Siga estos simples pasos para que los niños duerman mejor
Según estudios, cerca de un 50% de los menores de 18 años tiene mala higiene del sueño, lo que repercute en su salud física y sicológica. Especialistas explican por qué este aspecto es importante y entregan consejos para lograr mejoras.
Ignacio Silva
Si se dejan de lado diferencias geográficas y culturales, se puede establecer que aproximadamente la mitad de las personas menores de 18 años en el mundo tienen problemas para dormir las horas adecuadas.
Al menos así lo dicen estudios de instituciones como la Academia Estadounidense de Pediatría, entidad que generaliza al indicar que los problemas del sueño afectan del 25 al 50 por ciento de los niños y al 40 por ciento de los adolescentes, quienes entre los 13 y 18 años idealmente deberían dormir entre ocho y 10 horas por noche.
La situación se ha agravado con la pandemia: según la encuesta U-Report de Unicef, al menos uno de cada siete niños y jóvenes de países que aplicaron políticas de confinamiento por covid 19 sufrió ansiedad, depresión y aislamiento durante el primer año de pandemia, lo que también repercute en la higiene del sueño.
"Esto preocupa porque existe evidencia que sugiere que las personas que tienen una mala calidad de sueño o que no duermen lo suficiente tienen más probabilidades de enfermarse, ya que el sistema inmunológico se recupera durante la etapa de sueño profundo y forma lo que se conoce como 'memoria inmunológica'", advierte Kseniia Kalinina, jefe de Investigación del Sueño en Emma the Sleep Company.
En eso coincide Carolina Pezoa, sicóloga y académica de la Universidad Central, quien además agrega que el mal dormir en los niños y adolescentes trae tensiones psicológicas y físicas. "Es común ver que si no se logra un sueño reparador los niños anden distraídos durante el día e incluso anden de mal humor. Además el cansancio afecta mucho en las relaciones interpersonales", plantea.
"El sueño es un elemento fundamental para los niños, ya que está demostrado que un descanso con más horas de sueño les permite mantener un peso y estado mental saludables", suma Kalinina. "Además, las rutinas a la hora de acostarse enseñan a los niños a cuidarse a sí mismos y sientan las bases para la memoria, atención y otras habilidades cognitivas".
Ambas especialistas están de acuerdo en que hay múltiples factores que atentan contra una buena higiene de sueño en los menores, entre los que se encuentran la permanente exposición a la tecnología y las situaciones de estrés y tensión provocadas por la pandemia.
"A eso hay que sumar que los relojes corporales de los adolescentes están naturalmente programados para desencadenar la somnolencia en altas horas de la noche y un despertar tardío en la mañana", agrega Kseniia Kalinina.
Pasos
Ante el contexto y sus dificultades, las especialistas concuerdan en que se pueden encontrar soluciones.
"Lo bueno es que el sueño se puede inducir siguiendo algunos simples pasos", comenta Kseniia Kalinina.
El primero, dice, tiene que ver con el lugar donde el niño o adolescente va a dormir: lo ideal es mantener un dormitorio oscuro, fresco y silencioso. "A eso hay que sumar el evitar pantallas desde cierto horario, cortar su uso horas antes de dormir y eso definirlo", agrega Carolina Pezoa.
"Darse una ducha caliente, abrazar a un ser querido antes de ir a la cama, seguir un horario de sueño regular y dejar tiempo para relajarse, son pasos sencillos que pueden mejorar notablemente la calidad del descanso. Todo esto se puede poner en práctica ahora que muchos están más tiempo en casa con sus hijos, debido a la pandemia", dice Kalinina. "Algunas personas caen en la trampa de dejar dormir a los niños más tiempo durante los fines de semana. Pero esto puede implicar en que sea más difícil conciliar el sueño o despertar durante la semana escolar".
¿Qué más se puede hacer? Carolina Pezoa apunta que también es de ayuda evitar el ejercicio física unas horas antes de ir a la cama. También recalca la importancia de generar rutina: "Tener una cierta rutina nocturna que me indique, que me dé la señal de que me voy a ir a dormir, como lavarme los dientes o tal vez leer algo".
Lo otro, dice, es evitar comidas estimulantes como las grasas o los chocolates en el caso de los niños. "Eso ayuda a la higiene del sueño, pero también hay que tener en cuenta la calidad de este", agrega. "En eso influyen las tensiones, por lo tanto estar conversando es relevante. Hay que preguntarles cómo durmieron y estar dispuestos a conversarlo en profundidad".