La dueña de casa que convenció a otras mujeres para emprender con un colectivo agrícola
Pese a su edad y a sus problemas de salud, Margarita Fuentes se atrevió y junto a un grupo de mujeres le dio forma a un vivero que hoy alegra sus días y la ayuda económicamente gracias a la venta de lechugas y otras hortalizas.
Margarita Fuentes González tiene 64 años y lleva más de tres décadas viviendo en Santo Domingo. Es oriunda de un pequeño pueblo llamado Larmaue, ubicado cerca de Las Cabras, en la Sexta Región.
"Salí de mi casa joven y me puse a trabajar. Ahí conocí a mi marido que era de acá de Santo Domingo. Me casé a los 20 años, anduvimos por varios lugares hasta que nos quedamos por acá", cuenta Margarita.
De su matrimonio nacieron cuatro hijas, once nietos y dos bisnietos. Recuerda que los primeros años en que formó familia fueron duros por los problemas económicos que tenían. "Nos costó mucho salir adelante", reconoce en su casa de la población Las Hortensias, en el sector de Las Villas de la comuna parque.
Su marido salía a trabajar, mientras ella se dedicaba a las labores de la casa y al cuidado de sus cuatro hijas, que se llevan por poca diferencia de edad.
Una vez que decidieron establecerse definitivamente en Santo Domingo vivieron con sus suegros y luego postularon a una casa propia a través de un subsidio que finalmente consiguieron. Hoy Margarita mira hacia atrás y se siente orgullosa con lo conseguido.
-¿Qué es lo que más le gusta de Santo Domingo?
-Para mí es el mejor lugar del mundo porque pasan tantas cosas malas por todos lados y aquí todo es tranquilo. Es como el paraíso, ojalá dure siempre así. Como nací en el campo, este lugar es parecido por la tranquilidad y me encanta. No me iría jamás de aquí.
Fuerza de mujer
Hace cuatro años Margarita comenzó a construir un sueño, un sueño colectivo impulsado por la garra femenina. Junto a seis mujeres más, todas familiares (suegra, cuñadas e hijas) postularon a un proyecto de Prodemu (Fundación Promoción y Desarrollo de la Mujer) patrocinado por Indap (Instituto de Desarrollo Agropecuario) para formar un vivero .
-¿Cómo surgió la idea?
-Todas estábamos entusiasmadas por plantar y hacer algo para poder generar más dinero para nuestras casas y familias. Mis suegros nos prestaron un pedazo de terreno (en el sector de Las Parcelas) y tuvimos la idea de hacer un vivero para cosechar y vender verduras. Postulamos y finalmente ganamos el proyecto. Nos dieron un capital y comenzamos a armar la primera nave del vivero. Al segundo año volvimos a postular para construir la segunda nave y también nos adjudicamos el dinero. Recibimos muchísimas capacitaciones en las que aprendimos un montón.
Esta dueña de casa y emprendedora confiesa que el inicio fue bastante difícil especialmente porque tenían que darse a conocer para captar potenciales clientes. Por eso, se les ocurrió la idea de salir a ofrecer ellas mismas sus productos en una carretilla por la población Las Hortensias. Recuerda que usaban el sistema de turnos: unas trabajaban en el vivero, mientras las otras recorrían las casas ofreciendo sus verduras.
Siempre luchando
Margarita sufre de fibrosis pulmonar hace aproximadamente 10 años. La enfermedad "estuvo dormida", como ella dice, durante mucho tiempo pero hace dos años atrás sufrió una crisis importante.
- ¿Cómo es luchar contra esta enfermedad?
-Por muchos años estuve relativamente bien pero de repente un día empecé a sentirme mal y me hospitalizaron por más de un mes. Gracias a Dios fue antes de la pandemia. Esta enfermedad avanza y avanza y no tiene vuelta atrás. Un pulmón no se recupera. Me estabilizaron con inyecciones, pastillas y corticoides. Ahora me he sentido mejor, aunque sigo con crisis pequeñas que duran en promedio tres días y donde no tengo ánimo para nada. Tomo cinco pastillas diarias que me están ayudando a vivir un tiempo más.
Una de las recomendaciones que le dio el doctor es distraerse en lo que más le gusta y no pensar tanto en la enfermedad. Por eso para ella es tan importante este trabajo. "Me gusta mucho esto. Me hace bien plantar, trabajar la tierra. No puedo hacer mucho con mi enfermedad, pero lo intento. Tiene mucha dedicación cada especie y mucho cuidado".
Además, afirma que "cuando estamos ahí, todas juntas, lo pasamos bien. Es una terapia, es entretenido, conversamos harto, nos reímos mucho y nos olvidamos de los problemas".
Siempre orgánico
Con el pasar de los años se fueron alejando del emprendimiento algunas familiares de Margarita por la sencilla razón de que tenían mucha carga entre la casa y el vivero. Ahora quedan Margarita y tres mujeres más y ya no pertenecen a Prodemu. Tomaron aires propios.
El marido de Margarita ahora la ayuda bastante haciendo las tareas más pesadas como trabajar la tierra. Desde que comenzó la pandemia él se volvió clave en la mantención del vivero porque ellas por diferentes motivos estuvieron encerradas en sus casas, cuidándose del mortal virus.
Tienen gran cantidad de productos en el vivero (calle Los Espinos 150, cerca plaza Los Quillayes, antes de la entrada a Santa María del Mar), todos son orgánicos y regados con agua de pozo. Cultivan tomates cherry de múltiples colores, lechugas españolas, cibuolette, perejil, cebollín, rúcula, kale, entre otras hortalizas.
Ellas venden al público en el mismo vivero y por estos días están llenas de trabajo porque se vienen las plantaciones para vender en temporada alta. Abren todos los días del año, de 10.00 a 18 horas, y Margarita asegura que la pandemia los ayudó porque la gente empezó a preferir lugares distintos a los supermercados.
- ¿Qué es lo que la gente más valora de su negocio?
-La gente prefiere los productos frescos que se cortan en el momento, en especial las personas que vienen de Santiago.
-¿Cómo evalúa este emprendimiento?
-Nos encanta que la gente nos vaya a comprar y nos elija. Es gratificante porque ya no tenemos que salir a la calle, la gente llega sola. Nos sentimos felices porque fue un sacrificio, una lucha porque no es llegar y plantar un vivero. En resumen: no ganamos una millonada, pero somos felices.
"Salí de mi casa joven y me puse a trabajar. Ahí conocí a mi marido que era de acá de Santo Domingo. Me casé a los 20 años, anduvimos por varios lugares hasta que nos quedamos por acá",
Margarita Fuentes
"Esta enfermedad (fibrosis pulmonar) avanza y avanza y no tiene vuelta atrás. Un pulmón no se recupera. Me estabilizaron con inyecciones, pastillas y corticoides.