Experiencia docente
por José Ruiz, profesor.
Ya se va a cumplir un año de tozuda insistencia, instando a volver a las aulas presenciales, como si fuera inexistente la pandemia y, además, como si se olvidara todo el trabajo que los docentes hemos realizado desde nuestros hogares, en horarios y con funciones mucho más extensas y extenuantes que las habituales.
Sin un real apoyo oficial, resulta que nos ingeniamos con nuevos recursos pedagógicos, materiales y capacitaciones propias, para intentar construir redes o plataformas de uso efectivo a la virtualidad docente.
En cambio, para nuestro asombro, se nos tildó simplemente de flojos y que no queríamos trabajar, como si la única labor nuestra fuese válida en la medida que se realizaba presencialmente en la escuela. Mientras tanto, nadie cuestionaba a otras actividades que, al igual que los profesores, se adaptaban, reinventaban e incluso se desarrollaban en innovación.
Este sistemático y agresivo desprestigio que la docencia chilena ha recibido en un año, ahora ya tiene sus malos resultados, por ejemplo, en una considerable baja en las postulaciones a carreras de pedagogía en la admisión 2021. ¿Por qué se ha echado por la borda todo lo invertido en la revalorización social de la profesión docente? ¿Qué sentido tiene, durante todo un año, empeñarse en agredir a los profesores, desconociendo el rol y gran esfuerzo pedagógico individual, desaprovechando una oportunidad histórica e irrepetible de verdadero cambio del paradigma educativo?
Creo que continuar rigidizando y desprestigiando nuestra profesión implicará, a lo menos, un retroceso general de la educación chilena a comienzos de nuestro siglo. Por ello, si realmente queremos avanzar, ante todo comencemos por respetar.
Con aprecio,
Profe Pepe.
"Para nuestro asombro, se nos tildó simplemente de flojos y que no queríamos trabajar, como si la única labor fuese válida en la medida que se realizaba presencialmente en la escuela".