Carina Cabrera Aballay
"Ahora me quiero, me da gusto mirarme. De repente voy pasando por afuera de una tienda y me veo en el reflejo de la vitrina y no me conozco, quedo impresionada". Así se siente Luz Galdames Ortega (55), la dueña de la florería Díselo con Flores, quien hace un año se animó a luchar contra la obesidad que sufría.
"Lucy", como es conocida esta vecina de Placilla, de niña había tenido problemas con el peso, pero fue un programa de televisión el que le hizo querer cambiar su vida.
"Cuando llegaba a la casa los sábado yo me ponía a jugar en el computador y prendía la tele. Un día estaban dando 'Peso pesado' y Karla Constant les estaba hablando a dos participantes de cuánta azúcar consumían al año y cómo toda esa azúcar se convierte en grasa. Cuando ella dice eso, sube una palangana de grasa a un mesón. Quedé impresionada y ahí yo dije basta. A mí me da asco la grasa y pensar que tenía todo eso en mi cuerpo me hizo recapacitar", comenta.
Motivada por el programa televisivo, decidió dejar atrás su antiguo estilo de vida. "Yo no era tan buena para consumir grasas, pero era muy buena para tomar té, me tomaba alrededor de 10 tazas diaria con seis o siete cucharadas de azúcar y, además, era buena para comer dulces. Cambié el azúcar por el endulzante, dejé los pasteles, el pan y comencé a salir a caminar".
A las semanas, empezó a asistir un nutricionista, que según ella "completó el milagro".
"El 1 de septiembre del año pasado cambié oficialmente mi dieta y hábitos. Entonces pesaba 105 kilos y hoy estoy en 68", afirma feliz.
"Lucy" Galdames había sufrido cuando joven todo lo que conlleva el sobrepeso y había tenido que asumir las burlas. Entonces, para ella era impensado sacarse fotografías o dar una entrevista sobre su trabajo.
"Sí, tenía problemas de autoestima, yo creo que ahí va la personalidad de uno también y lo tímida que soy en algunos aspectos. Cuando iba a comprar ropa, tenía que mirar inmensas tallas y comprarme lo que me quedaba, no lo que me gustaba. Ahora me da vergüenza comprarme ropa, porque tengo que elegir donde la gente joven. Fue un cambio drástico para mí", reflexiona "Lucy", quien además es dueña de una pescadería en San Antonio.
El sueño
Cuando comenzó su tratamiento, tenía en mente hacerse una cirugía para la obesidad, pero surgió otro deseo.
"Pedí un préstamo en el banco y me lo dieron, pero con el paso del tiempo cambié de opinión. Conversé con mi hija y le dije que tenía ganas de abrir una florería con ese dinero, así surgió Díselo con Flores", comenta.
La tienda, ubicada en Maestranza frente a la Plaza de los Jubilados, lleva cuatro meses y nació por un deseo de infancia.
"Desde niña me han fascinado las flores. De hecho, mi mono favorito es 'Ángel, la niña de las flores'", dice sonriendo.
-¿Cuándo se dio cuenta que tenía habilidad para esto?
-Mi madre (Carmen Ortega) falleció hace tres años de un accidente cardiovascular, a los 72 años. Desde ese momento, voy todas las semanas a dejarle un arreglo de flores, pero no me gustaban los que vendían, por lo que comencé a hacerlos yo.
La práctica constante preparando esos arreglos, eligiendo las flores y buscando proveedores para encontrar las variedades que a ella le gustaban, le hizo darse cuenta que esto era lo que siempre había querido, muy alejado de lo que había hecho hasta entonces.
La pescadería
Esta emprendedora crió sola a sus hijos, debido a que el padre de ellos los abandonó, por lo que tuvo que salir a trabajar en distintas tareas para darles una estabilidad económica.
"Yo soy secretaria, pero como no se ganaba muy bien en esa área, tuve que trabajar en otras cosas. Trabajé reparando redes, de encarnadora, vendiendo pescados casa por casa, en una carnicería y haciendo aseo en casas particulares, pero sin cuidar niños, porque me daba pena pensar en cuidar a otros niños y no poder estar con los míos", confiesa.
Por todas esas labores pasó antes de abrir el puesto Delicias del Mar, donde atiende hace 15 años.
"Mis abuelos y mis papás tenían pescaderías. Somos tres hermanos y yo soy la única mujer, por lo que mi papá no me dejaba estar entre los pescados. Cuando abrí la pescadería tuve que aplicar lo que había mirado desde niña y aprender de las otras personas que trabajan en el sector", cuenta.
Desde las 9 de la mañana hasta las 16 horas, aproximadamente, ella se dedica a ese local.
"Yo trabajo sola, entro las bandejas, instalo los mesones, fileteo, atiendo, pago, todo lo hago yo", afirma.
Este trabajo ha sido una gran desafío. "Todo lo que tiene que ver con limpiar los pescados lo hago sin problema, pero al principio me daba vergüenza vender y hasta el día de hoy me cuesta un poco más, porque soy quitada de bulla. Yo no grito para ofrecer, por ejemplo".
Pero ser quitada de bulla no significa que ella no tenga carácter. En el sector ha tenido que hacerle frente a diversos problemas. "Recuerdo que una vez unos curaítos conocidos de la caleta le estaban pegando a una mujer y yo me metí, porque no aguanté la situación. Uno de ellos me amenazó con un cuchillo, cuando se dio cuenta que era yo reaccionó. Fue un susto grande. Cuando pasan estas cosas, yo les tiro agua nomás, el agua es mi defensa para que ellos reaccionen", dice la luchadora mujer.
A pesar de que le ha sido difícil adaptarse a ese mundo, está muy agradecida de lo que ha logrado. "La pescadería me ha ayudado mucho a estar tranquila económicamente. Además, siempre han habido personas que me han ayudado, como los proveedores".
-En su vida ha tenido que enfrentarse a distintos trabajos...
-Sí, pero cuando uno es joven no piensa en eso, uno le echa para adelante nomás. No hay otra opción que luchar.
Para ella la clave ha sido que "se me pone una idea y trato de llevarla a cabo como sea".
Así lo ha hecho con su batalla contra el sobrepeso y así lo está haciendo con su florería, el lugar donde ella resplandece. "Hay días que no vendo nada y hay días que vendo mucho, pero me siento tan tranquila aquí. El ambiente de las flores, mirarlas y olerlas me relaja".
Tras los altos y bajos que ha tenido, "Lucy" Galdames por fin se siente feliz. "La florería es un sueño cumplido, aunque no venda nada yo soy feliz aquí", manifiesta sin dejar de sonreír.