Cartagenina convirtió
Tras la muerte de sus padres, Nicole Abarca atravesó por un complicado momento, del que pudo salir gracias a un curso que cambió su vida.
La vida de Nicole Abarca Carquin (28) comenzó a dar un giro que nunca pensó en 2015.
Ese año falleció su padre y en 2016 fue el turno de su madre. Desde ese momento estuvo sumergida en una depresión que apenas la dejaba levantarse de la cama.
"Yo estaba estudiando en ese tiempo y no continué. Sabía que era importante, porque estábamos hablando de mi futuro, pero yo no tenía ganas de nada, así que mi hermana me impulsó a hacer alguna cosa para poder distraerme", recuerda la cartagenina.
Nicole estudiaba la carrera de Prevención de Riesgos en el Instituto Profesional La Araucana y solo le faltaba un semestre para egresar y titularse. Sin embargo, decidió dejar eso en pausa mientras se reponía.
De esta forma y para ayudarla a salir adelante, su hermana la inscribió en un curso impartido por Sence (Servicio Nacional de Capacitación y Empleo) y la Fundación Universidad de Playa Ancha, en el que se certificaría como especialista en estética integral.
"Estuve un poco obligada a ir, porque mi hermana quería que tuviera alguna distracción y saliera adelante. Nunca pensé en esto como un trabajo, sobre todo porque yo no era tan amiga de estas cosas", afirma.
-¿Qué enseñaban en el curso?
-Bueno, eran varias técnicas, pero lo que más se enseñaba era acerca de la manicura. Yo no era una persona que se podría pensar que haría las uñas, porque me las comía. Las profesoras siempre me decían que cómo lo haría, y yo les decía que me pondría uñas postizas, porque nunca pensé que este sería mi trabajo. Sin duda fue la mejor idea decidir ir a ese curso.
El local
Al culminar el curso, a diferencia de otras personas, esta vecina de Cartagena sabía que no se dedicaría a esto, pero comenzó a tomarlo como un pasatiempo y, por lo mismo, les hacía la manicura a sus amigas y familiares.
Poco a poco, otras personas comenzaron a preguntar quién era su manicurista. Así, Nicole tuvo sus primeras clientas, dándose cuenta de esta forma, que podía continuar en este rubro.
"Como se empezó a pasar la voz, me fui haciendo de clientas e iba a domicilios o la gente venía a mi casa porque yo no tenía un espacio exclusivo para dedicarme a esto. Una amiga me regaló dos esmaltes que aún conservo y mi pololo una lámpara de las que uso para que se seque el esmalte. De a poco las cosas fueron resultando y ahora me dedico completamente a esto" sostiene la manicurista que atiende a clientas desde El Quisco hasta Santo Domingo.
Nueva oportunidad
Cuando las cosas comenzaron a ir mejor y gracias al apoyo de sus hermanos y primos, Nicole decidió que era el momento de culminar su carrera mientras seguía trabajando como manicurista.
"Terminé la carrera, porque era muy poco lo que me faltaba y me empecé a dedicar por completo a la manicura, pero además a incursionar en otras áreas de la estética para perfeccionarme. Dejé de hacer servicios a domicilio por la locomoción y seguridad, pero también después se volvió incómodo trabajar en mi casa", confiesa.
-¿Qué hizo ante la situación del espacio?
-Mi hermana tenía un negocio que no había tenido buenos resultados, y me dijo que me instalara ahí. No lo pensé mucho y acepté, ella me ayudó con el arriendo el primer mes y después pude continuar yo sola. Ese espacio también se me hizo chico y en marzo me cambié a mi nuevo local (Mariano Casanova 450).
"Sin la ayuda de mi familia no habría podido continuar en esto, y desde el verano que he podido darles trabajo a dos chicas más. Mi pololo es el encargado del servicio de ondulado de pestañas. Su trabajo no iba bien y le dije que podía estudiar y así trabajar conmigo. Esto es solo cosa de estudiar y atreverse", asegura.
su terapia en un trabajo
"Sin la ayuda de mi familia no habría podido continuar en esto, y desde el verano que he podido darles trabajo a dos chicas más",
Nicole Abarca