan para trasladarlos a sus próximos destinos.
Los tripulantes del "Mirlo" entregan sus evaluaciones finales y destacan la experiencia vivida durante la jornada. Una labor que cada día estos hombres de mar entregan con esfuerzo y dedicación.
"Así es nuestro trabajo en alta mar. Claro, este no es el único barco que va a recalar en el puerto durante el día, ya que también se tiene programado el arribo de otros buques con contenedores, pero así es como se desarrolla el itinerario", destaca el capitán Barrera.