por Rafael Vallvé, periodista
La falacia de ser universitario
La dictadura el '80 creó las universidades privadas, las que no solo lucran con aranceles altos -independiente de los famosos Créditos con Aval del Estado (CAE), los que hay que cancelar a años plazo- sino que éstas han creado carreras que ya no tienen mercado laboral, lo que significa que sacan profesionales en calidad de "fábricas de salchichas". Carreras como, por ejemplo, sicología, trabajo social, derecho, periodismo, sociología, solo por citar algunas. En todas éstas no se necesita más que una sala de clases, un profesor y una pizarra (negocio redondo). Y lo que se ha logrado con esto es crear profesionales con sueldos de obreros, ya que hay una sobreoferta, y la gran mayoría aspira -ahora- a ser funcionario del Estado, ya que éste paga mejores sueldos (aunque no se justifiquen tantas contrataciones). Con todo esto se ha dejado de lado las carreras técnicas, las que no necesariamente se imparten en universidades; faltan instaladores sanitarios (léase gásfiter), buenos albañiles, carpinteros, eléctricos, mecánicos, y especialistas en otros oficios. Pero qué sucede, que para impartir una carrera técnica se necesita más que una aula y un pizarrón: materiales, instalaciones varias (máquinas, herramientas) para enseñar, entonces sale caro, no es negocio; "no conviene". Y es así como han desaparecido colegios técnicos, y escuelas de especialidades. Han embrujado a la gente con aquello de "el primer universitario de la familia", como que si eso les fuese a arreglar la vida, mas no es así. En Alemania (país el que tengo la suerte de conocer bien), hay siete técnicos por cada profesional; en Chile, así como vamos llegaremos a la cifra de siete profesionales por cada técnico (aumentando la cesantía). Bien sabemos los que vivimos en el Litoral lo bien que les va a los llamados "maestros"; los buenos no dan a basto, lo que deja en claro que la demanda por ellos es altísima. Sin embargo faltan muchos técnicos. Quizá por un tema social los padres no quieren que su hijo sea técnico, ya que suena mejor "sicólogo", y esto le da más estatus (aunque ande al tres y al cuatro). La diferencia enorme que tenemos con Alemania es que en aquel país un gásfiter vive en el mismo edificio que un médico, que el alcalde, que un director de banco, y donde reside, también, la verdulera. Además de ir todos al colegio de la esquina, y el hijo de la verdulera ser novio de la hija del médico, sin ninguna objeción social. Claro queda que estamos a años luz de ser como ellos, u otra sociedad que se le parezca. Si a la Provincia -quien hasta el año del golpe militar contaba con la presencia de la Universidad Técnica del Estado- se viene a instalar alguna universidad que no sea técnica, y que vaya a sacar profesionales de dudosa capacidad en carreras humanísticas, y no técnicas, como se diría en una frase poco académica, "estamos hasta el perno".