Barraquero tiene la receta del amor y de la exquisita comida vegana
Fernanda Baeza y Federico Díaz están casados y son los creadores de este nuevo concepto culinario que cada día más gana adeptos.
Entrar al restaurante Barraquero, en la avenida El Molo 75, en el corazón de Barrancas, es ingresar a un recinto de ambiente familiar. Entre las mesas es común ver jugando a la hija de los dueños del recinto. La sanantonina Fernanda Baeza Valladares (30) y el argentino, oriundo de Mendoza, Federico Díaz Rollin son los padres de la pequeña Elisa, que a sus cuatro años pasa sus aventuras infantiles junto a ellos mientras los dos se preocupan de que todo funcione bien para atender a los clientes.
Barraquero es un sueño para este joven matrimonio. El restaurante también es lo que representa parte de la Argentina que "Fede" dejó para seguir el amor de su "Fer". Ambos, unidos por el mundo, van surcando caminos, algunos agrestes, la mayoría provechosos.
El local abrió en marzo de 2019. Fernanda estudió cocina vegana y hoy es una experta en ese tipo de alimentación. Sin ser maestro carpintero, Federico armó las mesas, las sillas, los mostradores y los muros del local que hoy luce perfecto para tomar un rico café, degustar una sabrosa hamburguesa o disfrutar de un maravilloso pastel de choclo, todos en su variedad tradicional y también vegana.
El amor
Hace una década se conocieron en Mendoza cuando Fernanda se fue a estudiar. Él era un escolar de 17 años, ella con un poco más de 19, una universitaria chilena buscando su destino en Argentina. Ella lo vio y le gustó altiro, él solo esperó a que los tiempos se dieran. Un día sus miradas se cruzaron y luego vivieron juntos y más tarde, cuando Fer terminó la carrera, se separaron por algunos meses. Llamadas por Skype mantuvieron el amor intacto hasta que Fede se vino a Chile.
"Yo lo veía pasar todos los días por la calle cuando él iba al colegio", rememoró sobre esos días en que Federico caminaba por fuera de la casa de Fernanda junto a una adolescente que ella creyó que era la polola. Tiempo después descubriría que era la hermana de aquel jovencito que tanto le atrajo y así hoy Nélida, que así se llama, es su cuñada y su mejor amiga.
En San Antonio él trabajó en los restaurantes Cheers y Elephant. En este último estaba de garzón cuando ella llegó a pedirle matrimonio. Ya tenían a su hija Elisa, pero les faltaba ese ritual que consideraron vital. Hicieron un megafiesta en la casa de los padres de Fer, Gabriel Baeza y Ruth Valladares. Ella es la que habla de todo y cuenta esta historia, él es corto de palabras y muy tímido.
"En estos momentos Barraquero es todo para nosotros, empezó como un sueño y sigue siendo un sueño, el sueño de unirnos como familia y tener un lugar donde la gente se sienta cómoda y querida. Acá yo igual quiero a mis clientes", afirma Fernanda mientras prepara un pastel de choclo con cochayuyo.
Quisieron abrir un local distinto a todo lo que había en San Antonio, donde campean el sushi, la comida china, parrilladas, pescados y mariscos. Antes de abrir el restaurante, ella se dedicó a criar y a enseñar a su hija en sus primeros tres años y también a estudiar Gestión de Recursos Humanos. En paralelo era Fede quien proveía de recursos económicos a la familia. Se veían poco, pero jamás se abandonaron. Y ahorraron peso a peso.
Ruth Valladares apañó la idea de la pareja y se puso con parte de la inversión inicial de Barraquero, cuyo nombre es el que tiene el barrio donde vivía Federico en Mendoza y que fue el lugar hasta donde llegó Fernanda a arrendar una pieza como estudiante hace 10 años.
Fernanda recuerda que los dueños de Cheers, la familia Montalva, le dieron a Federico muchas opciones de crecer tanto en el trabajo como fuera de él. Así pudo estudiar Prevención de Riesgos y aunque hoy no ejerce, se le ve contento y empoderado de su rol de maestro en la cocina del restaurante.
"Yo no sé lo que me pasa cuando estoy con vos", es la canción del grupo argentino Los Auténticos Decadentes que Federico le canta siempre a Fernanda. Ese tema habla de lo que ellos son y lo que son es puro amor. Y así los días pasan entre la cocina, las mesas, los clientes, su hija Elisa y la tarea de padres.
Por un planeta mejor
Fernanda tiene alma de chef. "La comida junta a la gente y siempre en mi casa soy la que se encarga de todo lo que hay que hacer para comer en las fiestas", confirmó. Esto más el apoyo que recibieron del dueño de la propiedad en que instalaron el Barraquero fue muy propicio para lanzarse como emprendedores. El negocio funciona como una microempresa familiar y la receta del amor parece estar rindiendo muy buenos resultados.
Es que Fernanda no es de esas personas que se duermen en los laureles. Siempre luchó por lo que quiso y en eso Fede no le pierde pisada. Además ella heredó de su madre, una incansable defensora de los derechos de la mujer, la vocación por servir a los demás con total profesionalismo y humanidad.
Hoy cuenta con una carta de platos veganos y también cocina tradicional. Las pocas y artesanales mesas del recinto, a veces, no alcanzan para atender a los clientes que llegan en busca de esa comida que no hallaron en otros lugares.
Facundo es hermano de Federico y es quien hace la pega de garzón. Su estilo amable y su buena disposición conjugan en sincronía con el sabor de los platos o la calidez del café que ofrece el restaurante. A él se suma Guillermo "Willy" Báez, que ayuda en la cocina y además es el padrino de la regalona Elisa.
En el establecimiento se escucha mucho la música argentina, especialmente rock, en los muros hay cuadros de artistas transandinos y se respira ese aroma a café y crema que a algunos vuelve adictos.
Aunque ninguno de los dos es vegano, Fernanda explicó que la idea nació como una forma de aportar a la preservación del planeta.
"Somos jóvenes y estamos viviendo en un contexto mundial donde está la embarrá en el planeta. Tenemos una hija que queremos que tenga hijos y queremos que cuando eso pase, ella pueda tener una calidad de vida distinta. Entonces, si la conciencia no parte por nosotros, es imposible que podamos dejar algo mejor. Por eso en el Barraquero optamos por no tener freidora porque queremos que sea un restaurante amigable con el medio ambiente; la freidora deja la embarrá con la huella de carbono, los aceites reciclados son pésimos, en definitiva hay muchos factores que nos decían que no usáramos freidora y esa es la idea, que el Barraquero entregue algo que sea lo menos dañino posible", fundamentó.
Añadió que "dentro de eso encontramos a la gente que tiene una opción totalmente distinta, que es consciente y vegana, y nosotros les entregamos opciones a esas personas".
Y por esa mismas razones son únicos en San Antonio, donde Fer y Fede han creado redes con otros emprendedores que venden insumos para hacer realidad la alternativa del veganismo. Y además que en Barraquero se cocina con amor y por eso todo sabe muy rico y es saludable.