Mujeres en la lucha diaria por subsistir, o cuando "quedarse en casa" ya no es una alternativa
Todos los días valientes mujeres que llevan sobres sus hombros la carga de mantener a una familia tienen que salir a trabajar. Con emergencia sanitaria o sin ella deben conseguir el sustento.
Apesar de la emergencia sanitaria y las restricciones que se han impuesto en estos días de coronavirus, no hay que recorrer mucho para encontrarlas. Están en las ferias libres, en las zonas comerciales del puerto y en los barrios de la periferia. Son mujeres sanantoninas para quienes esta alerta mundial es apenas uno más de los escollos que tienen que sortear para llevar el sustento a sus familias.
En cada pequeño rubro que permita juntar las monedas que se van a convertir en el salario para salvar el día hay alguna mujer llena de historias.
A Patricia Muñoz, por ejemplo, la encontramos en la esquina de Lauro Barros con Centenario junto a un pequeño módulo, que es al mismo tiempo un pequeño bracero bajo una pequeña plancha donde están formadas las empanadas y chaparritas que vende para salvar el día
"Tengo que trabajar porque si uno no trabaja no hay ingresos para la casa, no se puede comer, no se pagan las cuentas. Así que aunque estemos en emergencia hay que salir igual y por eso yo estoy aquí con guantes y con mascarilla"; nos dice la señora Patricia con ese tono amable que recuerda a alguna querida tía o a nuestra propia madre.
Sabe que la emergencia sanitaria es compleja, pero también sabe que está obligada a trabajar aunque tenga miedo y por eso lo hace "tomando todas las precauciones ya que cuando llego a la casa me saco los guantes y los boto, igual la mascarilla, lavarse bien las manos y la cara, lavar todo con cloro; entonces yo estoy tomando las medidas necesarias".
El negocio por estos días de emergencia no da para mucho, pero lo que sea sirve para solventar los gastos de la casa. Ella misma nos explica que "está malo porque la gente anda comprando artículos de primera necesidad. Toda la gente está asustada entonces las ventas aquí han bajado como un 60% y no solamente uno si aquí todos los locatarios están igual. Ellos vienen a abrir aunque las ventas están pésimas, como yo que no tengo otra que salir a trabajar porque no tengo ingresos en mi casa".
Y como está en la calle todos los días y por lo tanto vive lo que está pasando, esta sanantonina de cerro Alegre se atreve a decir que "las medidas que se están tomando no van de acuerdo con la realidad de nuestro país porque hay mucha gente que es comerciante y por eso se necesita que las medidas que se tomen para apoyar, para ayudar, tienen que ser más afectivas y se tienen que tomar ahora ya porque para la gente que no está trabajando cuando llegue ese bono de 50 mil pesos si es que llega no le va a servir de nada".
Lejos del centro de San Antonio, en el Camino Viejo a Santiago por San Antonio de las Bodegas nos encontramos con otra mujer que trabaja para sustentar su familia en tiempos de Coronavirus. Evelyn Zamorano tiene 3 hijos (5, 13 y 18 años) y desde hace varios meses además de sustentar a su familia lucha contra un severo cáncer que le ha mermado las fuerzas pero no las ganas de seguir adelante. Por eso mantiene a flote su carrito de sánguches frente a la Feria Mayorista de Bellavista en San Antonio.
Y desde ahí mira con preocupación las calles que se van quedando paulatinamente más vacías. "No tengo otra opción porque los niños tienen que comer y siempre hay que tener algo para darles. Frutas, verduras, carne, de todo. No se puede vivir si no se trabaja y en mi caso menos mal que no pago arriendo", cuenta con una sonrisa que a cada rato le ilumina el rostro.
Respecto al encierro que reclama esta emergencia y a su trabajo cuenta que "lo bueno es que vivo en un lugar donde hay harto espacio y los niños pueden jugar o nos organizamos para hacer algo. Por ejemplo ahora estamos haciendo una huerta ya que aquí arriba (Bellavista alto) internet no funciona muy bien, entonces me toca combinar el trabajo con las tareas de los niños, así que como vivo al frente veo altiro si anda poca gente y si vale la pena trabajar. Lo malo es que ahora cada día, incluso los días de feria, anda menos gente"
Por eso esta sanantonina reclama que el Gobierno "se enfoque en las verdaderas prioridades de la gente porque la salud está primero ya que las vidas no se recuperan y eso es algo que le ha costado mucho entender al presidente. O sea, yo entiendo que tiene que cuidarse la economía pero asusta escuchar a alguien como el ministro Mañalich si en las mismas noticias vemos lo que pasó en España y en Italia y aquí que estamos a años luz de esos países mejor ni pensar en cómo podemos terminar".
A Patricia Soto la encontramos sentada en una pequeña escalera de una antigua construcción de la calle Pedro Montt. Se ve cansada y hay algo de tristeza y preocupación en su mirada. También el tono de su voz para ofrecer las mascarillas que vende suena a ratos como si fuera una plegaria. "Yo trabajo en la calle vendiendo dulces, pero ahora como no se venden los dulces estoy vendiendo mascarillas para poder subsistir el día a día porque con lo poco que se vende alcanza solamente para el vivir diario", dice sosteniendo con sus manos una bolas y un fajo de mascarillas; una de las cuales le cubre la cara.
"Las personas que trabajamos de lo que vendemos en la calle yo digo cómo vamos a subsistir que hay cuarentena general y tengamos que encerrarnos en nuestras casas. Qué vamos a hacer, cómo vamos a vivir, cómo vamos a alimentar a nuestros hijos", reclama con una voz que se quiebra al mismo tiempo que una lágrima recorre su rostro ajado por la vida dura que le ha tocado vivir.
"Yo soy viuda -dice tomando aire- y recibo una pensión de 90 mil pesos. Imagínese ¿Qué hace usted con esa plata si tiene niños y hay que comprar leche y medicamentos? Entonces no hallamos que hacer porque tampoco nadie dice si hay alguna ayuda, no hay ninguna información"
Mientras conversamos los peatones van y vienen y Patricia nunca ha dejado de tener la mano extendida que ofrece las mascarillas que está vendiendo para salvar el día.
"Uno ya no duerme porque no sabe qué hacer y hablan que van a entregar un bono, pero ¿quién sabe eso? Si yo estoy aquí trabajando en la calle y nadie informa nada. Es muy desesperante porque yo trabajo para vivir al día y si hay para comer comemos y si no, no comemos nada".
Y sus palabras se pierden entre el ruido de los autos, los peatones, la ciudad y el momento que carga con esta y con todas las angustias que han nacido y las que han salido a flote con la pandemia.