El zoólogo que le dobló la mano a la muerte
Fabián Jaksic se contagió de covid-19 en el 2020. Cuando despertó, en la UCI, prometió escribir la trama de su propia vida. En "Memorias de un naturalista magallánico", el Premio Nacional cuenta historias de lagartijas, alcohol y "jipis".
Por Amelia Carvallo
Fabián Jaksic obtuvo el Premio Nacional de Ciencias Naturales en agosto del 2018, al mismo tiempo que su hermano Iván, premiado con el Nacional de Historia en esa misma oportunidad. Ambos fueron criados con el rigor de un padre de ascendencia croata. Y dos años después de esa gloria familiar, en abril del año 2020, Fabián Jaksic despertó en una clínica solo e inmovilizado por docenas de sondas, rodeado de máquinas: "No lo sabía entonces, pero había sobrevivido al covid-19. Me puse a recordar mi vida rápidamente y en orden cronológico. Y me hice la promesa de que la siguiente vez que estuviera al borde de la muerte, ya tendría escritas mis memorias", relata en el inicio de "Memorias de un naturalista magallánico", autoeditada con las historias de su niñez en la Patagonia, su estudios en Veterinaria y Biología en la Universidad de Chile y luego las andanzas de Jaksic en las aulas de Berkeley, UCLA, donde se doctoró como zoólogo. La trama de la vida de Jaksic fue recopilada -mediante entrevistas- por la periodista Carola Solari. El libro está ilustrado con, por ejemplo, la lagartija que el zoólogo descubrió en el norte y que lleva su nombre: "Liolaemus fabiani" o "Lagartija de Fabián".
Sobre la pandemia, agrega que de no ser por una amiga que oportunamente llamó a los médicos podría haber muerto en la soledad de su casa, acompañado de su perra Luzi y el gato Cuchillo. "Empecé con los síntomas de Covid-19 en marzo de 2020 y quedé con insuficiencia respiratoria, lo que me mantuvo enclaustrado hasta febrero 2022". Ese tiempo lo aprovechó para hilvanar la historia de su vida.
-¿Cómo lo tomó la enfermedad?
-El virus me atacó muy fuerte. Me dejó postrado y sin ánimo de siquiera llamar por teléfono para pedir auxilio. Me estaba muriendo de a poco sin respirar, pero no me sentía triste, sino enojado. Me rescataron de urgencia en ambulancia y llegué a una clínica donde estuve una semana entera sin saber de mí mismo. Más adelante me trasladaron a cuidado intermedio y salí de alta después de dos semanas. Cuando se importaron las vacunas en Chile fui de los primeros en inocularme.
La lagartija
La lagartija que Fabián Jaksic descubrió en el Salar de Atacama mientras hacía una consultoría ambiental es la portada de sus memorias: "Me impresionó que existiera en un ambiente tan extremo, lleno de costras de sal, carente de vegetación y donde el único alimento eran moscas asociadas a charcos de agua salina. Es una lagartija muy activa que defiende su territorio. No figuraba en la lista de los reptiles de Chile, así que pensé que era una especie nueva, hecho que demostraron los colegas que la describieron científicamente más adelante. Hasta hoy me siento honrado de que una lagartija lleve mi nombre", dice.
Hoy Jaksic es profesor de la Universidad Católica e investigador del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad. Ese es el fin de una carrera que partió en la U. de Chile, estudiando veterinaria y terminó con un doctorado en la U. de California, en Berkeley.
"Volví a Chile en 1982. Llegué creyéndome la muerte (...) De Estados Unidos me traje cajas llenas de libros y papers, y muchos equipos de terreno que en Chile eran privativos por su costo. (...) Ellos incluían binoculares Bushnell, telescopios ornitológicos y medidores de distancia de alta calidad, además de trampas originales de las marcas Sherman y Tomahawk. También una cámara fotográfica Pentax con varios lentes, pesas Pesola y termómetros Schultheis. ¡Todo un lujo!
-¿Cuánta vanidad y soberbia hay en el mundo científico?
-Los científicos, hombres o mujeres, son personas que han escogido trascender mediante hallazgos novedosos para su comunidad, y buscan validarse a través del reconocimiento de sus pares. No pienso que satisfacer esta necesidad de validación califique como vanidad. Mas bien al revés, si se busca la aprobación de los pares es porque ellos importan. Un científico a quien no le interesa la opinión de los demás está muy perdido. Que haya uno que otro soberbio o excéntrico, le da chispa a una comunidad que muchas veces se toma demasiado en serio.
Jipis en puente alto
El libro también se interna
en escenas familiares que repasan las tormentas matrimoniales entre los padres de Jaksic y la profunda complicidad con su único hermano, Iván. De raíces chilotas y croatas, la familia dejó Punta Arenas por Santiago, donde los hermanos siguieron estudios en la Escuela Industrial de Puente Alto, de donde Fabián egresó con un 6.9. y un título de electricista que le sirvió para costear la carrera de Medicina Veterinaria en la Universidad de Chile en 1970. Ante una comisión compuesta por Humberto Maturana, Eduardo Zeiger y Sammy Frenk, se cambió "por dentro" a Licenciatura en Biología dos años después.
Fueron años de ser jipi, "con jota" recalca, y el rock de Jimi Hendrix y el de las drogas.
-¿Cuál es su relación actual con las drogas?
-Arrastro una larga historia de adicciones a drogas que, o son socialmente aceptadas como la marihuana, o son legalmente condonadas como el alcohol y el tabaco. Las fui dejando atrás por razones de salud, y no me siento en posición de criticar a quienes las necesitan para sobrellevar sus vidas. En ese sentido, soy indulgente. De hecho, aún me queda una adicción: al trabajo, pero a los trabajólicos no se los critica tan duramente.
A Jaksic le costó abordar el capítulo sobre el alcoholismo en su vida. Finalmente, lo hizo.
"Fui alcohólico desde los 17 hasta los 66 años, cuando me hice un tratamiento médico. Lo curioso es que hice una carrera brillante siendo un adicto. ¿Si hubiera sido abstemio me habría ido mejor? No sé. ¿Vale la pena preguntárselo? Tampoco sé", dice Jaksic en su libro.
Para resolver su adicción, a pedido de su familia se internó en la Clínica UC. El tratamiento duró 18 meses
"Los dos primeros estuve encerrado como en una cárcel: sin cordones de zapatos ni cinturón. Las ventanas no se podían abrir (...) había otras doce personas haciendo el tratamiento, yo era el más viejo y pensaba: '¿Qué hacen estos cabros aquí?' (...) Después del tratamiento me vino una nueva vitalidad. Pasé de marcar el paso, reaccionar y cumplir solo con mi deber a volver a ser proactivo. Me puse más productivo y dispuesto, porque antes prefería estar bebiendo a participar de una reunión -lo que no significaba que fuera un zombi-, porque yo daba conferencias o hacía preguntas estando sobrio o curado. Pero con el alcohol me había desactivado. Lo que hacía era beber, leer, rumiar, pensar y repensar. Ahora estoy de nuevo en la acción, movilizando a los demás y generando iniciativas. Ese fue el cambio".
"El tratamiento me costó 24 millones de pesos. Pero como a mí siempre algo me salva, en agosto de 2018 me gané el Premio Nacional de Ciencias Naturales, que incluía un desembolso único de 21 millones de pesos. Con ese premio pagué la terapia. La fortuna me sonrió de nuevo", concluye Jaksic en sus memorias.
Irracional, jamás
Como el científico que es, Jaksic ancla su ser en la razón. "No soy religioso, sino científico, no tengo fe pero sí tengo razón, y al final pienso que mientras todos lleguemos a una buena conclusión, no importa el punto de partida ni la ruta recorrida, sino la conclusión alcanzada. Ahondemos sobre lo que compartimos, no sobre lo que nos separa", dice casi al final de estas memorias.
-¿Cuáles son las situaciones donde no ha podido ser racional?
-Siento desilusionar, pero no he sido irracional jamás. Esto puede ser una pesada carga, porque la razón cuestiona todo, incluyendo las creencias místicas o religiosas y las ideologías. Bienaventurados los que creen, porque encuentran refugio para sus dudas. Los que piensan demasiado tienen poco consuelo, excepto considerar que todo puede ser peor.
-¿Cuál es su relación con el arte?
-No tengo ningún talento artístico, pero lo reconozco en los demás. Me encanta la música, la cinematografía, las caricaturas y la literatura en prosa. Carezco de aprecio por la pintura abstracta o la poesía. Yo nomás me las pierdo...
-¿Tiene planificado algo para este 9 de julio?, ¿cómo celebrará sus 70 años?
-Mi idea es irlo a pasar a mi lugar de origen, Punta Arenas, y gozar de la vista amplia que da la ausencia de la Cordillera de los Andes, del aire fresco que se mueve en ráfagas y de las nubes que pasan raudas. Santiago es encerrado, caliente, con pocas nubes, rara vez sopla el viento y ya ni llueve. ¡Me carga!
"Siento desilusionar, pero no he sido irracional jamás. Esto puede ser una pesada carga, porque la razón cuestiona todo, incluyendo las creencias místicas o religiosas y las ideologías".