Los nuevos gatos porteños
Los gatos son adorables. De eso no hay duda. Por eso cada vez son más los humanos que se declaran "catlovers" y se atreven a convivir con la presencia felina en sus hogares.
Sin ir más lejos, los puertos son ciudades con identidad felina, donde los gatos tienen una fuerte presencia. Hay gatos en las calles, en las escaleras, observándonos desde las ventanas de las casas; están dibujados en los murales callejeros, duermen en las vitrinas de las librerías, habitan en carnicerías, verdulerías, zapaterías, botillerías, bares y restaurantes.
Mi gato se llama Fitzcarraldo, por la película de Werner Herzog. Lo rescaté hace nueve años en una huevería que se ubicaba en la esquina de Pedro Montt con Las Heras, en el centro de Valparaíso, que ahora es una distribuidora china. Las chicas que atendían me dijeron que era gata y que la habían recogido en el Mercado Cardonal. Es un gato "atigrado", dice su carné veterinario. Para mí es un gato sin raza, de la calle, un quiltro felino que me robó el corazón a ronroneos y rasguños.
Pero me di cuenta de que estaba equivocada cuando visité el Hospital Veterinario de Curauma (ubicado en Placilla Oriente), donde me recibieron los médicos veterinarios Jonás Gómez y Elena Selezneva.
Historia de gatos
"Ese gato rasca común y corriente que uno ve en la calle tiene su origen en Asia, pero llegó a América con los europeos. Venían en los barcos y los traían para controlar las plagas de ratones", explica el veterinario Jonás.
"La historia de los gatos se remonta hace 12 mil años y tiene que ver con la historia de la humanidad (...) El gato empieza a a ser de interés para los humanos cuando se establece con el desarrollo de la agricultura. Esto trajo como consecuencia la acumulación de granos, lo que inevitablemente atrajo la presencia de ratones y bichos. Entonces el ser humano descubrió que el gato podía servir como un controlador de ratones a cambio de alimentos y cuidados", relata el médico veterinario.
Así que ya sabe, no mire en menos a su gato "quiltro" porque sus ancestros tienen un rol importante en la historia de la humanidad. Incluso los egipcios los adoraban y fueron las primeras civilizaciones en domesticarlos.
Peste negra
"Los gatos son oriundos se Asia y fueron traídos a Europa por las distintas invasiones y colonizaciones hacia el occidente. Después se masificaron por el Imperio Romano", añade el experto.
Agrega que en la Edad Media se les hizo una mala fama a los gatos tras vincularlos con la brujería: "En la Inquisición persiguieron a las brujas y también se hizo una campaña para eliminar a los gatos. Mataron tantos gatos que la población de ratas aumentó y millones de personas murieron producto de la peste bubónica o peste negra. Ahí el humano nuevamente se dio cuenta que el gato era importante".
Razas
Pero volvamos a nuestros tiempos. ¿Por qué amamos a los gatos? La teoría de Jonás Gómez es que tienen una mirada muy especial y cierta misticidad en su presencia.
Pero del gato común y silvestre, ese que puebla nuestras calles y casas, sin raza conocida, hoy las preferencias de los "catlovers" han derivado a ejemplares de razas más sofisticadas, algunas incluso escasas y exclusivas, tal como ha ocurrido con sus primos, los perros.
De a poco han comenzado a aparecer en nuestro país razas de gatos poco usuales, como el maine coon y el scottish fold, que se suman a la lista de nuevos felinos porteños junto al persa, el siamés y el extraño gato egipcio, que no tiene ni un pelo en su cuerpo.
La doctora Elena Selezneva tiene un paciente maine coon adulto que pesa nada menos que... ¡18 kilos! "El maine coon (originario de Estados Unidos) es muy especial y sobre todo muy grande. Pero a pesar de su tamaño es un gato muy tranquilo que no muestra agresividad", explica la veterinaria.
El maine coon es un gato realmente grande: el macho pesa en promedio entre 8 y 11 kilos, aunque hay ejemplares mucho más voluminosos, como el adorable gato rubio de 18 kilos que es paciente del Hospital Veterinario de Placilla.
A pesar de su gran tamaño, son muy dóciles, cariñosos y juguetones.
Otra raza que recién debuta en Valparaíso son los scottish fold, originarios de Escocia, cuya principal característica son sus orejas pequeñas y que, en algunos ejemplares, están dobladas.
"Son dóciles y muy cariñosos, incluso cuando se les impone cariño. Porque la mayoría de los gatos no recibe cariño sino lo quiere. En cambio, esta raza aguanta y siempre tiene su carita de ternura, nunca van a sacar las uñas o morder", dice Elena.
Los esbeltos y calvos gatos egipcios, también llamados gatos esfinge, ya llevan algún tiempo en los hogares chilenos. En realidad, no son pelados, sino que tienen una capa muy fina de vellos, casi imperceptible, que cubre su cuerpo. Además de su aparente calvicie, el gato egipcio se caracteriza por tener una nariz corta y unas orejas más grandes que sus primos felinos, anchas en la base y puntiagudas.