La artista que sacó los libros a la calle para que todos puedan leer
Karen Muñoz, muralista de profesión, realiza distintas actividades para acercar la cultura a los niños y adultos.
En noviembre del año pasado y cuando el coronavirus no daba tregua, la cartagenina Karen Muñoz Jeria buscó la manera de colaborar e intentar apaciguar la angustia que estaban sintiendo sus vecinos al verse enfrentados al encierro. "Nos metieron a las casas y nos dijeron "bueno ahora vean ustedes qué hacen".
Fue justamente en esa búsqueda que la artista tuvo la idea de darle una segunda oportunidad a la gran cantidad de libros que tenía arrumbados en su casa.
"Tenía demasiados libros y algo había que hacer con ellos. Como me gusta reciclar y siempre ando viendo cosas para ir aportando al territorio, porque me encanta (ríe), fui a la feria, recogí los cajones de madera, los pinté bien bonitos, les puse una tapa, les metí libros y los dejé en un arbolito", cuenta.
Bibliocalle
La "Bibliocalle" consiste en sacar un libro, leerlo y después devolverlo. La iniciativa empezó con tres puntos ubicados entre San Sebastián y Costa Azul, pero debido al éxito, Karen tuvo que habilitar seis nuevos "cajones". "En estos días abriremos tres más".
"Estoy contenta y la gente también. En la calle me dicen 'qué lindo todo esto. Me llevé un libro y en estos días se lo devuelvo'. Hay gente que no tiene plata para comprar un libro y otros los tienen botados en sus casas, por eso debemos hacer algo", comenta.
¿Todos devuelven los libros?
- (Ríe) La mayoría de las veces, pero seamos positivos.
Ante los buenos resultados obtenidos con las Bibliocalles, Karen solicitó la ayuda de toda comunidad a través de las redes sociales. Su llamado tuvo una estupenda acogida ya que muchos se contactaron con ella para realizar sus donaciones.
"La gente empezó a llevar sus libros a las Bibliocalles y a mi casa. Eso me sirvió para abrir nuevos puntos, por lo mismo las donaciones siempre están abiertas. Incluso me llamaron de Algarrobo para pedirme una Biblioteca", explica, y agrega que "de esta forma los libros no llegarán a la basura. Tenemos de todo tipo. Las sopas de letras son las favoritas de los adultos mayores y los niños de 6 años me piden cuentos, pero me cuesta conseguirlos".
Cucharón de pibi
Con el objetivo de acompañar a su madre, Karen se vino a vivir a Cartagena hace seis años. En ese tiempo fue testigo de la falta de apoyo que debían enfrentar las mujeres, especialmente las jefas de hogar que no tenían con quién dejar a sus hijos mientras trabajaban.
"El Cucharón de la Pibi se inició con el objetivo de hacer talleres a niños, pero no era abierto a todos. La idea era ayudar a esas mamás que trabajan en las ferias o en otros lugares y que no tenían con quién dejar a sus hijos porque acá en la zona no hay esos espacios", señala.
Karen es pintora muralista de profesión, por ende se encargaba de llevar a cabo diversos talleres y actividades para los menores.
"Realizábamos talleres y después los sacaba a jugar a las bolitas, al trompo o a la chapita. Mi mamá se encargaba de la alimentación. Ella ha sido fundamental en todo esto porque siempre ha estado conmigo. En el Cucharón de la Pibi todo era autofinanciado. Un amigo me decía 'yo llevo las galletas, y otro decía yo llevo los yogures'. Así íbamos haciendo las cosas. Para el Día del Niño los chicos de Punky Circo hicieron trucos y se vistieron de payasos. Afortunadamente siempre he tenido bastante apoyo", recalcó.
Ayuda
Con apenas 12 años, Karen comenzó a participar en distintas obras junto a su familia. "En Rengo estuve haciendo misiones. Llevaba a los adultos mayores al médico o le ayudaba en sus huertos. Después fui voluntaria en el Pequeño Cotolengo en el hogar Santa Clara, dándole comidas a los niños. Siempre me ha gustado ayudar".
Karen también es parte de la fundación Patitas Playeras que se encarga de rescatar a animales de todo el litoral". "Siempre he estado metida en todo" (ríe).
Pero eso no es todo porque también ha realizado varias intervenciones culturales con el objetivo de crear conciencia en la comunidad. "Andaba en la variante de San Sebastián y encontré mucho nailon botado así que lo recogí todo y me lo llevé a la casa antes de que terminara en el mar. Lo pinté y después realicé mi intervención en varios lugares, entre ellos El Tabo, donde tuve muy buena acogida".
"Hay gente que no tiene plata para comprar un libro y otros los tienen botados en sus casas, por eso debemos hacer algo",
Karen Muñoz