Futura profesora teje su propia historia con la confección de prendas, accesorios y amigurumis
"Bazar de Lanitas" es el nombre del negocio de Natalia Poblete, el que inició el año pasado tras las recomendaciones de su madre, con quien compartió inolvidables jornadas durante su último año de vida.
La relación de Natalia Poblete Palominos con el tejido no siempre fue tan buena ni amable como lo es ahora. Sus primeras incursiones en este tradicional oficio datan desde que era una estudiante que huía de las manualidades.
"Sé tejer desde chica, me enseñaron en el colegio cuando iba en básica, pero yo no pescaba nada. De hecho, tejía un poco y cuando llegaba a la casa o al trabajo de mi mamá, ella y una compañera me desarmaban lo que había hecho y me lo tejían ellas, porque me cargaba", revela la joven de 21 años.
Pero esa tirante relación cambió cuando ella llegó a su juventud. Primero, tomó los palillos para hacerse petos y chalecos, y luego se decidió a dar un importante paso.
"Quería tener mi plata y no era compatible trabajar en otro lugar e ir a la universidad. Le comenté mi objetivo a mi mamá y me dijo que tejiera colets y me dio ideas, y ahí decidí intentarlo", expresa sobre el nacimiento de "Bazar de Lanitas", que comenzó oficialmente el 15 de febrero del 2020.
Desde ese día, Natalia divide su tiempo entre sus estudios de Pedagogía en Historia y la confección de accesorios, prendas y amigurumis (disponibles en Facebook e Instagram @bazar.de.lanitas).
-¿Cómo ha ido la respuesta de la gente?
-Al comienzo fue súper lento, yo alegaba todas las semanas porque no me llegaban pedidos, pero en invierno hice calcetas y fueron furor. Ahora me ha ido súper bien, tengo cerrada la agenda hasta nuevo aviso.
-¿Es la primera vez que emprendes?
-De chica vendía cosas en el colegio pa' calla'o entre mis compañeras, porque no se podía. Con una amiga nos sentábamos juntas y teníamos el negocio ahí en la sala, ella vendía tabletones y cocadas, y yo los koyac y dulces.
-¿Por qué te gusta tejer?
-Cuando empecé el bazar no me tenía nada de fe, yo dije 'vamos a ver cuánto me dura'. Pensé que lo iba a dejar a medio camino, como con otros pasatiempos, pero me empezó a gustar que me preguntaran si podía hacer algo, crearlo y que quedara bonito. Que la gente quede conforme con mi trabajo es lo que más me ha gustado.
-¿Cuál es tu meta con "Bazar de Lanitas"?
-Me gustaría tener un negocio establecido en un lugar físico y vender insumos también, porque hay muchas cosas que yo no encuentro acá. Es un sueño a muy largo plazo, pero se puede lograr.
Futura profe
Además de su sueño como emprendedora, hay otro que le toca la fibra: ser profesora de Historia.
"Siempre quise estudiar pedagogía. Me gustaba la Historia, porque a mi abuelo y a mi papá les gusta harto leer, y en quinto básico llegó una profesora (Carmen Gloria González) que me convenció, aunque ella siempre me dijo que no estudiara eso. Di la PSU y postulé a tres universidades para pedagogía en Historia, era eso o era eso. Quedé y hasta ahora me ha gustado la carrera", sostiene la universitaria, que cursa su cuarto año en la Universidad de Valparaíso.
Actualmente, ella está realizando una práctica en el colegio particular Sara Cruchaga, donde estudió desde primero básico a cuarto medio (sí, donde vendía golosinas a escondidas).
Para la joven su principal objetivo como pedagoga es que sus estudiantes "sean capaces de tener una opinión crítica, no quedarse solo con lo que los papás o la tele les dice, sino que puedan investigar y tener su propia opinión, una visión política fuerte. La política está súper mal vista en Chile y eso también nos ha traído problemas, la falta de educación cívica ha tenido consecuencias graves en este país y creo que es importante generar eso en estas nuevas generaciones".
La partida
Mientras construye su presente y futuro, Natalia no deja de indagar en la historia de los suyos, especialmente de su madre, María Palominos, quien falleció el año pasado a causa de un cáncer pulmonar.
Sobre su partida, comparte que "fue difícil, mi mamá igual nos preparó harto, pero uno nunca está preparado (…). Aunque uno sabe el final, no lo acepta, llega el momento y no te lo crees".
"Además, las circunstancias igual fueron malas, porque estábamos en pandemia y en el hospital lo tiraron como posible covid-19, cuando lo que mi mamá tenía era una enfermedad pulmonar que no tenía vuelta atrás. Entonces, tuvimos que seguir un protocolo covid-19, con todo lo que eso implica, que es súper, no sé si inhumano, pero súper frío, porque uno no los puede ver, los meten a una bolsa, los sellan y del Servicio Médico Legal pasan al cementerio en una hora", revela.
A causa de esto, cuenta, no pudieron cumplirse los deseos para su despedida. "Mi mamá estaba desahuciada y nos había dicho lo que quería para cuando partiera, entonces fue muy penca, porque lo que ella quería no se pudo hacer".
De todos modos, destaca Natalia, recibieron el apoyo de sus seres queridos. "Mi mamá trabajaba en el consultorio al lado del hospital, el Cesfam San Antonio, y las compañeras le hicieron una despedida súper bonita. Estamos muy agradecidos con ellos, porque siempre la acompañaron".
Incluso tuvo un emotivo homenaje. "Nos acompañó harta gente, de hecho, le hicieron la despedida como lo hacen con quienes trabajan en el hospital, porque llegaron tres ambulancias al cementerio e hicieron sonar las sirenas, fue una buena despedida dentro de todo", afirma.
Unidas
Desde siempre Natalia y su mamá tuvieron una relación muy cercana y con un fuerte apego.
"Yo era muy mamona. Mi mamá me iba a dejar todos los días al colegio y después cuando llegaba en la tarde me acostaba con ella a dormir la siesta. Me iba a buscar a las fiestas y ese tipo de cosas, entonces cuando me fui a Valparaíso a estudiar todos me decían que me iba a costar, y yo también lo pensaba, pero me fui adaptando igual", comenta.
El año pasado, a causa de la pandemia y la suspensión de las clases presenciales, ambas volvieron a estar juntas. "Siento que dentro de todo lo malo, eso fue bueno, porque pude estar con ella. Y como yo era mamona, estaba casi todo el día tejiendo con ella, yo creo que ya la tenía aburrida con las lanas".
En esos días entre lanas y palillos, su mamá se volvió su principal consejera. "Me preguntaba cómo me quedaban los tejidos y me daba sugerencias sobre cómo hacerlos. O de repente le gustaba algo y me pedía que le enseñara. Nos sentábamos debajo de la parra y nos poníamos a tejer las dos. Como ella ya estaba enferma, yo le decía 'pero mamá teje esto', y ella se ponía a ver tutoriales en YouTube y también empezó a bordar. Ahora mi control de calidad son mi hermana y mi papá, ellos me dan las críticas y sugerencias", bromea la joven profesora de Historia y emprendedora.
- Cómo era tu madre?
-Mi mamá era muy de piel y formó muchas relaciones bonitas con otras personas y nos incluyó en esas relaciones y es por eso que hoy estamos tan acompañados. Nosotros no hemos perdido contacto con quienes eran cercanos a mi mamá y eso es en parte por ella, porque era preocupada de todos y ellos ahora se preocupan de uno.
Cada vez que tiene la oportunidad, Natalia aprovecha de averiguar y escuchar historias sobre ella. "Mis tíos y mis papás me cuentan anécdotas de cuando ellos eran jóvenes y salían y yo me mato de la risa al enterarme de las cosas que hacían", expresa.
"Siempre que hablo con gente tienen recuerdos muy lindos de ella y eso para mí es súper importante", manifiesta la joven, que atesora con afecto esta parte de su propia historia.