La tejedora sanantonina que se la jugó con diseños poco tradicionales
Hace más de ocho años Melva Cabrera creó Lanas Mágicas, un emprendimiento de tejidos con el que buscar conquistar a sus clientes.
La tradición familiar jugó un rol clave para Melva Cabrera Gallardo (58) a la hora de emprender y crear Lanas Mágicas.
Su tía y su madre siempre estuvieron ligadas al tejido y, por lo mismo, no se le hizo difícil dominar la técnica.
"Si bien esto del tejido lo aprendí por herencia, yo siempre fui buena para acompañar a mi mamá a los centros de madres. Siempre me gustaron las manualidades y se me daban bien, entonces de alguna forma todo se dio de forma natural en mí", explica.
En 2012 Melva Cabrera echó a andar su emprendimiento Lanas Mágicas, a través del cual ofrece productos tejidos en lana con diferentes técnicas. Una de ellas es el telar.
La crianza
Esta vecina de Barrancas fue madre a temprana edad y durante largos años se dedicó por completo a la crianza de sus hijos. Con el paso del tiempo, estos empezaron a independizarse y ella comenzó a tener más tiempo libre.
"Cuando uno hace algo lo tiene que hacer porque le gusta y con ganas. Siento que cuando uno decide emprender, tiene que tener el mayor de los ánimos para que funcione, y no que sea algo por hacerlo simplemente", asegura la emprendedora.
-¿Cuándo llegó el momento de emprender?
-Nunca estuve desvinculada del tejido, pero cuando mis hijos comenzaron a crecer, pasó que yo quería encontrar algo para hacer y ese era mi momento ideal de potenciar el tejido. De hecho, no siempre tejí con el afán de vender.
Vuelta al centro
Gracias al dato de una amiga, Melva llegó a formar parte de un centro de madres, donde aprendió la técnica del tejido con telar, algo en lo que no había incursionado anteriormente, pero que la llevó a probar nuevas herramientas.
"Si bien todo empezó como un emprendimiento en el 2012, comencé en todo esto casi dos años antes. Aprendí nuevas técnicas que hasta el día de hoy voy aplicando. Cuando uno se involucra en todo esto, está en un constante proceso de perfeccionamiento y aprendizaje para ofrecer siempre el mejor de los servicios", afirma.
Experiencias
Hace más de ocho años que Melva decidió aventurarse con su emprendimiento, pero asegura que más allá de la retribución economómica que su oficio le ofrece, lo más importante son las experiencias.
Aprender y escuchar a sus clientes, no solo es una distracción, sino que también la inspira, sobre todo con sus creaciones.
"En cada feria u otra instancia en que he participado, al escuchar los comentarios que me hace la gente o me cuentan de algo que están buscando, me dan ideas también a mí para seguir creando productos. El contacto que uno puede tener con las personas en una conversación puede ayudar mucho", apunta.
Los clientes no son los únicos que le han entregado estas experiencias, sino que también lo son las otras emprendedoras que, como ella, luchan por darle valor a sus productos.
"Me hace sentir tan bien cuando veo que a los emprendedoras les va bien con la venta de sus productos. Cuando uno comparte con mujeres como las emprendedoras se da cuenta que si bien todas apuntamos a ideas distintas con los productos que vendemos, todas tenemos el mismo objetivo, que es surgir y sentirnos realizadas", explica esta barranquina.
Clases
Cuando Melva tomó el primer curso en un centro de madres, de inmediato comenzó a destacar por su capacidad y así también pudo optar a impartir clases en esta materia.
"Buscaban que alguien desde su propia experiencia pudiera enseñar a otras niñas y decidí que podría ser bueno. Ahí comencé a probar con el tema de las clases y sin duda fue una buena decisión, porque uno va sumando experiencias y se aventura un poquito más", detalla.
Esta oportunidad que se le dio en un centro de madres ayudó también a que más gente la conociera y le solicitara clases.
"Al principio, cuando partí con las clases, les enseñé a niñas súper jóvenes y ahí yo sentí que no había una brecha para este arte. Uno piensa que el tejer se da mucho en las personas mayores, pero comprobé que las cosas eran distintas", asevera.
-¿Sintió que estaba siendo un aporte para esas mujeres?
-De todos modos, y de igual forma yo comencé a sentirme más útil. Aparte de poner en práctica lo que había aprendido y de tener mi emprendimiento, con los cursos pude guiar a otras mujeres, de diversas edades, a conseguir progresos también.
La ayuda que ella también ha recibido en estos años ha sido importante para sentir que, si se lo proponía, podía tener éxito en su proyecto.
"Que a uno la inviten a ferias, comenzar a formar parte de un grupo de emprendedoras y que siempre estemos en constante perfeccionamiento, hace que uno se dé cuenta que no tomó una mala decisión. Esto me sirvió en mi vida y por lo mismo agradezco a todos los que me apoyaron de diversas formas", señala con emoción.
Romper esquemas
Uno de los principales focos en los que ha puesto atención Melva desde que comenzó su negocio es que sus creaciones puedan romper esquemas para que la gente le dé más valor a los productos elaborados por sus manos.
"Cada vez son más los hombres que eligen un tejido o las personas que se atreven a comprar productos hechos a mano. Eso es un plus para todos, sobre todo para la gestión del emprendedor, porque nota que a la gente le gusta lo que hace", enfatiza Melva.
-¿En qué se diferencia usted con otros emprendedores del mismo rubro?
-La mayoría de mis productos son confeccionados con la técnica del telar, pero priorizando salir de lo tradicional y del tejido que todos conocemos. Hay que romper un poco los esquemas y volver a posicionar esta técnica que no pasa de moda.
"Uno piensa que el tejer se da mucho en las personas mayores, pero comprobé que las cosas eran distintas".
"Esto (emprendimiento) me sirvió en mi vida y por lo mismo agradezco a todos los que me apoyaron de diversas formas",
Melva Cabrera
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