David Muñoz Castillo
Más de mil 700 kilómetros separan a San Antonio de Coyhaique. Lo más fácil y cómodo para cubrir esa distancia sería viajar en avión, pero el amor de un grupo de padres y familiares de los niños de la selección Sub 13 los llevó a vivir un viaje que se puede calificar como una verdadera travesía.
Dos días y medio tardaron en recorrer el trayecto entre las regiones de Valparaíso y Aysén, a través de la Ruta 5 Sur primero y luego por la carretera Austral.
A las 14.30 horas del martes se subieron a una micro (y no un bus como ameritaba tan largo viaje) y recién a las 3 y media de la madrugada de ayer llegaron a destino.
"Un poco cansada todavía, 61 horas de viaje no es menor, desde que salimos a las 2 y media (de la tarde) de San Antonio el martes hasta que llegamos a las 3 y media de la madrugada del viernes (ayer). Tomamos 6 barcazas", contó Angélica Hernández, mamá del delantero Samuel Rubio, jugador de Cristo Rey.
El trayecto más complejo del viaje comenzó en Puerto Montt hasta la Caleta Larena. Ahí tomaron la primera barcaza que los llevó hasta la Caleta Gonzalo. Tras un tramo en el microbús llegaron a Hornopirén, donde otra vez siguieron con el viaje por los canales interiores de la Patagonia hasta llegar a Chaitén, donde tuvieron los primeros inconvenientes. "Ahí teníamos problemas con la embarcación, porque no habían cupos hasta el 9 de febrero, pero gracias a Dios, estuvimos rogando, y por fin nos embarcamos a las 3.35 de la madrugada y nos dejó en Raúl Marín, Balmaceda, a las 2.40 (de la tarde) desembarcamos", prosiguió con el relato Angélica.
Habrá sido suerte o coincidencia, pero esa espera que se pronosticaba larga se redujo considerablemente por un hecho circunstancial. "Íbamos con la buena de Dios. Llegamos a Chaitén a las 11 (de la noche) cuando se estaba yendo la última barcaza, porque salen solamente dos al día, una a las 7 de la mañana y otra a las 11 de la noche. Cuando llegamos no nos pudimos embarcar, porque teníamos que canjear unos tickets. La oficina estaba cerrada no teníamos ninguna posibilidad". En ese punto el viaje enfrentaba un duro inconveniente.
Sin embargo, ocurrió algo inesperado. "Nos quedamos afuera de la micro, había mucha gente en carpas esperando hace dos días por embarcarse. Pensábamos ir temprano a la oficina de la empresa de la barcaza para ir a canjear los tickets. Esa barcaza era gratis con la de Hornopirén. Nos quedamos tomando café, cuando vimos a las 3 de la madrugada que venía una barcaza. Le empezamos a pedir si nos podía cruzar. Justo bajó el capitán, se apiadó de nosotros y nos trajo hasta sin los tickets". El timonel de la Melina 2 de la naviera Paredes fue el autor del "milagro". Angélica Hernández y el resto de los viajeros le agradecen todavía.
"Ahí estuvo la mano de Dios en nuestro viaje. Nos subimos a la barcaza de los primeros. Llegamos a las 8 de la tarde y a las 3 de la mañana nos estábamos embarcando. Lo único que pedíamos era que subieran más autos para que no nos bajaran".
Desde ese punto demoraron 13 horas más en alcanzar el destino final. Se embarcaron en otra barcaza en Puerto Palena, pasaron por un pueblo llamado La Junta, por Puyuhuapi y en la salida de esta localidad nuevamente siguieron por los canales, porque el camino está cortado por los estragos que dejó el aluvión en la Villa Santa Lucía. "Ahí tomamos la última embarcación para hacer la parte del camino que estaba cortado. A las 9 (de la noche) nos bajamos de la barcaza y llegamos al internado a las 3 y media de la madrugada".
Durante la última parte de la travesía , el grupo de viajeros estuvo completamente incomunicado. "Desde Hornopirén, que fue a las 3 y media del día 31 hasta el viernes a las 3 y media de la madrugada estuvimos sin conexión a internet, teléfonos, nada, ni un negocio. Como a las 7 de la tarde de ayer (jueves) conseguimos algo para comer y conexión, cuando llegamos a La Junta. Imagínese el olor que traía la micro, ja, ja, ja, ja, ja", recordó sobre la última parte de este extenso viaje.
El extenso trayecto por la carretera Austral fue complejo. Tras dormir unas horas y recordar cada episodio de esta verdadera travesía, Angélica analiza los inconvenientes. "Se nos hizo más difícil llegar, porque en varias partes está cortada la carretera. En la Villa Santa Lucía, donde fue el aluvión, solo se podía pasar en barcaza, antes no era así", explicó.
Ayer se registró el reencuentro con los pequeños seleccionados de la Puerta del Pacífico. El entrenamiento matutino en el Municipal de Coyhaique fue con público. Treinta y dos entusiastas familiares de los jugadores se unieron al grupo de barristas.
Ya instalados en un internado, que se llama Escuela España, están a escasas dos cuadras de la "villa olímpica", donde los 8 planteles de los grupos A y B conviven durante el Nacional Sub 13. "Conseguimos este alojamiento gracias a una gestión del gobernador (Manuel Villatoro) a través del Daem", agradeció Angélica. Este aporte, y un millón de pesos que dio Puerto Central para pagar la micro que salió 4 millones, fueron las únicas ayudas. La subvención municipal a la que postularon nunca salió.
Coyhaique está revolucionado por la gran cantidad de personas que llegaron a ver el Nacional, además de los turistas. La presencia del DT de la Puerta Humberto Suazo también genera expectación. "Comenzó a circular la información que está Suazo y varios nos preguntan. Además andan veedores", contó.
Los niños, el cuerpo técnico y los papás comparten una ilusión: "Ojalá podamos volver con la copa", ruega desde Coyhaique una de las integrantes de esta barra verdeamarilla que viajó 61 horas para estar con el grupo de 19 guerreros que luchará por el título del Nacional Sub 13.