El entrenador de Maria Sharapova que aprendió a jugar tenis en Llolleo
Aunque la tenista rusa no lo nombra en su libro biográfico "Imparable. Mi vida hasta ahora", Francisco Concha destaca su aporte en la formación de la exjugadora, a quien entrenó en su infancia.
A principios de la década de 1970, Francisco Concha Pichuante (53) arribó desde Santiago a San Antonio. Su padre, que llevaba su mismo nombre, había sido contratado como entrenador del Club de Tenis de Llolleo y su madre, Ana María Pichuante, era la administradora del casino. El club, que aún se ubica en el mismo sitio, se transformó entonces en su patio de juegos y en uno de sus recuerdos más preciados.
"Yo tenía ocho o nueve años cuando aprendí a jugar tenis en el Club de Tenis de Llolleo. Mi papá me enseñó a jugar en esas canchas. Por eso tengo muy bellos recuerdos, pero también sentimientos encontrados, ya que desafortunadamente mi padre murió en el hospital de San Antonio de una pulmonía fulminante", recuerda.
Sorpresivo adiós
Además de ser entrenador, "Panchito", como era conocido su padre, fue árbitro de la Federación de Tenis de Chile. "Ese año (1976) Chile jugó la final de la Copa Davis con Italia, y mi padre fue árbitro de ese torneo, una semana antes de morir", recuerda desde Texas, Estados Unidos, país donde reside hace 30 años.
La partida de su padre fue sorpresiva y precipitada. "Murió en cinco días. Se enfermó el 25 de diciembre y el día 31 se murió. Mi padre fue a Santiago a comprarme una bicicleta y fue lo último que hizo, después se enfermó y no se recuperó".
A pesar de esta dolorosa vivencia, Francisco guarda un gran afecto por la ciudad puerto. "Mi papá hizo torneos muy bonitos. Me acuerdo que el club se llenaba, era una fiesta muy hermosa. Realmente la fiesta más grande del verano en Llolleo era el torneo de tenis. Venía toda la gente de Santiago y en la noche la plaza se llenaba. Por eso es un lugar mágico para nosotros, llevamos muy dentro del corazón a Llolleo y San Antonio", manifiesta.
Gran regalo
Luego de la impactante pérdida, Francisco se fue a vivir a la casa de su abuela a la comuna de Las Condes, junto a su madre y sus dos hermanos. "Cuando me fui a Santiago, donde había tenis, lo busqué", afirma.
En su niñez y adolescencia él fue pasapelota en el Club de Tenis El Alba y en el Palestino, y luego asistente del entrenador Armando Molina en La Florida. Más tarde su nombre comenzó a resonar en el circuito nacional, lo que le abrió una nueva y deseada oportunidad.
"Entrené a un chico que fue campeón de Chile, Juan Ignacio Flores. Al salir campeón la gente nos miró y el coach Leonardo Zuleta (quien fue coach de Nicolás Massú y entrenador del tenis chileno) se interesó en mi trabajo. Nos empezamos a hacer amigos y me regaló un curso de entrenador que le habían dado a él, en la Academia de Nick Bollettieri, que está en Florida (Estados Unidos) y es muy famosa", comenta.
-¿Por qué decidió establecerse en Estados Unidos?
-Te voy a ser sincero, en Chile el tenis es un deporte clasista y yo no soy de una familia de dinero. Siempre me di cuenta que la gente que iba a tener más posibilidades allá (Chile) es la que tiene el tenis por el mango, que es la gente de clase alta. Por eso, pensé 'quizás en otro país pueda ser mejor que aquí'. No me fue mal allá, pero no vi la posibilidad de surgir como un buen coach.
Sharapova
Luego de estudiar, Francisco trabajó tres meses en la reconocida academia de Nick Bollettieri, pero decidió independizarse y comenzó a realizar clases privadas en unas canchas públicas cercanas a esta.
"Cuando estuve trabajando en esas canchas, un día vi a una niña que jugaba muy lindo con su padre, tenía un talento increíble. Esa niña era Maria Sharapova", expresa sobre la primera vez que vio a la tenista rusa, que con los años llegaría a levantar cinco trofeos de Grand Slam.
Encandilado
El estilo de juego de la pequeña Sharapova, que entonces tenía seis años, lo cautivó. El chileno cuenta que "de a poquito me acerqué, pero yo hablaba muy poco inglés y ellos también, porque son rusos. Nos costó muchísimo comunicarnos, pero el tenis es un idioma universal también (...). Yo le ofrecí mi ayuda a su padre (Yuri Sharapov), pero él no quería la ayuda de nadie, era un ruso muy orgulloso, por así decirlo. Él tenía una joya, una gallina de los huevos de oro, como decimos en Chile, y estaba cultivándola".
En ese momento, según el chileno, había similitudes entre ambos. "Ella llegó a esas canchas públicas, igual que yo, con muy poquito. Llegaban en bicicleta con su padre, no tenía ni siquiera un carro".
-¿Y cómo se convirtió en su entrenador?
-Cuando él empezó a recibir dinero de parte de un patrocinador particular, volvió a mí y me dijo 'ahora me encantaría que me ayudaras, porque te puedo pagar'. Yo le había ofrecido mi trabajo gratis antes, porque la chica jugaba increíble, pero él no quiso.
Sin reconocimiento
El entrenador detalla que "tuvimos una relación deportiva de tres años, entre los ocho y los 12 años de ella (1998, 1999 y 2000)". Durante el primer año, cuenta que usaron las canchas públicas, pero al año siguiente "la academia se hizo sponsor (patrocinador) de la niña, pero él (Yuri Sharapov) quiso seguir trabajando conmigo, ¡con una persona que estaba fuera de la academia! Bollettieri se molestó y yo pensé que un día iban a cortarme la cabeza, pero no, la academia me ofreció que fuera a trabajar con ella allá".
Según el chileno, Sharapova "en su libro biográfico ('Imparable, mi vida hasta ahora', publicado en 2017), no consideró aquellos años de infancia y mucha gente ha venido a preguntarme por qué ella no habló de mí, cuando mucha gente me vio todos los días, incluso dos veces al día, trabajando con ella. Me dicen '¡no te ayudó, ni te nombró!', pero yo no sé qué decirle ni a ti ni a nadie, porque la respuesta no la tengo yo, la tienen ellos".
A pesar de esta falta de reconocimiento público de la ex número uno del mundo, Francisco confía en su impacto como entrenador. "Yo estuve en una etapa muy importante en la carrera de ella, en la formación, donde había que hacer las cosas bien, porque si no lo hacíamos, ahí podía no resultar en el futuro", asegura.
"Fue una de las cosas más grandes que yo he hecho en el tenis, viniendo de haber aprendido a jugar tenis en Llolleo. Y he trabajado con otros chicos que les ha ido bien, pero ella es la más exitosa", sostiene.
Vida en EE.UU
Luego de su paso por Florida, Francisco se trasladó hasta Sugar Land, Texas, una ciudad de más de 100 mil habitantes donde continúa trabajando como entrenador particular. "Yo no creo mucho en las academias, porque son muy comerciales. La filosofía mía es que el chico juegue bien y yo no tengo una academia porque hay que pagar mucho dinero y a la vez hacer mucho dinero, por eso prefiero tener pocos chicos y muy buenos jugadores. Ahora trabajo con 25 niños", cuenta.
La decisión de mantenerse formando a niños en este deporte también estuvo ligada a Sharapova. "Con la Maria aprendí a formar niños y por eso sé que puedo formar buenos jugadores. Tengo innumerables niños que han ido gratis a la universidad gracias a becas deportivas", expresa.
En sus 30 años como entrenador en el país norteamericano, él reconoce que "he ayudado a mucha gente, les he hecho clases gratis a varios chicos. Mucha gente creerá que uno viene a este país para hacerse rico, pero no ha sido mi idea. Vivo bien, tranquilo, no tengo ningún problema, pero mi idea no es hacerme millonario, de ninguna manera. Esto lo he hecho por mi padre y por haber jugado tenis en Llolleo, y no lo he dejado desde que comencé".
"Por eso tengo cariño por Llolleo, porque es un lugar que me trae muy bellos recuerdos. Mi relación más grande con mi padre fue en Llolleo. Lamentablemente se fue y desde ahí prometí que no dejaría el tenis", destaca Francisco, quien, sin duda, tiene el tenis por el mango.
"Mi papá hizo torneos muy bonitos. Me acuerdo que el club se llenaba, era una fiesta muy hermosa. Realmente la fiesta más grande del verano en Llolleo",
Francisco Concha Pichuante
"Yo estuve en una etapa muy importante en la carrera de ella (Sharapova), en la formación, donde había que hacer las cosas bien, porque si no lo hacíamos, ahí podía no resultar en el futuro",
Francisco Concha Pichuante