El locutor Carlos Sapag y los recuerdos de sus 60 años de trayectoria radial
Junto a Jorge Betancourt, con quien lo une una amistad de más de medio siglo, el conocido comunicador rememoró sus vivencias de antaño, cuando la radio ejercía hegemonía dentro de los medios de comunicación.
Se conocieron cuando ambos partían sus carreras en la emblemática radio Sargento Aldea de San Antonio. Hoy el destacado locutor Carlos Sapag Hagar (77), quien cumplió 60 años de trayectoria en importantes emisoras como Colo Colo, Portales y Minería, entre otras, y Jorge Betancourt (91), empresario de las comunicaciones, fundador de las radios Cristalina, Caracolla, Costanera y Diario El Líder Provincial, se reencuentran para compartir sus historias.
"Yo llegué el año 50 a la radio por un concursillo que hicieron por ahí y el 13 abril pasado cumplí 72 años de radio. Tocaba la guitarra y cantaba, entonces después hice un programita en la radio Sargento Aldea que iba de 19 a 20 horas, que lo animaba Carlos Meléndez, se llamaba 'La hora sin nombre'. Ahí él me escuchó cantar y me preguntó si quería ir a cantar algunos días en la semana, dentro de su hora. Estuve un mes cantando los lunes, miércoles y viernes. Después el director Roberto Araya me ofreció que consiguiera avisos con el comercio. Más tarde, en el año 54, le propuse buscar voces nuevas y se descubrieron grandes talentos que incluso tuvieron éxito en el extranjero", recuerda Jorge Betancourt en esta entrevista conjunta.
-¿Cómo se conocieron con Carlitos Sapag?
-El año 62 veía a Carlitos, que era un joven estudiante, muy ameno, lo saludaba de lejos porque aún no éramos amigos, pero conocía a su papá, a los hermanos que eran mayores que él y el año 62 lo veo en la radio. Pregunté qué hace este amigo aquí, y me dijeron 'a este cabro le gusta relatar fútbol, anda relatando en la calle por ahí, es re diablo. ¿Te lo hago relatar?' Y lo hizo de inmediato. Desde ahí nos hicimos amigos, no nos separamos nunca más. Incluso cuando iba a los partidos de fútbol yo lo acompañaba en la caseta. Una vez le falló el locutor comercial, él estaba relatando y yo pasé los avisos comerciales.
-¿Está de acuerdo con que la radio tiene una "magia" especial?
-Sí, la magia se da cuando uno está dispuesto a servir a los demás, a ayudar. Yo fui 17 años director de la radio Sargento Aldea y en ese tiempo hice más de 2 mil campañas de ayuda social para la gente de San Antonio. Si se le quemaba la casa a alguien, ahí estaba la radio Sargento Aldea. Cuando en el año 81 murieron 21 pescadores, reunimos dinero, ropa y alimentos para seis meses. Para el terremoto del 85 hicimos lo mismo y todo se entregaba ante notario.
Recuerdos desde el locutorio
Carlos Sapag continúa con la entrevista, donde con la simpatía que lo caracteriza, recuerda más de una anécdota y diferentes momentos de su carrera detrás del micrófono.
-¿Qué lo atrajo de la radio para dedicarle tantos años?
-Partí en radio Sargento Aldea el 1 de octubre de 1962, así es que ya van 60 años cumplidos sin parar de radio. Yo he escuchado muchas veces en la historia de la radiodifusión que esta es una profesión que enamora y hay gente que ha dejado su pega, su carrera por seguir en radio. Servir a la comunidad, busca un arriendo, quiero vender una casa, necesito saludar a mi hijo, tanta cosa. Yo no sé cuántos llamados telefónicos atendí en 60 años, pero la gente es muy cariñosa y te quiere mucho. Di la primera Prueba de Aptitud Académica, por poco quedé para estudiar leyes que era mi locura. ¡Qué leyes ni que ocho cuartos, me quedo con la radio!.
-¿Cómo partió su carrera como locutor radial en Santiago?
-Estuve seis años en radio Minería, me llevó Esteban Lob que un verano pasó a la radio porque veraneaba en Cartagena y me dijo que me iba a llevar para trabajar sábado y domingo. Me anotó el nombre del director y fui a hablar con él. Empecé a viajar todos los fines de semana a Santiago a hacer los turnos. El control que estaba los sábados y domingos me decía 'Carlos no te vayas a equivocar con el Reporter Esso' (programa de noticias de cinco minutos de duración) porque te mueres, es sagrado'. Gracias a Dios nunca me equivoqué. Después, el periodista del departamento de Prensa se fue a Radio Nacional de Chile y me llevó para allá.
-Una etapa importante fue en radio Colo Colo con un sello muy informal y divertido...
-Ahora le preguntas a un joven qué es una radio AM y no tiene idea. El 12 de octubre de 1974 nace Radio Colo Colo, la campeona de Chile. La gente preguntaba ¿es del club? No, le pusimos Colo Colo por lo popular que es este club, pero la formamos nosotros. Para qué te digo, "La vieja Julia", "Quién te arañó los cachetes" y tantas canciones que tenían un encanto. ¿Sabes quién era el autor de todos estos éxitos? El papá de Willy Sabor, Carlos González Montenegro. Si lo vieras en la calle te mueres, corbata, terno, bien peinado a la gomina y zapatos de charol. Uno pensaba ¿cómo puede escribir usted eso?
¿A qué artistas destacaría de los tantos que conoció?
-Una tarde en radio Colo Colo aparece una niñita de un metro de estatura, con dos cachitos. Saludé al papá y a su hija. ¿Cómo se llama usted?, le pregunté. 'Myriam Hernández', me dijo. Había grabado en la casa una canción. Tendría 9 o 10 años. Le dije al papá que no podía atenderlo porque había un Memo del director en la pared que decía que las grabaciones debían ser en estudios de grabación. Pasan los años y no me olvidó. Cada 21 de septiembre, en el Día del Trabajador Radial, recibía un saludo firmado por Myriam Hernández.
-¿Sus programas eran seguidos por auditores de todas las edades?
-Hice "Los afiladores de la noche" donde saludábamos a medio mundo. Nos llamaban los funcionarios de los hospitales, chiquillos y chiquillas que estudiaban porque tenían prueba universitaria al otro día, tanta gente que llamaba en la noche. También hice "Parando la Olla" en la mañana, venta, cambio y pega. Poníamos avisos para dar pega y había harta. Poníamos una canción chiquitita para eso: "Ponga atención la patota, aquí le damos pelota" (la entona) y ahí entrábamos con pega, arriendos, donaciones de remedios.
-¿Y alguna anécdota que nos pueda contar?
-Cuando llegaba Yolanda Sultana, la gente se amontonaba en la radio, trabajé 15 años con ella. Había que descolgar el teléfono. Le preguntaban ¿me engaña mi marido? Y ella les contestaba, a ver espérate, tu signo, cuándo naciste ¡y le achuntaba a todo! Hay que vivirlo. Estoy muy feliz de mi carrera. Quiero saludar también a mi gran amigo Mario Pesce, con quien hicimos las noticias de Radio Crónica, que era una suerte de cadena nacional en calle Estado con Ahumada. Todos los quioscos tenían puestas las noticias, se escuchaba mucho.
-¿Qué lo motivó a regresar a San Antonio?
-Se lo debo a mi hija mayor, Julia Elena, que me decía hace un año atrás: 'papá quién te cuida, estás viviendo solo, no te sientes muy bien. Arrienda la casa y vámonos'. La arrendé y me vine con ella, pero la casa se nos hizo chica con solo dos habitaciones. Ahora estamos buscando una más grande, pero siempre dentro de Llolleo.
-¿Qué sintió al volver después de tantos años a su tierra natal?
-Pensé en cuánto me demoré en volver a mi tierra que me vio nacer. Soy hijo de comerciantes sirios, estudié toda la enseñanza básica y media en el Instituto del Puerto, y los dos últimos años en el Liceo Fiscal . También hice clases de inglés en el Grupo Escolar de Barrancas, en ese tiempo no exigían título universitario. Yo tenía puros 7 en inglés y siempre me gustó. Me casé en Llolleo, mis hijos son de Llolleo, entonces qué hermosa historia: vuelves a tu ciudad de origen. Eso es impagable, hay que vivirlo para saber lo que es.
-¿Qué recuerdos tiene de su infancia?
-Yo me crié solo con puros mayores, porque los demás (hermanos) se casaron todos, los dos químicos farmacéuticos, hermanos mellizos y los otros, Pepe y Same, el mayor, fueron comerciantes. Además de que quedé solo, pasó algo muy especial el 31 de diciembre de 1944, un año antes de que yo naciera. Gerardo, el mayor, iba en bicicleta por 21 de Mayo, no puede frenar y se entierra el volante y se le revienta el bazo. Murió un 31 de diciembre, a las ocho de la noche y se acabaron las celebraciones de Navidad. Mis padres decían, los que quieran celebrar Navidad, el 25, no más comida ni ninguna cosa el 24. No tengo ninguna queja, la vida me dio eso y lo acepto, pero me dio radio y la radio borró cualquier pena.
-El amor por la radio es más fuerte y me contaron que está de regreso en un locutorio...
-Sí, ahora estoy aquí en radio Costanera con el programa "Algo para recordar" que hacemos los domingos, a las 15 horas, con mi amigo Pedro Betancourt (hijo de Jorge). He recibido muchos llamados y eso me emociona. Te manifiestan cosas que hasta tú te has olvidado y la recuerdan ellos (auditores). O sea, son sinceramente personas auténticas, los quiero mucho.
Antes de concluir, Carlos Sapag dice que "tengo en mi poder una de las ediciones de diario El Líder, lo leo todos los días y me encanta, lo encuentro fresco, para todas las edades y podemos estar al día con lo que pasa en la zona. No me interpreten mal, no es cuestión de vanidad, pero le agradezco mucho al diario que estando vivo, con la patita derecha media malita, pero vivo, me distingan en sus páginas. Gracias El Líder, que les vaiga bien como dice la Sultana".
Finaliza la entrevista y estos dos grandes de la radio se despiden. "Amigos por siempre, hasta la muerte", declara Jorge Betancourt mirando a Carlos Sapag. "Amigos hasta la muerte", responde el querido locutor.
"Yo fui 17 años director de la radio Sargento Aldea y en ese tiempo hice más de 2 mil campañas de ayuda social para la gente de San Antonio",
Jorge Betancourt
"Yo no sé cuántos llamados telefónicos atendí en 60 años, pero la gente es muy cariñosa y te quiere mucho",
Carlos Sapag,, locutor