El comerciante de la "farmacia de turno" falleció en Cartagena
Manuel Aravena Espinoza murió a los 72 años producto de un paro cardiorrespiratorio.
Manuel Jesús Aravena Espinoza marcó a generaciones en Cartagena. Durante cinco décadas trabajó en restaurantes y residenciales y en esa labor entabló una cercana relación con sus clientes, que al final terminaron siendo sus amigos.
"El Chico Manolo" falleció el pasado sábado a los 72 años (1 de agosto de 1949), en el hospital Claudio Vicuña. Un paro cardiorrespiratorio que sufrió el viernes "cerró sus ojitos", como expresó su hija Clementina.
Manuel Aravena nació en Cauquenes, se fue a Santiago y luego llegó a Cartagena, cuando tenía 24 años. "Acá se quedó y se radicó", explicó su hija.
"Decía que se quedó en Cartagena por salud, se enganchó y se casó con mi madre, Natividad Álvarez Bahamondes, en junio de 1973", agregó.
"Era un comerciante de toda la vida en Cartagena y todos lo conocían como el "Chico Manolo". Toda la vida tuvo restaurantes y residenciales: El Cinzano, El Castillo, La Nave, la residencial Concepción, el hotel Chile, restaurante y fuente de zona en un costado de la playa Chica. En San Antonio en Baquedano, en Arrayán, tuvo una cancha de rayuela en Ginebra hasta hace dos años", enumeró su hija, una de las tres que tuvo. La otras son Yocelyn e Hilda Aravena Espinoza.
También "tuvo una casa de remolienda. El cartagenino neto siempre llegaba al restaurante de mi papá en la noche. Los carabineros le pusieron la farmacia de turno. Todos llegaban donde el Chico Manolo, porque era el único negocio que trabajaba toda la noche. Se acababan los carretes y todos se iban donde mi papá", rememoró Clementina sobre el trabajo que hizo conocido a su padre en el balneario.
Durante el velorio decenas de personas recordaron las historias que se generaron con Manuel Aravena. "Vino un carabinero retirado a darnos el pésame y contó que ellos se paraban en la Virgen (de los Suspiros) en la madrugada y miraban dónde había luz. Ahí era donde estaba el Chico Manolo, para allá partían", relató.
Según Clementina, no importaba dónde su padre instalará el negocio, porque "lo seguían a él, era amigo de sus amigos, a todos les daba, nunca egoísta. También a la gente en situación de calle y a los curaditos les regalaba su vasito de vino".
Además, afirmó que su padre siempre repetía que "a él le gustaba la gente del pueblo, porque el pueblo es el que da".
Clementina Aravena definió a su padre como un hombre "muy trabajador y empeñoso, le gustaba cocinar. En mis vacaciones lo ayudaba en el negocio y me enseñó el rubro. En 2014 lo amputaron de las piernas por diabetes. Desde ese momento fui sus piernas y me enseñó a cocinar, porque no podía entrar a la cocina. Empecé a hacer su trabajo, nos cambiamos".
Actualmente tenía su local en Los Suspiros, en la bajada a la Playa Grande. Hace 20 años se instalaron en este lugar, donde continuó entablando lazos con sus comensales que en definitiva fueron amigos que lloraron la partida de Manuel Aravena, el conocido "Chico Manolo".
Sus colegas, los comerciantes de Cartagena, también lamentaron su partida. "Organizamos como Cámara de Comercio una despedida bien bonita como corresponde. Estamos muy afectados y con mucha pena por la partida de nuestro querido Manolito", expresó Adela Córdova, la presidenta del gremio.