La esforzada sanantonina que le gana a la fibromialgia gracias a su emprendimiento
Claudia Abarca Betancourt (42) atravesó por una serie de adversidades en su vida, sin embargo, dice sentirse realizada gracias a "La Tiendita de Amelinda".
Claudia (42) cuenta que fueron sus padres, Orlando Abarca y Estelvina Betancourt, quienes le inculcaron desde muy pequeñita que con esfuerzo y sacrificio se podía salir adelante y cumplir las metas, sin importar las adversidades y los obstáculos que aparecen en la vida.
Prueba de ello es la hermosa familia que esta sanantonina formó junto a su esposo, Eduardo Barraza Molina (42), y sus hijas Amelia (7) y Carmen (2), sus "más grandes amores".
"Para mí, la familia es lo más importante en la vida de una persona. Porque son ellos los que te forman, te enseñan la importancia de ser madre y esposa, a ser solidaria y empática, y están ahí siempre cuando enfrentas momentos inesperados o complicados", confiesa al momento de abrazar a sus pequeñas.
Claudia Abarca Betancourt sabe muy bien lo que es vivir instantes difíciles. Uno de esos episodios fue el terremoto del 3 de marzo de 1985, algo que "jamás he podido olvidar".
"Veníamos de vuelta a San Antonio cuando sucedió lo del terremoto. Habíamos ido con mis padres a Panimavida. Tenía exactamente 8 años. Estábamos a bordo del bus cuando empezó a moverse. Me acuerdo que salimos de un túnel y teníamos que pasar por una pendiente. El chofer nos dijo que nos sujetáramos, porque estaba temblando muy fuerte. Nos abrazamos y sentíamos la máquina tambalearse y también cómo algunas rocas caían a la ruta. Afortunadamente, no nos pasó nada", relata.
Claudia continúa su historia diciendo que, si bien tanto ella como su familia no sufrieron heridas, su hogar quedó completamente destruido a causa del fuerte movimiento telúrico.
"Fue un momento terrible. Hasta el día de hoy esa imagen sigue latente en mi memoria. En esos tiempos vivíamos en una casa ubicada en la calle Libertad, en Barrancas. Recuerdo que yo me quedé en la casa de mi abuela y mis padres fueron a verla. No quedó absolutamente nada. Fue chocante la verdad", cuenta.
Tras el terremoto, ella y su familia debieron enfrentar una dura realidad: no tenían dónde vivir. "Estuvimos en un albergue y después en una mediagua. Mi padre, que en esos tiempos era maquinista del puerto, se esforzó mucho por sacarnos adelante, al igual que mi madre, que trabajaba como ama de casa. Finalmente, nos levantamos. Mis padres han sido mi inspiración para avanzar en esta vida".
"pasión por lo ñoño"
Esta sanantonina confiesa que desde niña fue busquilla y que siempre le gustó trabajar. "Me acuerdo que en las vacaciones, trabajaba en la boutique Patricia, que estaba en la avenida Centenario. Era muy conocida porque gran parte de la gente compraba su ropa ahí. Fue en ese lugar donde empecé a sentir esta pasión por trabajar. Eso sí, nunca dejé de lados mis estudios, pero yo ya quería trabajar en algo", señala.
Acota que a pesar de sentir un gran gusto por el comercio, el área de la comunicación y de la organización fue algo que también le llamó la atención. Por eso estudió Relaciones Públicas.
Fue justamente esa carrera la que la llevó a trabajar en el Departamento de Cultura de la Municipalidad de San Antonio, donde ocurrió el primer encuentro con la persona que sería el amor de su vida.
"Fue en la Toletolers Gamers del 2010 cuando conocí a Eduardo", recuerda. "Yo estaba a cargo de la producción del evento en esos tiempos. Era como la asistente de Mateo Leiva, el organizador de la actividad. Mateo me presentó a Eduardo, y me dijo que iba a realizar un evento de lucha libre, ya que él era árbitro, por lo que debía coordinar todo lo que era horario y organización. En eso comenzamos a conversar y Eduardo se dio cuenta de que a mí también me gustaban las historietas de superhéroes y las películas. Así empezó nuestra relación".
-¿Se podría decir que la pasión por las cosas "ñoñas" los unió?
-Así es. Hay una anécdota muy divertida sobre como se forjó nuestro lazo. Como él es fan de Star Wars, recuerdo que a mí me habían regalado una figura a tamaño escala. Entonces me pidió que se la pasara y cuando lo hice me dijo: '¡Viste que eres ñoña, porque nadie puede reconocer esa figura!'. Yo le respondí: 'nunca dije que no era ñoña, más bien nadie me pregunto' (ríe).
-¿Y comparten los mismos gustos o hay diferencias?
-Por supuesto que hay algunas diferencias. Por ejemplo, yo soy fanática de los superhéroes de la editorial Marvel, donde están Spiderman, el Capitán América, Ironman, Hulk y Thor, entre otros, mientras que Eduardo es fanático de los de DC Comics, donde están Superman, Batman, Aquaman, Wonderwoman y Flash, entre otros. Sin embargo, son cosas sin mucha importancias, ya que ambos compartimos esa pasión por la cultura "ñoña".
-¿Sus hijas también?
-Por supuesto. A mi hija mayor le gusta Wonderwoman, y la menor se interesa de a poco. Sin embargo, queremos que ellas mismas formen sus propios gustos.
Cambio de vida
Claudia relata que poco después de dar a luz a su primera hija, no volvió a trabajar en el Departamento de Cultura de la municipalidad, debido a una serie de problemas que surgieron sin previo aviso.
"Yo quería pasar más tiempo con mi hija, pero el trabajo me lo impedía. Además, sufrí una fuerte depresión debido a algunos problemas que tuve durante el parto, sumado también a que me diagnosticaron una fibromialgia. He sufrido dolores muy fuertes y debo consumir analgésicos. Al final tuve que renunciar a mi empleo en el Departamento de Cultura", cuenta.
-¿Y cómo se siente ahora de esa enfermedad?
-Todavía siento dolores, en especial en la espalda. Como es una enfermedad desconocida, son pocos los tratamientos que hay. Pero, eso sí, gracias al apoyo de Eduardo, de mis pequeñas, de mis amigos y de mis cercanos, he podido mantenerme firme y continuar.
Con mucho trabajo y fuerza de voluntad logró ganarle la batalla a la depresión, pero poco después de eso debió buscar un nuevo trabajo para mantener a su familia.
"Estaba recuperándome de a poco, pero el tema de la fibromialgia me hacía pensar que necesitaba hacer algo, más aún pensando que el hogar consume a toda dueña de casa. Desgraciadamente, no sabía qué hacer, ya que había renunciado a mi otro trabajo y no se me ocurría nada en ese momento", expone.
Emprendimiento
A través de un familiar, Claudia tuvo la idea y el apoyo para llevar a cabo un emprendimiento dedicado a lo que fue su primera pasión: la venta de artículos, pero no de cualquier artículo, sino de algunos que estuvieran ligados a sus gustos por las historietas, las películas, los dibujos animados y los superhéroes.
"Un primo mío sugirió que me dedicara a vender mantas de superhéroes. Hicimos eso y nos fue tan bien que con mi esposo empezamos a pensar la idea de crear un negocio. La idea era vender llaveros, cajas musicales, historietas, figuritas, anillos, stickers y varias otras cosas dedicadas al público ´ñoño'. Así comenzó La Tienda de Amelinda. Le pusimos así en honor a mi primera hija, porque esto surgió indirectamente gracias a ella", señala.
Agrega que "este emprendimiento me ha ayudado mucho, sobre todo a la hora de enfrentar mi enfermedad, porque me hace sentir activa y, a la vez, me permite compartir con mi familia, que me ha apoyado para salir adelante con esta idea.
-¿Hace cuánto comenzó este proyecto?
-En el 2015 y todavía seguimos. Lo más interesante es que no solo gente de San Antonio nos hace encargos, sino también personas de Santiago. Eso nos sorprende mucho porque en la capital hay muchas tiendas de este tipo.
-¿Y cuáles son las cosas que más venden?
-Las cajitas musicales son las más populares. Esas las ofrecemos a 7 mil pesos. La mayoría de nuestros artículos los vendemos desde $2.000 en adelante, pero les aseguramos un producto de calidad y con envío. Hemos estado en varios eventos. La feria navideña será uno, así que los esperamos.
"Las personas que quieran saber de nuestros productos, pueden contactarse con nosotros a través de nuestro Facebook La Tienda de Amelinda y también por el Instagram @la_tiendita_de_amelinda. Vendemos todo tipo de artículos para el ñoño que llevamos dentro", recalca.