Andares y sospechas (Matías Morales)
Hace ya varios años que en el imaginario poético de la Provincia de San Antonio se ha ido matizando la hegemonía de los tres grandes poetas muertos, con la presencia de figuras que, incluso lejanas a tan reconocidos paraguas, han sabido instalar una propuesta poética auténtica, personal, renovada. He aquí el caso de Matías Morales, poeta avecindado en Cartagena, cuya poética proviene no necesariamente de los libros, sino que nace, principalmente, a partir de otras dimensiones: el gastar las suelas por las calles de montaña rusa de Cartagena, el arte del hip hop y el rap como manifestación de resistencia y, quizás menos reconocible, pero no por ello menos importante, su talento particular en el arte de la fotografía. De esta forma, Matías Morales, a partir de una aguda observación, del recorrido del fotógrafo que va en búsqueda de tesoros, transforma lo que ve -con una mirada crítica y, a veces, apocalíptica- en letras que se leen a veces con rudeza, pero que cuando se escuchan -Morales es un gran "recitador" e improvisador de poemas- adquieren un ritmo y una fuerza inusitada: "veo autos estacionaos/ otros sin ruedas, paraos/ veo bolsas botadas/ ¡Obviamente están vacías/ adentro no contienen nada!/ veo basureros y basurales/ ¿Cómo te explico?/ contenedores que están vacíos/ o saturados hasta el pico/ de mierda, de basura/ del humano".
Un interés político y crítico en sus versos, pero no groseramente explícito y discursivo. Es decir, a partir del detalle y el foco en los hechos de la calle, va surgiendo entre líneas un malestar y una descripción sobre las prácticas abusivas, sobre la insensatez humana, sobre el turismo depredador, sin embargo: sin hablar necesariamente del malestar, sin hacer una apología ideológica, sino desde los hechos que el "fotógrafo" de la realidad pone en nuestros ojos con versos, rimas, palabras. La belleza también se expresa en nuestro afán autodestructivo.
Así también, la naturaleza se vuelve un motivo recurrente en "Andares y Sospechas" ("las huellas negras de manchas viejas/ que enmugrecieron las camas húmedas de los perros/ e hirvieron las suelas de los que arden por arenales y mares"), pero, para Morales ¿Qué es la naturaleza? o ¿Cómo deslindar la naturaleza -o lo que queda de ella- de la intervención humana? para este fotógrafo de las palabras, tal vez, no hay diferencia luego del lamento, que es lo que sobrevive, entonces el perro, domesticado e interdependiente, con sus camas húmedas por las calles, son también hoy nuestro entorno natural; la botella plástica de un lado a otro por las olas; las mascarillas infames enredadas entre las malezas que sobreviven al cemento.
En nuestra autodestrucción, Morales, también señala la poesía.