Bioquímico cambió los laboratorios por el fascinante mundo de las abejas
Para Pablo Alvarez, la apicultura "se transformó en un eje transversal a toda actividad humana". Por eso decidió emprender en este rubro y difundir su nuevo oficio.
Hace seis años, Pablo Álvarez Cárcamo conoció a un apicultor de El Quisco. Tras conversar un poco, este bioquímico de profesión le pidió conocer su apiario o colmena. Desde ese momento se forjó una gran amistad entre ambos, que con el pasar del tiempo se convirtió en una sociedad.
"Comenzamos a trabajar juntos. Lo ayudé en temas de gestión de proyectos y postulación a líneas de financiamiento, y él empezó a llevarme a redes de apicultores que conocía", recuerda.
A medida que transcurrían los meses, Pablo se fue apasionando cada vez más por las abejas, por lo que al cabo de un año ya tenía su propia colmena.
"Yo vivía a una cuadra de la plaza de Armas de El Quisco. Ahí partí con mi primer cajón en una zona urbana. Empecé a inmiscuirme cada vez más en el mundo de las abejas para tratar de aprender más de la apicultura, pero también a generar más contacto con las personas que se dedican a este oficio", comenta.
Este trabajo lo llevó a desarrollar diversas iniciativas, como una red de apicultores en Casablanca y un proyecto de apicultura para la reinserción social en la cárcel de La Pólvora en Valparaíso.
Emprendimiento
"La Quebrada" se llama el negocio apícola impulsado por Pablo, ubicado en Algarrobo.
"Este emprendimiento tiene un enfoque agroecológico, natural orgánico, sin uso de químicos de síntesis, todo basado en la medicina que podemos encontrar en las plantas", detalla el bioquímico.
Según lo indicado por el profesional, otra de las iniciativas que desarrollan, y que está relacionada con un tema más social, es el inicio de un apiario comunitario en Algarrobo y en El Quisco. "En la ruca de Llolleo también vamos a tener un apiario donde podamos enseñar el oficio y aprender de manera comunitaria".
"La apicultura se transformó en un eje transversal a toda actividad humana. Lo podemos ver en la parte productiva, en la salud, en el medio ambiental, educación, turismo", afirma.
Actualmente, en "La Quebrada" producen miel, propóleo y polen. También cuentan con el servicio de asesoría técnica personalizada. "Estamos habilitando una infraestructura que nos permita generar un lugar donde poder hacer investigación".
"Como bioquímico soy una persona que ama el laboratorio y la investigación científica, por lo tanto, uno de mis objetivos es levantar a mediano plazo una iniciativa que pueda prestar servicios a la apicultura local, para profesionalizar el rubro con fundamentos y con base científica para transitar hacia una mejor manera de producir", recalca.
Abejas
Para Pablo, trabajar con abejas es prácticamente "estar en un laboratorio".
-¿Qué podemos hacer para cuidar a las abejas?
-Como todo animal pecuario (actividad ganadera), la abeja necesita cuidados mínimos principalmente sanitarios y nutricionales. A escala humana, por decirlo de alguna manera, la primera fuente de alimento y de salud de la abeja es la flor.
Añade que "para que la abeja sea sana, no esté estresada, tenga una buena producción de miel y pueda pasar bien los inviernos, también tenemos que hacer los manejos adecuados. Para eso hay que dejarles reservas de alimento de buena calidad, no colocar químicos de síntesis ya que está demostrado que generan mucho estrés en la abeja".
Otra cosa que no conocemos de este insecto, a juicio de este bioquímico, es que puede hacer cálculos matemáticos, además de reconocer formas.
"La reina puede aparearse hasta con veinte zánganos una sola vez en la vida. Si el apicultor tiene buen manejo de su apiario y no se le producen a él los enjambres, esa reina nunca más debería salir de su cajón", señala.
Pero eso no es todo. Según Pablo, la abeja tiene un sistema de lenguaje propio, donde se comunican entre sí avisando dónde está la fuente de alimento, a qué distancia, tomando en cuenta la posición del sol y del cajón.
Alimento
La zona costera tiene un clima muy parecido al mediterráneo, lo que favorece el crecimiento de arbustos que se pueden cultivar en las casas sin ningún problema, como el caso de la lavanda, el romero y el equium, todas muy apetecidas por las abejas.
"Tener árboles nativos también va a contribuir a los insectos nativos de la zona central. Lo importante sería tener un calendario floral para tener floración durante todo el año. Por ejemplo, saber qué especies pueden estar en enero cuando nuestra flora nativa, en su mayoría, no está en flor. Con eso podríamos aportar alimento a las abejas", explica.
Para el apicultor, también es importante que "en las zonas urbanas, donde tenemos mucho apicultor, se deje de usar tanto químico para fumigar o herbicidas para sacar las mal llamadas malezas".
"Nuestras buenezas nativas son muy bonitas, únicas y en algunos lugares son endémicas. Todas contribuyen a los insectos", sostiene.
El agua también es un tema importante si se trata de abejas. "En Punta de Tralca hay arbustos muy tolerantes a la sequía, como el colliguay o el litre, pero se están secando. La actividad apícola se ha visto muy disminuida y afectada, pero también todo el medio ambiente por la escasez de agua".
Beneficios
En todos estos años de trabajo, Pablo ha sido testigo de cómo la apicultura ha contribuido a mejorar la calidad de vida de las personas.
"Esto lo hemos visto al trabajar con personas en situación de postergación o vulnerabilidad social. No todos los apicultores ven esa contribución porque se dedican a lo productivo, pero cuando se ven los cambios conductuales en personas que tienen mucha carencia, eso te va marcando", reconoce.
Polen, miel, jalea real, propóleo, apitoxina (veneno de abeja) son los productos que se obtienen de las abejas, pero también existen otras unidades productivas, como la carpintería, cosmética, vestuario, indumentaria y maquinaria.
"También hay servicios de turismo donde visitan colonias. Se hace un día de campo con una cata de miel y así el productor puede vender sus productos", asevera.
"Hay otras iniciativas que no están desarrolladas en Latinoamérica como dormir en habitáculos acondicionados para sentir la vibración de la abeja o respirar el aire de la colmena para enfermedades crónicas respiratorias. En zonas asiáticas se consume mucho zángano como afrodisíaco", agrega.
En cuanto a la apiterapia, Alvarez indica que "más que el veneno, se trata del uso de todos los productos de la abeja y las diferentes vías de administración".
Asimismo, dice que en la comuna de San Antonio algunos apicultores exportan paquetes de abejas, principalmente "para Norteamérica para el negocio de la leche de almendras y la polinización de abejas".
"En la ruca de Llolleo también vamos a tener un apiario donde podamos enseñar el oficio y aprender de manera comunitaria",
Pablo Álvarez
"La reina puede aparearse hasta con veinte zánganos una sola vez en la vida. Si el apicultor tiene buen manejo de su apiario y no se le producen a él los enjambres, esa reina nunca más debería salir de su cajón",
Pablo Álvarez