Pobladores de toma enfrentan la pandemia con unión y solidaridad
Los días de emergencia sanitaria también golpean duro a los campamentos de la zona donde la colaboración entre los propios residentes emerge como la clave para capear la crisis. Aseguran que necesitan materiales de construcción.
La señora María muestra una construcción de dos por tres metros que está a medio terminar. Le falta una parte del techo y no están cubiertas todas las paredes. Es como un cuartito a medio hacer. "Cuando esté terminada va a quedar como un palacio", dice y se larga a reír.
La talla contagia de risa a sus vecinos de la toma "Camino a la Esperanza", ubicada en el Camino Viejo a Cartagena, en el límite con San Antonio, demostrando que al final la buena actitud sirve harto para pasar los difíciles momentos que viven estas familias en este campamento donde también sufren los embates de la emergencia sanitaria.
Hace poco más de un mes estuvimos en este mismo lugar y conocimos de estas mismas personas cómo es de dura la vida en una toma. Ahora, de regreso, Patricia Avilés, vocera del campamento, dice que por estos días "ha estado todo tranquilo y desde que ustedes vinieron igual vino gente a ayudarnos. Unas personas trajeron ropa, pañales y hasta un coche. Eso nos sirve mucho porque hay gente que tiene muchas carencias; desde lo habitacional hasta el diario vivir".
Materiales
La dirigenta insiste en la urgencia de tener materiales para terminar las precarias viviendas que han parado en este improvisado caserío. "Acá lo que más necesitamos son materiales de construcción, sin importar que estén usados porque todo sirve. Por eso estamos súper agradecidos de la entrevista que nos hicieron en el diario porque gracias a eso vino gente a ayudarnos y qué más podemos pedir, si en esta situación no vamos a estar exigiendo o ir a ponerle la soga al cuello al alcalde de Cartagena porque sabemos que hoy día la preocupación es atacar a ese virus que anda", explica Avilés.
Es evidente que en el campamento todo "se hace más difícil porque la mayoría de la gente trabaja al día o son adultos mayores que vivían de allegados o madres solteras con sus hijos. Por eso necesitamos con tanta urgencia materiales de construcción porque aquí tenemos gente que duerme sin techo, se tapan solo con unas carpitas y ahora que viene el invierno eso es terrible. Por eso sería genial que nos pudieran cooperar porque lo que nos puedan regalar será muy bien recibido aquí en la toma".
Unión
La clave para subsistir en condiciones tan adversas está en el apoyo que los propios vecinos se dan en sus necesidades de vivienda, alimentación, seguridad o en cuestiones tan básicas como compartir el agua. La señora María, cuya casa que es -como ya dijimos- una pieza sin terminar, cuenta que ella riega "a las vecinas y de ahí para allá (apunta hacia el fondo de la toma) la otra vecina riega hasta donde alcanza porque somos las únicas que tenemos manguera y entre todos nos tenemos que apoyar. El que tiene le da al que no tiene y así podemos aguantar todos los días".
Callado entre las mujeres ha estado uno de los vecinos. Se llama Pedro Hernández y es uno de los puntales de la toma, algo así como un capataz, como un pequeño alcalde del campamento. Hombre de pocas palabras, dice que lo importantes es apoyarse entre vecinos y por eso recorre el caserío haciendo comunidad, "viendo que no falte el agua, si hay corriente, ayudándoles a cuadrar los sitios o a parar las casitas porque aquí en la toma la vida no es fácil".
Felicia Garrido ya es una conocida nuestra. Mujer mayor que vive sola en una modesta ranchita, comenta que "aquí nos tenemos que apoyar en el día a día porque todo es muy difícil. Acabo de hacer una "piececita" para la cocina pero no tengo techo para ponerle, así que está todo a la intemperie. Por eso necesitamos ayuda, ya que también tenemos que hacer ollas comunes porque no siempre todos los vecinos tenemos para comer…"
Y de pronto la idea de Felicia es interrumpida por la señora María que en buen chileno mete la cuchara: "el otro me comí como tres completos que me regalaron los vecinos que habían hecho ahí y que les quedaron muy buenos". Otra vez la risa inunda las caras de esta gente. Salta la talla en medio de la crisis y las carcajadas opacan los martillazos que no habían dejado de escucharse porque justo al lado están parando una casita.
"Necesitamos con urgencia materiales de construcción porque aquí tenemos gente que duerme sin techo, se tapan solo con unas carpitas",
Patricia Avilés,, vocera de la toma